*Yo soy el padre Martín… es un libro del sacerdote Rafael González para divulgar su vida y obra en el proceso de beatificación y canonización
Naldy Rodríguez
Xalapa
A lo largo de 200 páginas, el padre Rafael González plasmó las vivencias del sacerdote Juan Manuel Martín del Campo, quien dedicó su vida a sus fieles, a ser ejemplo de amor y tolerancia, y a combatir los malos espíritus de las personas que se encontraban afectados por su presencia.
Yo soy el Padre Martín… es un libro en primera persona; es decir, el personaje principal es quien relata su propia historia a través de pasajes y anécdotas.
Su autor explica que logró realizar esta edición con el apoyo de entrevistados, quienes conocieron y convivieron con el sacerdote, quien es muy querido en Xalapa y en la región centro del estado.
“Son algunos pasajes inéditos en la vida y obra del padre Martín, pero con esta peculiaridad que el padre habla en primera persona… parece esto un poco extraño, pero es un método que tiene la finalidad de mostrar las entrevistas de personas que lo conocieron”.
El padre Rafael señala también que el libro fue escrito con un lenguaje sencillo y descriptivo, sobre todo de los lugares donde se desarrollan las vivencias como Xalapa, Xico, Coatepec y la sierra de Zongolica.
“Hay relatos como el exorcismo que hizo en el Centro de Especialidades Médicas, así otros relatos que se involucran los paisajes donde se dieron”, señala.
En entrevista para El Heraldo de Xalapa, comenta que su elaboración la pudo realizar en poco tiempo: sólo 40 días le llevó la redacción de esta obra, la cual realizó entre sus actividades y tareas cotidianas.
“Yo empecé en la segunda semana de Pascua y terminé el día de Pentecostés, fueron 40 días incluidas las entrevistas. No soy escritor, no van a encontrar una obra literaria, es un recopilación de hechos inéditos”, aclara.
Como parte del libro, al inicio hay un apartado titulado Carta sin sobre, donde el padre Rafael González le explica al lector las motivaciones que lo llevaron a escribirlo y justifica por qué lo hizo en primera persona, pero la dirige al propio Martín del Campo.
“Mi intención es que los fieles lo conozcan, y todo ello porque él va camino a los altares… Siempre tuvo fama de santo y gracias a Dios a partir de que iniciamos el proceso de beatificación y canonización va muy avanzado”, confirma.
Hasta ahora el libro ha sido muy bien recibido por la feligresía, sobre todo por quienes lo conocieron, pues el padre Martín murió en agosto de 1996. Se distribuye en la Catedral de Xalapa y en otros puntos de la ciudad y el estado.
Sigue el proceso de beatificación
El próximo mes, el día 22, el padre Juan Manuel Martín del Campo podría ser declarado “Venerable siervo de Dios”, lo que lo pondría en la antesala de la beatificación.
Y para declararlo beato falta que se compruebe un milagro gracias a su intercesión, después de que se estudie, se apruebe y se descarte científicamente toda intervención médica.
Para que sea tomado en cuenta el milagro por la Iglesia, debe ser del orden físico y no moral, que desafíe las leyes de la naturaleza por intervención divina para bien de las personas.
“Para que los médicos digan que ha sido inexplicable su curación, porque debe ser del orden físico, entonces la congregación de los santos lo reestudie y lo declaren inexplicable y por lo tanto milagroso”, dice.
Por eso, el padre Rafael González invitó a las personas que pudieran tener o conocer de un evento milagroso gracias a la intercesión del sacerdote Martín del Campo que se lo reporten o que se encomienden a él, porque “ya aparecerá”.
Para el autor de Yo soy Martín… el sacerdote y protagonista de su libro es una luz medio de todas las dificultades y sombras de la Iglesia, y un ejemplo a seguir en la formación sacerdotal, en el ejercicio del ministerio y para toda la vida cristiana, porque vivió con humildad, paciencia y tolerancia.
“Particularmente fue un sacerdote pacificador, un hombre que llevaba la paz donde quiera que él estaba, la paz de la conciencia, el corazón y en las relaciones humanas”, añade el párroco de la Catedral de Xalapa.
“El exorcismo del CEM”
Corría el mes de noviembre de 1994…Entré inmediatamente y la observé con detenimiento, pude ver el rostro herido por la presencia del espíritu del mal, su mirada perdida, sus labios resecos y partidos por la deshidratación corporal que sufría. Entonces se me ocurrió como algo fuera de serie que ordinariamente no hacía, lanzarle a esta mujer de manera sólo mental, sin pronunciar ninguna palabra y en latín, la oración de expulsión y de mandato a Satanás.
(Extracto del libro)