EL PAÍS
ANDREA RIZZIMARÍA y R. SAHUQUILLO
Zelenski se reúne este jueves con los líderes de los países más ricos del mundo en Italia y firma pactos de seguridad con EE UU y Japón
Los países del G-7, reunidos en su cumbre anual, en esta ocasión en el sur de Italia, han alcanzado un acuerdo sobre el mecanismo para entregar nueva ayuda financiera a Ucrania utilizando los intereses generados por los activos congelados de Rusia. La presidenta del Gobierno italiano, Giorgia Meloni, dijo que se había alcanzado “un acuerdo político” para activar el préstamo, y señaló que hay consenso sobre el conjunto de la declaración común. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, precisó que “todos los países del G-7 contribuirán a ese préstamo. Serán los rendimientos de los activos rusos congelados en Europa que lo devolverá”, dijo. Se trata de una medida de gran calado, que ha costado meses pactar, destinada a garantizar la continuidad del apoyo a Kiev, al tiempo que inflige un daño a Rusia. El consenso político no significa que todos los detalles técnicos estén resueltos. Los ministros de Finanzas, según señaló el presidente de Francia, Emmanuel Macron, han quedado encargados de definir el esquema.
La idea es activar un préstamo de 50.000 millones de dólares —un valor parecido al de los últimos paquetes de apoyo aprobados por la UE o por Estados Unidos— que se vaya devolviendo con los rendimientos de los activos rusos inmovilizados por las sanciones occidentales. Kiev podrá utilizar el dinero tanto para fines militares como de reconstrucción o de equilibrio fiscal. Se trata de una bombona de oxígeno que busca asegurar la estabilidad del apoyo a lo largo de 2025, sobre todo ante el riesgo de que Donald Trump gane en las presidenciales de noviembre y decida cortar el flujo de ayuda estadounidense.
El Kremlin respondió airadamente. “En Rusia hay suficientes propiedades y activos europeos y las inevitables represalias rusas serán extremadamente dolorosas para Bruselas”, advirtió la portavoz del Ministerio de Exteriores.
La negociación fue compleja. EE UU empujaba para lograr la utilización de los fondos congelados, e incluso ponderó la opción de utilizar el principal. La UE tenía, en cambio, dudas acerca de la legalidad de esa maniobra, y se decantó por utilizar los intereses generados por los activos congelados. Alemania mostraba reticencias, con un deseo de esbozar más claramente el esquema y las garantías, pero las fuentes europeas no creen que vaya a bloquear el acuerdo final.
Desde el punto de vista de la UE, se puede hacer. Una partida excepcional habilitada este año por el reglamento del presupuesto europeo permitiría canalizar ese préstamo como programa de asistencia macroeconómica con la aprobación de una mayoría cualificada del Consejo. Al no hacer falta la unanimidad, la aprobación del órgano que representa a los Estados miembros sortearía el posible veto de Hungría. “Es la ventana de oportunidad perfecta porque si se retrasa, su aprobación en 2025 requeriría cambiar el reglamento del presupuesto, para lo que se necesita unanimidad”, dice un alto diplomático europeo. Dentro de esos detalles, se plantea que sea EE UU quien ponga las garantías (o parte de ellas) para el préstamo europeo, una forma de involucrar a Washington y también de tranquilizar a la UE. Pero ese capítulo todavía está en discusión.
La UE ha llevado la propuesta muy cerrada y acordada en casa, con los Estados miembros, para que después no haya negociaciones interminables. La UE ya aprobó una medida —que se ha creado en forma de sanción a Rusia— para armar a Ucrania con los rendimientos que generan los activos rusos inmovilizados por las sanciones al Kremlin; eso genera unos 3.000 millones de euros al año. La idea ahora es transformar ese sistema en un préstamo para Ucrania, ya que si se usan esos rendimientos para pagar los intereses del préstamo puede haber más dinero disponible para Kiev, y más en un contexto como el actual, muy difícil en el campo de batalla y de enorme volatilidad política.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, señaló este jueves la determinación de los socios: “Queremos apoyar a Ucrania. Suministrar más apoyo financiero para que puedan defenderse”, argumentó.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se sumó este jueves a la cumbre. Exhortó a los líderes del G-7 a activar un auténtico plan Marshall para la reconstrucción de Ucrania y señaló la importancia de superar las limitaciones en el uso del armamento suministrado para lograr una mejor eficacia en la defensa. Zelenski dijo que las restricciones levantadas ya han permitido una mejora de la defensa aérea. El mandatario firmó un acuerdo de seguridad con Japón, que le proveerá con ayuda militar por valor de 4.500 millones de dólares (unos 4.200 millones de euros) este año, y otro con el presidente de EE UU, Joe Biden.
“Este acuerdo acelera la integración de Ucrania en las comunidades transatlánticas. Incluye importantes compromisos de Ucrania sobre reformas de seguridad, económicas y democráticas en línea con sus metas de acceso a la Unión Europea y la OTAN”, apuntaba luego Biden en la rueda de prensa que mantuvo con el presidente ucranio tras la firma del pacto, en unas declaraciones divulgadas por la Casa Blanca, informa Macarena Vidal Liy desde Washington.
Los países del G-7 anunciaron en la cumbre de la OTAN de Vilnius del año pasado su intención de proceder a la firma de acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania a la espera de que se despeje el camino de adhesión de Kiev a la Alianza Atlántica. Una treintena de países se adhirieron a esa declaración y una quincena de ellos, incluidos Alemania, Francia y España, ya han sellado los pactos prometidos, que garantizan a Ucrania flujos de armas y otro tipo de apoyo, en el intento de enviar una señal de persistente compromiso. Este jueves es el turno de Washington y Tokio.