EL UNIVERSAL
AQUILA, MICH
La tortuga golfina no sólo se encuentra expuesta en el océano, sino también en la arena, donde los humanos son una amenaza para esta especie en peligro de extinción; sin embargo, en las playas de la entidad el trabajo de décadas ha contribuido a su conservación. Sus vigías afirman que aunque en ese tipo de tortuga ha proliferado su reproducción, la especie es acechada por diferentes factores.
Eloy César Reyes Ramírez, coordinador del campamento tortuguero Punta Ixtal, localizado en la comunidad de Ixtapilla, en el municipio de Aquila, asegura que, además de los peligros en el mar, la tortuga golfina enfrenta a otro depredador: el ser humano y el cambio climático, también provocado por la gente. El comunero es parte de un equipo de 50 voluntarios de la comunidad náhuatl de Ostula, que cuidan el campamento de arribo y desove del animal.
Mientras observa el desafío de las tortugas a las espumosas olas, Reyes Ramírez destaca que sólo hay dos lugares de México donde arriba esta especie. Señala que el primer campamento tortuguero en México está en playa Mazunte, en Oaxaca, y el de Ixtapilla, el segundo y más joven del país, que está a 286 kilómetros de la capital estatal, sobre la carretera 200 Lázaro Cárdenas-Manzanillo.
En Ixtapilla, los iniciadores, liderados por Margarito Reyes, fueron perseguidos durante años por los gobiernos estatal y el federal, pero imperaron los usos y costumbres. Por ello, comenta que a Ixtapilla llega la tortuga golfina gracias a esos 102 comuneros voluntarios que cuidaban a las primeras especies las 24 horas.
Señala que esos hombres y mujeres no tenían apoyo del gobierno y que, por el contrario, les quitaba una credencial que se fabricaba y era expedida por el encargado del orden. César Reyes resalta que en ese entonces, las pocas tortugas que llegaban a esta playa eran vigiladas; salían por la noche a la superficie y eran resguardadas en un corral.
"Antes no se daba este tipo de arribos, pues salían tres, cuatro o cinco tortugas, hasta que Margarito Reyes inició con este campamento inculcando al pueblo cuidar la especie y ahorita los arribos se han sobrepasado", enfatiza, y añade que ahora llegan miles de animales. El coordinador atribuye ese incremento de las llegadas a la labor de la comunidad indígena que le apuesta a la preservación de esa especie.
Relata que así han luchado también por conservar el entorno ecológico de esa zona de la costa michoacana, sin recibir ayuda externa. "Este campamento no recibe apoyo de ningún gobierno. Ha sobrevivido gracias a las personas que vienen y consumen en el restaurante, los que se quedan a acampar y los que vienen a observar el arribo y desove de la tortuga", refiere.
Por temporada, cuenta, tratan de incubar entre 200 mil y 250 mil huevos, que es la meta del campamento para que las personas vean la forma en que se rescata a la tortuga. "Mínimo 150 mil tortugas nos visitan por temporada y estamos liberando arriba de 2 millones y medio de crías por temporada", dice Reyes Ramírez.
Indica que cada año, el arribo va en aumento. En julio, señala, empieza la arribazón; cada temporada es de tres o cuatro días, pero después aumenta el periodo de hasta 15 días. Además, en este momento se encuentra la cuarta temporada de arribo de la tortuga, refiere, y en 45 días los comuneros esperan empiece la liberación de las primeras crías.
"Vamos a seguir inculcando a la gente la conservación de esta especie, no tirando basura en la playa, no sustrayendo los huevos y no matando a la tortuga", recalca César Reyes. Asimismo, confía en que muy pronto puedan ver el sueño de la comunidad hecho realidad: que ese campamento se convierta en un santuario.
EXPERIENCIA INCREÍBLE
Ana Tejeda Bosch es una joven profesionista que desde hace algunos años conoció, por trabajo, el campamento tortuguero de Punta Ixtal. Para la diseñadora integral, egresada del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), es una experiencia increíble convivir con esa especie marítima.
"Llegar y verlas desovar; poder estar a lado de ellas y verlas teniendo este momento tan profundo y tan difícil —porque es tan complicado para ellas salir y hacerlo—, no hay explicación", menciona la joven turista, proveniente de Guadalajara. Ana platica que hace unos años visitó el lugar por motivos laborales para echar a andar un proyecto de la universidad.
Al recorrer este hábitat de 800 metros de litoral, la jalisciense se dice emocionada, pero también comprometida con contribuir a su conservación. "El sentimiento de respetar, proteger el espacio, cuidar nuestras áreas naturales; tenemos un espacio muy diverso afortunadamente", señala.