EL UNIVERSAL
CIUDAD DE MÉXICO
El pasado sábado 13 de julio, durante un evento de campaña presidencial en Butler, Pensilvania, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, resultó herido de bala mientras presentaba estadísticas sobre cruces fronterizos.
En medio de su discurso, se escuchó un primer disparo, seguido rápidamente por dos más. Trump reaccionó rápidamente, cubriéndose una oreja y agachándose, mientras pedía a la multitud que se resguardara. El Servicio Secreto actuó de inmediato, rodeándolo para protegerlo.
Después de unos tensos momentos, el exmandatario se puso de pie para retirarse del lugar, escoltado por agentes que se convirtieron en sus escudos humanos. En un gesto de determinación, Trump levantó y agitó el puño mientras se alejaba del estrado.
Tras este suceso, a través de su cuenta oficial de X, el Servicio Secreto de Estados Unidos aseguró que Donald Trump se encontraba fuera de peligro y que se habían implementado medidas adicionales de seguridad a su alrededor tras el incidente. "Esta es ahora una investigación activa y se proporcionará más información conforme esté disponible", declararon.
Además, el expresidente confirmó personalmente que se encontraba en buen estado de salud a pesar de haber recibido un disparo en la oreja derecha.
Luego de este suceso, usuarios en redes sociales han cuestionado si ha habido otros intentos de atentados contra presidentes o candidatos en Estados Unidos, o si Donald Trump fue el primero en enfrentarlo. por lo que continuación te lo decimos.
De los 46 presidentes que han dirigido dicho país, cuatro de ellos fueron asesinados mientras estaban en el cargo: Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John F. Kennedy.
ABRAHAM LINCOLN
Éste fue el primero en morir asesinado en 1865. Durante una función en el Teatro Ford de Washington, recibió un disparo en la nuca por parte de John Wilkes Booth, un actor que se oponía fervientemente a las políticas de Lincoln. Booth fue abatido días después en Virginia.
JAMES GARFIELD
El segundo de los presidentes asesinados fue James Garfield, en julio de 1881. Fue tiroteado en la estación de tren de Washington DC por Charles Guiteau, quien buscaba un puesto en la administración de Garfield y, al ser rechazado, cometió el crimen. Guiteau fue detenido, juzgado y condenado a muerte por ahorcamiento ese mismo año.
WILLIAM MCKINLEY
William McKinley fue el tercer presidente asesinado en septiembre de 1901. Durante una visita a Buffalo, Nueva York, fue disparado por Leon Czolgosz, un anarquista radical. McKinley murió días después a causa de las heridas, y Czolgosz fue ejecutado por electrocución.
JOHN F. KENNEDY
John F. Kennedy fue el cuarto presidente asesinado, en noviembre de 1963 en Dallas, Texas. Mientras recorría las calles en un desfile, fue mortalmente herido por Lee Harvey Oswald, quien luego fue detenido y asesinado por Jack Ruby antes de ser juzgado.
GERALD FORD
Gerald Ford sufrió dos intentos de asesinato en 1975. Ambos fueron perpetrados por mujeres: Lynette 'Squeaky' Fromme, seguidora de Charles Manson, y Sara Jane Moore, una exinformante del FBI. Ford fue rápidamente protegido y ninguna de las mujeres logró disparar efectivamente contra él.
RONALD REAGAN
En 1981, Ronald Reagan fue blanco de un intento de asesinato por parte de John Hinckley Jr. afuera del hotel Washington Hilton. En ese entonces Reagan sufrió una herida de bala en el pulmón que estuvo cerca de ser fatal, pero se recuperó tras una cirugía.
Hinckley fue encontrado no culpable por razones de demencia y fue institucionalizado.
HARRY S. TRUMAN
En 1950, Harry S. Truman escapó ileso de un intento de asesinato perpetrado por dos puertorriqueños que intentaron ingresar a la Blair House, donde se hospedaba temporalmente mientras la Casa Blanca estaba en renovación. Aunque Truman salió ileso, hubo muertos en el intercambio de disparos.
THEODORE ROOSEVELT
Gran similitud con lo ocurrido con Donald Trump, Theodore Roosevelt también sobrevivió a un intento de asesinato en 1912 durante un mitin de campaña en Milwaukee. Un tabernero le disparó, pero el impacto fue mitigado por un grueso discurso que Roosevelt tenía en el bolsillo, salvándole la vida.