29 de Noviembre de 2024
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García Luna: claroscuros del funcionario sentenciado en EU

 

 

 

 

 

 

 

 

AGENCIAS

CIUDAD DE MÉXICO

Genaro García Luna fue un funcionario de claroscuros, desde el despegue de su carrera sobre él existieron denuncias de corrupción y de presuntos vínculos con el crimen organizado, sin embargo, al mismo tiempo, fue reconocido por las agencias policiacas de Estados Unidos.

A principios de 2001, cuando era jefe de la Policía Judicial Federal y trabajaba para convertirla en la Agencia Federal de Investigación (AFI) fue denunciado ante la Procuraduría General de la República (PGR) por el entonces Secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, hoy Fiscal General de la República, por presuntos desvíos cometidos durante su paso por la Policía Federal Preventiva (PFP).

A García Luna lo responsabilizaron, primero Gertz Manero y posteriormente la entonces Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam), de haber hecho uso indebido entre 1999 y 2000 de 42 millones 584 mil 289 pesos de la partida de “Acciones Policiales Especiales”, ya que los gastó en viáticos, arrendamiento de inmuebles y pago a informantes sin comprobación alguna.

“Ya traía antecedentes de pillo”, indica Javier Herrera Valles, ex coordinador de Seguridad Regional de la PFP, quien conoció a García Luna a finales de los 90 en la corporación y, posteriormente, casi una década después, sería perseguido y encarcelado por haberlo denunciado ante el Presidente Felipe Calderón.

Tanto la denuncia de Gertz Manero como la investigación administrativa de la Secodam no prosperaron, García Luna recibió el respaldo del Procurador Rafael Macedo de la Concha y del Presidente Vicente Fox, por lo que continuó con su proyecto y el 2 de noviembre de 2001 consiguió que naciera la AFI, una corporación que pretendía ser el símil mexicano del FBI.

DE ESCRITORIO

García Luna se formó como un policía de gabinete, egresado como ingeniero mecánico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), ingresó al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) en 1989 y durante la década de los 90 se desarrolló en el área de análisis.

El joven agente, quien años antes había probado fortuna en las fuerzas básicas del América, se unió al grupo de investigación de antiterrorismo que entonces comandaba Wilfrido Robledo y que entre sus objetivos más importantes era combatir al Ejército Popular Revolucionario (EPR).

El seguimiento a los grupos guerrilleros derivó en la investigación de secuestros de alto impacto, cometidos tanto por estos grupos como por otras organizaciones delictivas que surgieron a finales de los 90 y que estuvieron encabezadas por delincuentes como Daniel Arizmendi López, “El Mochaorejas”, Andrés Caletri, “Hermano Coraje”, y Marcos Gancedo Tinoco Gancedo, “El Coronel”.

García Luna, Foro sobre seguridad en la UNAM en 2004.

La encomienda de que el Cisen investigara los secuestros, recuerda José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, fue ordenada por el Presidente Ernesto Zedillo tras el secuestro de Raúl Nava Ricaño, hijo de Josefina Ricaño de Nava, quien fundó en 1998 México Unido Contra la Delincuencia.

“En el Cisen, quienes manejaron la investigación fueron Wilfrido Robledo, Genaro García Luna y el equipo de ellos. No sé si ahí empezaron, pero por lo menos retomaron el asunto de los secuestros y empezaron a dar buenos resultados de manera pública, esto fue más o menos en 1997 y 1998″, señala.

Durante su etapa en el Cisen, explica Herrera Valles, García Luna conoció a varios de quienes serían posteriormente sus principales colaboradores, como Luis Cárdenas Palomino y Ramón Eduardo Pequeño García, quienes están imputados en Estados Unidos en la misma causa penal en la que García Luna fue declarado culpable el pasado 21 de febrero por haber recibido sobornos millonarios del Cártel de Sinaloa.

BLANCO DE SOSPECHAS

En 2002, señala Ortega, quien entonces era presidente de la Comisión de Seguridad de la Copamex, el secuestrador Marco Tinoco Gancedo, “El Coronel”, acusó a García Luna de proteger a Alberto Pliego Fuentes, que había sido su subordinado en la PFP y quien extorsionaba a los jefes de las bandas de secuestradores antes de capturarlos.

Recuerda que él, personalmente, junto con el entonces presidente del organismo empresarial, Jorge Espina, se reunieron con Macedo de la Concha y le hicieron saber de las imputaciones del secuestrador en contra del titular de la AFI, pero lo único que hubo fue respaldo hacia el jefe policiaco.

