“Si queremos recuperar nuestro sentido de humanidad, debemos tender la mano a aquellos que carecen hasta de lo más indispensable o están sumergidos en la desesperanza”, enfatizó la presidenta de Vivir para Servir sin Condición, A. C.
Por Carlos Haschmed Nava
Poza Rica
Zayma Zamora García es una madre de familia y esposa como cualquier otra. Realiza casi las mismas actividades que muchas mujeres que, en marzo, celebran su mes, pero ella lo hace de un modo peculiar; hace lo que más le gusta: servir a los demás.
La presidenta de Vivir para Servir sin Condición, asociación civil que lo mismo distribuye alimentos, medicamentos, enseres domésticos, despensas y brinda pláticas de orientación, además de gestionar apoyos sociales, Zamora García ha encontrado en la creación de esta organización una oportunidad de sacar lo mejor de sí misma: su valor de mujer.
Convencida de que solidaridad no es sólo una palabra gastada en un añejo eslogan gubernamental, Zamora García recorre algunas de las zonas menos favorecidas de esta ciudad y el vecino municipio de Tihuatlán.
“Aquí se respira pobreza, pero también, la esperanza y ésa es nuestra labor, no sólo llevar cosas materiales, sino un mensaje de amor”, indicó.
“Hay lugares en que no nos queda nada para entregar porque se carece de todo. Créeme, nunca será bastante lo suficiente. Frecuentemente, nos topamos con esta realidad”, reflexionó sin apartar su mirada de las intrincadas calles sin pavimentar por las que conduce su camioneta, cargada con pan y medicamentos, en uno de los sectores más pobres de la zona conurbada.
La activista reconoce que no todo ha sido sencillo, ella misma ha tenido que sufrir en carne propia la desesperanza y la confusión, por ello, sus palabras adquieren más contundencia. Sólo quien ha sufrido el más intenso dolor conoce el bálsamo que representa una palabra o una acción de apoyo.
Su imagen glamorosa y su señorío, esos gestos tan suyos, como de una diva, atraen la atención de las personas que se arremolinan alrededor de su camioneta. Su estilo franco de decir las cosas y su entrega a la labor de ayudar, generan confianza entre quienes la reciben. Lo mismo ocurre en una casa humilde, que en una calle sin pavimentar, en un anexo o un templo, el diálogo es abierto, cara a cara. Su testimonio y su labor los convence.
Enfermera de profesión, madre por convicción y servidora de sus semejantes por elección, Zamora García está inmersa, actualmente, en la operación de una serie de acciones que buscan mejorar las condiciones de vida de quienes viven en la pobreza. “estamos gestionando programas para pisos de concreto, techado, atención a enfermedades de pobreza como la tuberculosis y estamos gestionando otros como el de Empleo Temporal y proyectos productivos” agrega con su inconfundible entusiasmo.
El recorrido ha sido corto, pero intenso en emociones, el objetivo se cumple. “Por hoy, ya trajimos un mensaje de esperanza y amor y nosotros nos vamos con el corazón lleno de alegría, pronto regresaremos”, expresó al volver a su vehículo, ya vacío. Decenas de personas agradecen su visita, la despiden con una sonrisa y no faltan las bendiciones de otras mujeres que, como ella, celebran en marzo su mes, como siempre, trabajando.