Yhadira Paredes/
Xalapa.-
En este Día de Muertos se recuerda a todos los difuntos, pero en especial a todas las víctimas de la violencia presente en México, señala mediante el comunicado de los domingos, el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes.
El sacerdote católico señaló que la sombra de la muerte ha hecho estragos en las familias mexicanas, traído luto y dolor en los hogares; ha sembrado desconfianza en las personas y en las instituciones.
Además, la violencia, dijo, ha cobrado muchas víctimas y la ciudadanía no puede acostumbrarse a ello. “Se nos anunció que esta lacerante situación se reduciría y que habría estrategias eficientes para disminuir esta realidad y sin embargo las fuerzas de la muerte parecen tener el control de mando”.
Suazo Reyes agregó en el documento que a la luz de la palabra de Dios y la fe cristiana en este día en que se recuerdan los difuntos, se celebra la victoria de la vida, se debe transformar las lágrimas en gozo y acabar con el odio y la violencia; con los deseos de venganza y con todos los signos de muerte que merodean nuestro país.
Por ello “junto con toda la Iglesia hoy ofrecemos nuestras oraciones por todos los difuntos; pedimos para que Dios tenga misericordia de ellos y los lleve a gozar del cielo; estas oraciones nos recuerdan además que un día también nosotros hemos de morir y necesitaremos también que otros oren por nosotros”.
En el comunicado emitido por la dirección de Comunicación Social de la Arquidiócesis se aclara que luego de la festividad de Todos los Santos celebrada el día 1 de noviembre, la Iglesia recuerda el día 2 a todos los difuntos, por lo que hace oración por los difuntos porque delante de Dios, ellos están vivos.
Indicó que la conmemoración de los difuntos es un día en que recordamos a aquellos que físicamente ya no están entre nosotros porque ya han muerto. La oración por ellos, es para suplicar la misericordia divina por ellos; para que Dios perdone todas sus culpas y los pecados que en vida no hayan podido reconciliar.
Finalmente señaló que “humanamente hablando la llegada de la muerte pasa por la experiencia amarga del dolor, del llanto, del luto, de la tristeza, de la sensación de la oscuridad, sin embargo en medio del túnel de esa experiencia, la fe nos permite contemplar la luz de la Gloria divina manifestada en la resurrección de
Cristo, pues la muerte es un paso obligado para encontrarnos con Dios”.