A cinco años del inicio de la guerra en Siria, las cifras sobre los daños y víctimas revelan una nación devastada por el terrorismo, la inseguridad y la inestabilidad política.
Desde 2011 han muerto 366 mil personas, el 80 por ciento de la población vive en pobreza extrema, 6.6 millones son desplazados internos y al menos 4.8 millones huyeron a Europa, Jordania, Turquía y Líbano.
De acuerdo con datos difundidos por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el 50 por ciento de los refugiados que llegaron a Europa son civiles que huyeron del conflicto.
El gobierno de Bashar al Asad ha negado que la crisis de los refugiados en la UE se deba a las acciones del gobierno. En una entrevista concedida a medios rusos el mandatario precisó que la población huyó a causa de los bombardeos de los grupos terroristas, entre los cuales, según su definición, se encuentran las fracciones opositoras, el frente Al Nusra y el Estado Islámico.
“Occidente denominó los acontecimientos sirios protestas pacíficas de la oposición moderada pero ahora admite la existencia del terrorismo bajo el nombre del EI o el Frente al Nusra, pero atribuye la culpa al Gobierno sirio. Por lo tanto mientras continúe esta línea de propaganda no tendrán otro remedio que aceptar más refugiados”, afirmó el mandatario.
Las protestas que iniciaron en marzo de 2011 como un reclamo ciudadano para obtener un país libre y democrático desembocaron en un conflicto armado con varias aristas en el que las únicas víctimas han sido los civiles.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha pugnado por un acuerdo entre la oposición el régimen, sin embargo, ninguna de las conversaciones de paz que han tenido lugar desde 2013 en Moscú y Ginebra han dado resultados concretos.
A principios de marzo, ambas partes acordaron un cese el fuego temporal con la finalidad de que elementos de la Media Luna Roja y organizaciones humanitarias brindaran ayuda a los civiles que quedaron aislados a raíz de un cerco militar que Al Asad implemento en las zonas controladas por los disidentes.
Madaya, una de los zonas sitiadas, saltó a la luz pública debido al fallecimiento de 69 personas por inanición. ONG denunciaron que el cerco militar del régimen ejecutado para producir la pronta rendición de las tropas rebeldes era un “crimen de lesa humanidad” debido a que estaba provocando la muerte de civiles. Aseguraron que otras 11 regiones en el país estaban en condiciones similares.
Ante la presión internacional el gobierno aceptó permitir el acceso a la ONU con 60 toneladas de comida y medicinas, pero exigió el desarme de los insurgentes.
En los diálogos de paz, moderados por la ONU, la principal exigencia de los inconformidades ha sido la fijación de una fecha para llevar a cabo elecciones presidenciales; de hecho ése fue el origen de las manifestaciones.
La naciones árabes deben la configuración de sus gobiernos a un conflicto histórico religioso basado en la separación de dos corrientes islámicas: sunitas y chiitas. Con el inicio de la denominada Primavera Árabe en Túnez, Egipto, Libia y Yemen, la división religiosa sirvió de eco para las protestas contra el presidente chiita Bashar al Asad.
La población, de mayoría sunita, demandó el derrocamiento de un régimen que ha durado más de cuatro décadas en el poder a pesar de que la Constitución, adoptada en 1973 declaró a Siria como una república.
Al Asad es renuente a abandonar el poder a pesar de que se dice dispuesto a entablar un diálogo. Recientemente anunció que el 9 de abril celebrarán elecciones parlamentarias en las zonas controladas por el gobierno pero se niega a realizar comicios presidenciales si él no figura como uno de los candidatos.
Tanto Rusia como Estados Unidos han intervenido militarmente en la nación árabe; los primeros apoyan a Al Asad y los segundos a los opositores. Ambos países han declarado estar en favor del fin del conflicto sin estar de acuerdo en la forma en que debe ocurrir.
Sin una tregua vigente la ONU espera reunir el próximo 4 de abril en Ginebra a las partes en conflicto que han dejado a la deriva el futuro de una población que ya supera los 22 millones y cuya esperanza de vida se ha reducido 20 años pasando de 75 a 55.
Yihadistas asesinan a 426 de sus combatientes en 24 meses
El Estado Islámico asesinó a 4 mil 64 personas en Siria desde que el grupo terrorista proclamó su califato en ese país y en Irak en junio de 2014, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos .
Entre las víctimas mortales se encuentran 2 mil 197 civiles. 83 menores y 125 mujeres que murieron por disparos, decapitaciones o alguna pena capital que el grupo terrorista ha impuesto.
Asimismo los radicales asesinaron a mil 128 efectivos del régimen sirio y 301 combatientes de los grupos opositores.
La organización terrorista también asesinó a 426 de sus milicianos, acusados de espiar para potencias extranjeras y trabajar para la coalición que encabeza Estados Unidos.
También hay desertores del régimen que perdieron la vida por disparos de los yihadistas y que fueron crucificados por apostasía en el pueblo de Homar.
El recuento incluye, además, a un ex policía que había comenzado a trabajar en las fuerzas de seguridad del EI y que fue asesinado por los extremistas por “falta de arrepentimiento”. Un antiguo seguidor de la organización que abandonó el grupo hace cinco meses fue encontrado y decapitado por traición.
