10 de Diciembre de 2025
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

La diabetes y sus daños colaterales

 

 

 

 

 

 

 

 

La enfermedad no controlada daña gravemente el corazón y los riñones.

EL UNIVERSAL

CIUDAD DE MÉXICO

La Federación Internacional de Diabetes estima que, para 2030, más de 570 millones de personas vivirán con esta enfermedad en el mundo. Tan solo en México, más de 151 mil habitantes fallecieron a causa de este problema durante 2020. Esto equivale al 14% de las defunciones totales ocurridas en nuestro país.
Si bien las cifras resultan alarmantes, es todavía más preocupante el impacto que esta condición genera en el cuerpo ya que, con el tiempo, una diabetes no controlada daña de manera grave diferentes órganos y sistemas. "Los altos niveles de glucosa producen complicaciones en el corazón y los riñones", señaló el endocrinólogo Daniel Elías López durante un simposio organizado por la compañía AstraZeneca.
Asimismo, esta afección trae consecuencias en los vasos sanguíneos, los ojos e, incluso, los nervios. El desconocimiento de la enfermedad provoca que derive en padecimientos más graves, por lo que su detección temprana es clave para procurar el bienestar de los pacientes y aumentar su esperanza de vida.
Directo al corazón
La diabetes es una causa importante de infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos con esta alteración tienen un riesgo entre dos y tres veces mayor de sufrir alguno de los dos eventos mencionados.
Con el tiempo, los altos niveles de glucosa en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos y los nervios que controla el corazón, lo que provoca desde tener una presión arterial alta (fuerza con la que la sangre circula por las arterias) hasta niveles altos de colesterol malo (low-density lipoprotein, LDL) y triglicéridos.
Entre los factores que aumentan el riesgo de presentar enfermedad cardiaca se encuentran el sobrepeso, el consumo de tabaco, beber alcohol, llevar una vida sedentaria, así como mantener una alimentación con alto contenido de grasas saturadas o de sal.
"La obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollar diabetes. Por lo tanto, ser un obeso joven implica ser un diabético joven, y esto conlleva ser un enfermo joven del corazón", mencionó Manuel Gaxiola Macías, médico adscrito al Instituto Nacional de Cardiología, durante el encuentro de salud.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), las personas con esta afección tienen más probabilidades de presentar insuficiencia cardiaca, la cual se caracteriza por no bombear sangre de manera eficaz al corazón.
"La mayor parte de los diabéticos mexicanos sufren complicaciones cardiacas y renales que les roban años de vida productiva y, por lo general, fallecen antes de los 59 años", alerta el cardiólogo. Por ello, es clave vigilar los niveles de glucosa, presión arterial, colesterol, triglicéridos, así como el peso.
Daño a los riñones
Este problema de salud también puede derivar en otro padecimiento como la enfermedad renal crónica (ERC), la cual consiste en una disminución de la función de los riñones y, por lo general, es silenciosa hasta que se alcanza un estadio avanzado, cuya alternativa de tratamiento es la diálisis.
"La ERC es muy frecuente; se estima que el 13% de la población a nivel mundial la padece. Se sabe que, de manera natural, se reduce entre el uno y dos por ciento de la función renal después de los 35 años; mientras que un paciente con esta enfermedad y diabetes perderá entre uno y cinco por ciento al año", mencionó el nefrólogo Jonathan Chávez Iñíguez.
Según los CDC, uno de cada tres adultos con diabetes sufre también este problema. Los altos niveles de glucosa en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos de los riñones y las nefronas (filtros pequeños de este órgano), haciendo que dejen de funcionar de manera normal. Asimismo, la presión arterial alta produce afectación en estos órganos.
"En solo cuatro por ciento de los pacientes se producen cambios en los riñones que se pueden detectar, éstos progresan a diálisis y, posteriormente, fallecen. Sin embargo, el otro 96% muere durante la etapa de una enfermedad renal leve, por lo general, a causa de un infarto. "Por ello, la meta de las personas con diabetes o enfermedad renal crónica es llegar al tratamiento de diálisis, ya que eso significa que no murieron en el camino", indicó el médico adscrito al servicio de Nefrología en el Hospital Civil de Guadalajara ‘Fray Antonio Alcalde’.
La vigilancia médica constante resulta esencial en los pacientes con diabetes no solo para controlar sus niveles de glucosa en la sangre, sino también para evitar, en la medida de lo posible, que ésta genere complicaciones en otros órganos o sistemas y deteriore de manera grave la calidad de vida de las personas.
Cambio de hábitos 
Estas medidas ayudan a tener un estilo de vida saludable:
Mantener un peso adecuado: las personas con sobrepeso reducen el riesgo de padecer diabetes si bajan el siete por ciento de su masa corporal.
Comer alimentos ricos en fibra, como frutas, vegetales y cereales.
Reducir el consumo de sal, grasas, alcohol y tabaco.
Hacer, al menos, 30 minutos de actividad aeróbica moderada al día (alrededor de unos 150 minutos a la semana).
Fuente: Mayo Clinic
Una señal de advertencia