“Tuvimos una junta… le dije (al Procurador) la razón, que era la negativa de Genaro a reportarse y que mi queja era que ‘El Coronel’ estaba señalando a Pliego Fuentes como su protector, como quien lo estaba extorsionando y al mismo Genaro García Luna y que eso no lo habían querido incluir en la investigación.

“Ahí se molestó mucho Genaro García Luna, lo controló el Procurador deteniéndolo del brazo y llegamos a un acuerdo con el Procurador de que iba a continuar con la investigación, pero la investigación no supimos si la terminaron o no, ya no tuvimos noticia de qué pasó con esa información”, relata.

Herrera Valles indica que como Coordinador General de Inteligencia ente 1999 y 2000, García Luna era el principal responsable de investigar los secuestros y, desde entonces, ya se sabía en el ambiente policiaco y de los criminales que su grupo apadrinaba a ciertas bandas.

Israel Vallarta y Florence Cassez

Ellos administraban, apadrinaban el secuestro, permitían que las bandas de secuestradores se llevaran dos, tres secuestros, y luego detenían a los cuidadores de las casas, pero nunca cabecillas, ni se recuperó recursos de secuestros que se habían pagado, la extorsión era muy recurrente".

Ni esa denuncia, ni el escándalo que se generaría tras la captura en 2005 de Israel Vallarta y Florence Cassez, en el que la AFI hizo un montaje del operativo para la televisión, pararon el ascenso de García Luna, quien en diciembre de 2006 sería nombrado Secretario de Seguridad Pública por el Presidente Felipe Calderón.

A la SSP, agrega Herrera Valles, llegó rodeado de todo su grupo y de inmediato comenzaron a tomar decisiones que facilitaron la operación de los grupos del crimen organizado, como fue el retirar la mayor parte de los elementos destinados a vigilar las carreteras federales.

Ante este tipo de medidas y otras como el contratar agentes que no habían aprobado el examen de control de confianza, Herrera Valles decidió informar a Calderón de las sospechas que existían contra el Secretario.

“En mi carta, al Presidente Calderón le hice referencia de la gente que estaba involucrada desde que estaban en la AFI en hechos relacionados con delincuencia organizada, homicidios de comandantes, pérdida de droga, el homicidio de Enrique Salinas de Gortari… y le pido que investigue para que determine las irregularidades.

“Como no me hace caso, le mando una segunda carta, pero mi obligación ya era denunciar los hechos y le turno copia al Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, que, a final de cuentas, era un cómplice de él porque no hizo ningún movimiento para atender esa denuncia, al contrario, me integran una averiguación previa por revelación de secretos”, recuerda.

"EL METRALLETA"

Israel Ávila, presunto contador de los Beltrán Leyva.

En el juicio en Nueva York, Israel Ávila, quien era una especie de contador de los Beltrán Leyva, dijo que García Luna estaba en la nómina de la organización y que en el registro lo tenían identificado como “Metralleta” o “Tartamudo” debido a la dificultad que tiene el ex funcionario al hablar.

Esta peculiaridad, dice Carlos Mendoza, consultor en temas de seguridad pública, hacía difícil la relación debido a que en las reuniones, la mayoría de las veces, no se entendía lo que García Luna había querido decir.

“Creo que todos lo han señalado, su dicción no era muy buena, era alguien discreto, era de pocas palabras, yo diría que era ejecutivo, la parte de socialización no era su fuerte, entonces, más bien, atendía agendas que eran muy concretas, muy breves.

García Luna, 2007.

Con sus problemas de dicción uno tenía que hacer esfuerzos para entender qué es lo que decía, porque hablaba con la boca muy cerrada. Lo mejor en esos casos era repetir el acuerdo para que él asintiera con la cabeza o con un monosílabo si era correcto o no era correcto".

Carlos Mendoza

Otra característica personal, indica Mendoza, es que no es una persona abierta al escrutinio y a la crítica, esto lo llevó a no aceptar la participación de la sociedad civil como parte del control interno de la Policía, algo que, de haber implementado, seguramente le habría ahorrado acusaciones de abuso en el uso de la fuerza.

“Su estilo era muy vertical, muy autoritario, siempre rechazó la transparencia, la participación de la sociedad, con excepción de algunos grupos con los cuales él podía tener diálogo, pero en general, digamos, abría las puertas de manera muy segmentada y creo que eso, visto a la distancia, se explica por estos acuerdos mafiosos que tenía”, considera.