JOSÉ JUAN GARCÍA/AVC NOTICIAS
VERACRUZ
Este 25 de julio se cumplieron 92 años del martirio del sacerdote Ángel Darío Acosta Zurita, quien murió acribillado en el interior de la ahora Catedral de Veracruz durante la persecución religiosa encabezada por el gobernador Adalberto Tejeda.
Sacerdotes y fieles se reunieron en la Catedral de Veracruz al mediodía de este martes para conmemorar con una misa el martirio de Ángel Darío Acosta Zurita, quien nació el 13 de diciembre de 1908 en Naolinco y quien es reconocido como beato por la Iglesia Católica desde el 20 de noviembre del 2005.
Antes de la celebración eucarística, el responsable del proceso de canonización de Ángel Darío Acosta Zurita, Ismael Villegas Narváez, ofreció una charla a los presentes acerca de la vida del beato.
Villegas Narváez contó que el martirio del sacerdote ocurrió el 25 de 1931 alrededor de las seis de la tarde.
“El padre Darío cae aquí muerto y después al padre Darío cuando lo iban sacando de este lado, porque había una ambulancia y los policías lo tomaron para llevarlo a la ambulancia, su mamá venía caminando para encontrarlo porque les había dicho que a las seis de la tarde las iba a ver aquí y un poquito antes de las seis de la tarde es que empieza la balacera aquí”, detalló.
El presbítero comentó que el cuerpo de Ángel Darío Acosta Zurita, quien tenía tres meses de haber recibido el orden sacerdotal, fue llevado al ahora exhospital de San Carlos, de donde lo sacaron a la medianoche para darle cristiana sepultura.
El responsable del proceso de canonización de Ángel Darío Acosta Zurita resaltó que el sepulturero colocó una pala de un modo especial sobre la tumba para recordar el lugar donde se enterró el cuerpo y que los fieles acudieron al día siguiente para venerarlo.
“Nosotros tenemos a un hombre que ofrendó su vida y es mártir de nuestra Iglesia de Veracruz, que no se acobardó, sino al contrario dio su vida”, subrayó.
Cabe mencionar que el proceso de canonización del beato veracruzano continúa en marcha y se está a la espera de un milagro reconocido por el Vaticano para ser elevado al rango de santo.