A Karina, de 39 años, le diagnosticaron prediabetes en enero pasado. Su médico le recomendó hacerse estudios de laboratorio para conocer sus niveles de triglicéridos y colesterol, pero el resultado no fue lo que esperaba: le detectaron una medida de glucosa de 114 miligramos por decilitro (mg/dl), un valor por arriba de lo normal.
Esto llevó a su doctor a indagar en los factores que predisponen a la enfermedad, y ella cumplía con algunos: su papá es diabético; su índice de masa corporal la define como una persona con sobrepeso; y tiene un estilo de vida sedentario (confiesa que nunca le ha gustado practicar deporte o realizar actividad física).
La advertencia fue clara: cambiar sus hábitos (principalmente alimenticios) o, en cuestión de tiempo, su condición escalaría a diabetes.
Desde entonces, ha reducido significativamente el consumo de pan dulce y postres, así como las cantidades de su plato. Además, en la medida de lo posible, prefiere preparar sus alimentos en vez de comer en la calle. Gracias a estas acciones, ha podido mantener sus niveles de glucosa normales.
"Entre un 50 y un 58% de las personas con prediabetes pueden revertir esta condición si se aplican en el cuidado de su alimentación, en bajar de peso o hacen ejercicio de manera regular", señala el doctor Josafat Camacho Arellano, presidente médico de la Federación Mexicana de Diabetes (FMD).

En el límite de peligro
Se conoce como prediabetes a la afección en que los niveles de glucosa en la sangre son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente elevados para ser diagnosticados como diabetes. Según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, tener una medición de la glucosa en ayunas entre 100 y 125 mg/dl alerta de su existencia. Otro indicador es cuando, en una prueba de glucosa después de dos horas de los alimentos, se tienen mediciones de entre 140 y 199 mg/dl. El estudio de hemoglobina glicosilada, por otro lado, permite saber cómo ha estado el azúcar en los últimos dos a tres meses. Si se obtiene un porcentaje entre 5.7 y 6.4, significa que hay presencia de la enfermedad.
De acuerdo con especialistas, resulta importante llevar a cabo este tipo de exámenes debido a que la prediabetes es asintomática, por lo que una vez que aparecen algunas señales, como orinar con frecuencia o sentirse fatigado, podría ser demasiado tarde y tener ya diabetes.
La prediabetes suele presentarse en personas que tienen resistencia a la insulina (hormona producida por el páncreas que ayuda a que la glucosa en la sangre entre a las células de los músculos, grasa e hígado, donde se usa para obtener energía) o, bien, por una deficiencia de la misma. Sin suficiente insulina, la glucosa adicional se aloja en el torrente sanguíneo.
"Cuando al organismo le cuesta más trabajo metabolizar la glucosa que se obtiene de los alimentos, derivado de la presencia de tejido graso o adiposo de más, sobre todo a nivel abdominal, provoca que la insulina producida por el páncreas no funcione adecuadamente.
"Una vez que esto se vuelve crónico, es decir, que persiste durante muchos años, llega un momento en que se empiezan a elevar los niveles de glucosa en la sangre", dice Rubén Silva-Tinoco, director de la Clínica Especializada en el Manejo de la Diabetes de la CDMX.
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