Xalapa, Ver.- (AVC) El olor a polvora quemada, el estruendo de los estallidos de cohetes y la gritería de la gente envolvieron la ceremonia del Grito de Independencia, que por cuarta vez dió Javier Duarte de Ochoa, desde el balcón de Palacio de Gobierno, acompañado de su familia y cobijado por el Ejercito y la Marina, representados por sus oficiales, quienes flanqueaban al Gobernador.
El grito de ¡Viva México¡ ¡Viva la Independencia de México¡ ¡Viva Veracruz¡, levantó los gritos de la multitud, quienes desde la Plaza Lerdo ondeaban las banderas que les regalaron al entrar para presenciar este acto, donde el grupo estelar fueron los Los Tigres del Norte, quienes se presentaron en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
Luego de la quema de los fuegos artificiales, que asemejaban un penacho de plumas sobre la torre de la catedral, inició la actuación de los Tigres del Norte, con música que hizo rugir a la gente que estaba ahí, especialmente cuando tocaban éxitos como "Jefe de jefes" o " de rama en rama" acompañada del espectáculo de luces que trae consigo este espectáculo.
Cerca de las 20:00 horas la Plaza lucía prácticamente vacía, había poca gente, muchos espacios vacíos, la seguridad al máximo y los grupos contratados para amenizar la espera ofrecían su actuación en el escenario que esperaba a los Tigres del Norte.
Los grupos de jóvenes que arribaron a la Plaza lo hacían con sombreros y hasta botas, para estar a tono con el espectáculo, sin embargo mucha gente ya entraba mojada, por caminar por las avenidas bajo la lluvia, sin paraguas ni nada para cubrirse, la advertencia que se hacía por la radio y la televisión desde temprano era terminante, no sombrillas ni cinturones, porque no se permitiría el acceso.
Cerca de las 22:00 horas, previo a la salida del Gobernador al balcón central del Palacio de Gobierno, parecía una oleada de gente que llegó, casi al mismo tiempo cientos de hombres y mujeres llegaron a la plaza, parecía que los arcos no se darían abasto, sin embargo entraron, de golpe, casi sin revisión, sólo se decían "el camión nos espera en el mismo lugar donde nos dejó", eran del grupo de acarreo que venía de las colonias.
Se acercó la hora del Grito, la música del escenario bajó y se escuchó la trompeta, en su tono marcial y se supo que el momento solemne venía, la figura del Gobernador salió al balcón de palacio, con la bandera en las manos, acompañado de su esposa, su hijo mayor y su hija.
La familia del Gobernador se encontraba en el centro del balcón, donde de cada lado había un uniformado de gala, del Ejército y la Marina, además de los secretarios de despacho, senadores, la clase política priísta veracruzana en pleno, listos para presenciar uno de los últimos gritos de independencia para esta administración.
Ante el silencio de la plaza, el Gobernador gritó el "¡Viva México!" por el esfuerzo quebró la voz casi al final, pero nadie lo señaló, sólo se escuchaba a coro a la muchedumbre gritando en respuesta, "¡viva!".
Terminó el grito, nuevamente la música marcial para devolver la bandera y el regreso del Gobernador y su familia al balcón de Palacio, justo para el inicio de los fuegos artificiales.
Rojo, verde, azul, blanco, magenta, de todos los colores se veían esos rayos de luz, que salían disparados al cielo en medio del estruendo y el humo. Colocados en la azotea de la catedral, al estallar, parecían sombreros de plumas finas sobre la torre de la iglesia, que arrancaban gritos de sobresalto y admiración de la gente, así como aullidos de los perros que estaban cercanos.
Ni bien habían terminado los fuegos artificiales de encenderse, cuando el escenario se encendió, salieron los Tigres del Norte, quienes se dirigieron al público para decirles que celebraban la independencia y que "ustedes son nuestros jefes", para iniciar de inmediato su concierto.
Por un espacio de más de dos horas tocaron sus canciones, entre las que se encontraba la "Tumba Falsa", "Contrabando y Traición", "La Jaula de oro" y otras, cuyas notas podían escucharse a varias cuadras de distancia.
