29 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Apuran migrantes travesía a frontera de EU desde Panamá

 

 

 

 

 

 

AGENCIAS

Panamá

Largos botes de madera llenos de migrantes con chalecos salvavidas naranjas llegaron uno tras otro, empujados por motores fuera de borda por el río. Al final del día, las autoridades registraron unos 2 mil migrantes en este remoto puesto ribereño en el borde de la selva del Darién, que conecta Panamá y Colombia.

Algunos tenían información vaga -de familiares, redes sociales, contrabandistas- sobre cambios en las políticas fronterizas por parte del Gobierno de Estados Unidos y se apresuraban por llegar a esa frontera lejana.

El 11 de mayo, el Gobierno estadounidense pondrá fin a las restricciones relacionadas con la pandemia para las personas que solicitan asilo en la frontera, conocidas como Título 42, bajo las cuales los migrantes han sido expulsados de Estados Unidos más de 2.8 millones de veces desde marzo de 2020.

La incertidumbre sobre lo que sucederá después del fin de las restricciones, así como la posibilidad de nuevos límites al asilo, fue aprovechada por los contrabandistas de migrantes para crear una sensación de urgencia innecesaria en las personas que toman decisiones con información imperfecta.

Ante el temor de una avalancha de llegadas, autoridades de EU han ampliado las vías legales, han instado a los posibles migrantes a registrarse antes de emprender el viaje y han propuesto restringir severamente el asilo para las personas que viajan a través de México. Deportarán a aquellos considerados no calificados con una prohibición de reingreso de cinco años.

Mientras los migrantes cruzaban el Darién, no se veían señales visibles en ninguno de los lados de que los esfuerzos prometidos hace un mes por Estados Unidos, Panamá y Colombia para frenar la migración en este cuello de botella entre regiones estuvieran funcionando. Si acaso, el flujo parecía haber aumentado durante un año que ya llevaba un ritmo récord.

María Chirino Sánchez, de 34 años, dejó Venezuela un mes antes con un grupo de 10 familiares, incluyendo a su esposo, cuatro hijos y su perro Toby. A pesar de tener empleo en una empresa de transporte y su esposo como técnico dental, no podían llegar a fin de mes.

Urgidos por familiares en Estados Unidos, vendieron su casa por 4 mil dólares y se pusieron en marcha, habiendo escuchado que no los dejarían entrar después del 11 de mayo. Se quedaron sin comida y tuvieron que mendigar galletas para alimentar a sus hijos antes de salir de la selva. Al igual que otros, la mujer afirmó que si la enviaran de regreso, no volvería a intentar esta ruta.

El sentimiento de Chirino era casi universal a pesar de los indicios de que la ruta altamente transitada desde Colombia se ha establecido más que nunca. Los venezolanos conforman el grupo más numeroso de los que cruzan el Darién en la actualidad, pero los periodistas de AP también vieron haitianos, chinos y ecuatorianos, entre otros.

En Necoclí, Colombia, entre mil y mil 200 migrantes al día abordan barcos que los trasladan a través de un golfo hacia Acandí, en el lado colombiano del Darién, según las autoridades locales de derechos humanos.

Allí, los conductores de mototaxis esperan para llevarlos rápidamente hasta el comienzo del sendero, una ruta que ahora está siendo pavimentada.

Han surgido campamentos en la ruta donde los migrantes pueden montar sus tiendas de campaña y comprar provisiones. Para aquellos con los medios, se pueden contratar porteadores.

El viaje es agotador. Los migrantes caminan durante varios días por montañas en una selva densa, lidiando con insectos que pican, serpientes venenosas, lluvias torrenciales y pasos de montaña cubiertos de barro. Los ríos crecidos arrastran a aquellos que se resbalan. Bandidos asaltan y agreden sexualmente a los migrantes.

Aun así, casi 250 mil personas lo lograron el año pasado y las Naciones Unidas proyectan que otras 400 mil podrían intentarlo este año.

Algunos migrantes dijeron que simplemente ya no podían mantener a sus familias en sus países. Huyeron de la inestabilidad política, el desempleo o la criminalidad.

Muchos huyeron de la crisis política y económica de Venezuela, ya sea en la actualidad o años atrás, pero otros provienen de países más lejanos.

Yu Tian viajó desde Wuhan, China, a Hong Kong, y luego a Ecuador, donde abordó un autobús hacia Colombia.

"Cientos de miles están dejando China", dijo el guía turístico convertido en migrante.