*Los jóvenes prefieren no aprender el dialecto ante la discriminación que persiste
Naldy Rodríguez
Xalapa
Con más de 60 años a cuestas y madre de ocho hijos, Leonarda González, de origen nahua, confiesa que ninguno de sus vástagos —el mayor de 40 y el menor de 23 años— habla su lengua madre. Por desidia y desinterés.
En la zona central montañosa de Veracruz, en Lotate, el ranchito donde vive del municipio de Tezonapa, ya solo los más “viejitos”, como ella, hablan la lengua náhuatl. Sus hijos forman parte de los 300 mil indígenas que recibieron solo el castellano como su lengua.
“No aprendieron, porque nosotros ya no les hablábamos, aunque yo en la casa les decía algunas palabras: Cómo se dice agua, si una quiere comer, si quiere uno pollo, perro”, relata mientras pronuncia con orgullo esas mismas frases en su lengua materna.
Náhuatl, totonaco, huasteco, popoluca, zapoteco, chinanteco, otomí, mazateco, tepehua, mixteco, zoque y mixe son 12 de las 15 lenguas que se hablan en el estado de Veracruz, las otras tres están a punto de desaparecer, como es el zayuteco y oluteco.
Las lenguas indígenas agonizan en algunas comunidades y regiones de Veracruz. Y la discriminación es el principal factor para que los jóvenes, principalmente, ya no las hablen.
"Un hecho histórico que aún no se ha superado es la discriminación y la marginación, es decir los actuales jóvenes y niños son el resultado de abuelos y padres que fueron discriminados por su condición étnica”, reconoce la directora de la Academia Veracruzana de Lenguas Indígenas (Aveli), Lucía Tepole Ortega.
También de origen nahua, la funcionaria estatal señala que es preocupante la pérdida de hablantes a nivel cultural, porque la preservación lingüística está en una situación difícil en Veracruz y en el país.
Las estadísticas oficiales, que datan de 2010, no registran una baja en el número de hablantes; sin embargo, los propios hablantes reconocen que en sus comunidades ya solo habla el dialecto la gente mayor, porque los niños y jóvenes se niegan a aprenderlo.
“Sí tenemos esa desventaja con los jóvenes, porque salen a trabajar a la ciudad y cuando regresan ya no tienen el interés de continuar hablando su lengua. A veces sí lo hablan pero lo niegan”, admite la delegada de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), María Isabel Pérez Santos.
Sin hablar lengua indígena, 25%
De 936 mil 268 indígenas dispersos en 12 mil 480 localidades del estado de Veracruz, son 296 mil 268 personas las que no hablan su lengua madre por elección o al menos dicen no hablarla.
En la entidad son 640 mil indígenas que se comunican e interactúan en su lengua madre, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Las mismas cifran que indican que no ha habido una reducción de hablantes.
“Más que hablar de regiones, yo diría que la —pérdida de hablantes— es a nivel comunitario. Un ejemplo: la lengua náhuatl es la más hablada en el país y en Veracruz, sin embargo, tenemos casos de comunidades nahuas donde ha disminuido el idioma”, señala la titular de la Aveli.
La zona totonaca en cambio, añade la delegada federal, es muy aguerrida por su cultura, “se interesan mucho por enseñarles a los niños para hablar y avanzar, hacer sus trabajos artesanales, van transmitiendo la cultura”.
Ayer como hoy el habla se adquiere a través de la enseñanza diaria de papá y mamá. Sin embargo, algunos adultos indígenas no quisieron enseñarlo y otros niños y jóvenes tampoco les interesó aprenderlo. Los factores son múltiples: discriminación, apatía, migración y hasta el acceso a las nuevas tecnologías de la información.
“Después de esa discriminación, decidieron no enseñarle a sus hijos, por tanto hoy esos adultos tampoco lo han enseñado a las nuevas generaciones”, considera Lucia Tepole, hija de maestros de educación indígena.
Solo una de las hijas de Doña Leonarda aprendió “tantito” el náhuatl, pero ya en su juventud porque su suegra le hizo énfasis en que debía aprender y transmitirlo a sus nietos. En eso trabajan ahora las dos mujeres.
En su región, las altas montañas de Veracruz, la migración desmotiva el estudio y la realización de actividades productivas. Su principal fuente de ingreso es la explotación forestal a través de la elaboración de carbón y muebles; sin embargo, la insuficiencia de canales de comercialización repercute en que los productos de los indígenas no lleguen a mercados terminales.
La mujer de tez morena y pelo cano, cara redonda y manos arrugadas, recuerda que ella en su niñez y juventud solo hablaba dialecto; aprendió el español cuando se casó, después de los 17 años, porque su esposo, aunque también de origen indígena, no quiso adquirir el náhuatl.
Con voz cálida, dice que en Lotate, enclavado en un cerro de la sierra de Zongolica, hasta la música ha cambiado, como en el baile: a los jóvenes ya no les gusta la marimba, “ahora solo quieren el sonido con música disco”.
PARA RECUADRO
Revitalización de los pueblos indígenas
No todo está perdido. En algunas regiones de Veracruz, en la Totonaca particularmente, sus pobladores luchan por revitalizar sus lenguas y sus tradiciones. Un ejemplo muy positivo es el del Centro de las Artes Indígenas que se ubica en el municipio de Papantla, al norte del estado.
“Tienen un proceso autogestivo donde todos los que participan en las casas de tradición tienen como eje rector el castellano, pero como trabajo transversal el aprendizaje o reaprendizaje de la lengua indígena”, informó la directora de la Aveli.
Otro caso exitoso, afirma, es el que realiza la academia que dirige a través de talleres de aprendizaje de la lengua en diferentes zonas del estado de Veracruz, pero sobre todo con tepehuas y chinantecos.
“Hemos encontrado un interés en distintos estratos. En niños y jóvenes se les enseña la lectoescritura porque a veces saben hablar su idioma, pero no han adquirido la escritura”, agregó.