El pentagrama de unos 5 metros de circunferencia y las múltiples figuras del conocido ángel caído enmarcan lo evidente, es una misa negra y sus seguidores están listos para recibir el primer viernes del tercer mes del año venerándolo.
Con vistosos trajes negros en motivos dorados o rojos, alcohol, doncellas en poca ropa y animales dispuestos a ser sacrificados (gallinas negras y una cabra), los denominados elegidos aseguran que este día la Luna se aproxima más a la Tierra y genera energía lo bastante fuerte y positiva para propiciar que se logre lo que se propone y desea.
Rodeados de curiosos, creyentes y aspirantes, los brujos están listos, los tambores siguen sonando, las gallinas negras están clavadas en las puntas de la estrella y el ritual por el que esperan cada año comienza. Están concentrados, saben lo que hacen y la devoción se sacia con sangre, danzas eróticas y palabras de amor al dueño de sus almas, el diablo.