23 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Columna POLIANTEA: Dolorosa migración. Cambios en Finanzas

Rubén Pabello Rojas.- Después del “ya merito” futbolístico, la nación retorna a su cotidianeidad. Los procesos legislativos en trámite de discusión y aprobación de las leyes secundarias que regularán las recientes reformas constitucionales,  siendo de importancia toral para el desarrollo del país, han tenido un camino largo y no exento de vicisitudes. Cada día, inexorablemente, se acercan los  plazos legales en que debe discutirse, votarse, aprobarse y promulgarse cada ley para entrar en vigor y aplicarse.

 

A la par que discurre el proceso reformático legislativo, cuyo discurso pretende vender como el camino más propicio para el avance del país en momentos actuales, pregonado por voceros oficiales asegurando que es la vía indicada, la medicina que México requiere para su superación, el ciudadano desmotivado oye con razonable desconfianza; al mismo tiempo, caen sobre el país los indeseables efectos de una migración humana que atraviesa su suelo de sur a norte.

Atendiendo a lo que se entiende por migración, se puede decir que esta tiene dos acepciones principales, la emigración propiamente dicha que es el movimiento de algún ser viviente, irracional o humano, de un lugar a otro y la inmigración que ya contempla el lugar de destino del migrante. Considérese la migración cíclica de animales como insectos, mariposa Monarca, cetáceos como ballenas o aves migratorias, en movimiento de norte a sur buscando climas más benignos en invierno.  

En el caso de la inmigración, es importante analizar las causas que producen la migración de seres humanos, que se movilizan de un territorio a otro por razones económicas, políticas, enfermedad, inseguridad, estudios, es decir una gama de razones que impelen a los individuos a trasladarse de un sitio a otro. Principalmente cuando se trata de el éxodo de un país a otro.

México se ha convertido en el paso obligado para gran parte de migrantes centroamericanos y también mexicanos que, engañados por el falso espejismo de una mejor vida, se atreven a cruzar temerariamente todo el largo trayecto de riesgos que implica atravesar un territorio saturado de peligros. Deben ser mayúsculas las causas que orillan a poblaciones enteras de esos infortunados países a afrontar peligros incluso de muerte para abandonar sus orígenes.

Bandas delincuenciales, “maras salvatruchas” y otros grupos de maleantes que provienen de esos mismos países, se encargan del incalificable procedimiento criminal de explotar a sus mismos connacionales en tierras mexicanas, cuando por cualquier camino o en el sitio más utilizado por los migrantes, el ferrocarril conocido por “la bestia”, cometen todo género de violaciones, secuestros, extorsiones y hasta la muerte de sus propios paisanos que huyen de sus países tratando de evitar lo que aquí enfrentan.

Siendo de suyo incalificable y dramático este fenómeno, tiene todavía una vertiente de mayor gravedad cuando se trata de migrantes menores de edad que viajan con sus padres o en los últimos meses solos, sin un adulto que los acompañe,  expuestos a que los llamados “coyotes”, aprovechándose de la urgencia provocada por el miedo grave a un mal, obligan a las familias a sacrificar sus pocos recursos y tranquilidad para poner a salvo a niños o jóvenes con la esperanza de una mejor vida, lo que resulta un timo criminal.

Las autoridades mexicanas, tanto del ramo de migración de la Secretaria de Gobernación, como del las múltiples ordenes de policía, federales, locales o municipales, no son capaces de refrenar toda una serie perversa de actividades delictivas alrededor de este flagelo y se constituyen en coladera de infractores. Frecuentemente integrantes de estas mismas corporaciones participan como actores o cómplices de atentados contra migrantes.

Se calcula en cerca de sesenta mil infantes y jóvenes de menos de 18 años los que actualmente se encuentran en calidad de inmigrantes indocumentados en el sur de Estados Unidos, principalmente en Texas y Arizona hacinados en sitios inapropiados. En su tránsito por México, dice Ana Garcia de Hernández, Primera Dama de Honduras, quedan expuestos a merced de polleros, coyotes y narcotraficantes  por su situación de indefensión y vulnerabilidad.

La reacción en el país del norte es de rechazo y queja por tener que atender obligadamente a esta legión de menores que alteran sus modelos sociales, culturales, administrativos y presupuestales. Grupos civiles en Estados Unidos, se oponen públicamente por medio de bloqueos en las carreteras para impedir los movimientos de menores de un lugar a otro, como el caso de una población conocida como Murrieta, donde el repudio a los niños es encendido.

Se producen reacciones migrofóbicas como las del alcalde Arpegio, de Maricopa, o las del racista gobernador de Texas, Rick Perry quien truena contra la ayuda que su país otorga a los países centroamericanos y a México, por no cumplir su compromiso de detener la migración en sus territorios y pide boicotear el apoyo de su gobierno. Pálida,  intrascendente y cuestionada por los políticos republicanos,  es la postura del presidente Barak Obama, sobre el tema de una profunda reforma migratoria, hasta hoy sin resultados. 

Esta inmigración imparable seguirá ocurriendo mientras no se combatan las causas que la generan; la pobreza de las comunidades expulsoras en primer lugar y por supuesto el espejismo de una mejor calidad de vida, en una nación que tiene un mayor desarrollo y riqueza, lo que constituye un imán para aquellos que sufren mil calamidades en sus países.

El problema no es menor, es sumamente grave y su solución no parece tener una salida ni breve ni fácil, cuyo origen puede estar Identificado con un pernicioso modelo globalizado, causante de una deteriorada economía mundial. Sociedades paupérrimas víctimas de un orden económico enfermo que las castiga sin piedad ni esperanza, que repercute por lo mismo en presión de estas corrientes humanas sobre la Unión Americana.

Y  cambiando radicalmente de tema, insoslayable por su trascendencia en Veracruz. La semana pasada terminó con una sorpresiva pero lógicamente esperada noticia: la renuncia de Fernando Charleston a la Secretaria de Finanzas del Estado. En medio de esta inusual volatilidad, se espera el nombramiento del quinto titular de esa importante dependencia en tres y medio años del régimen actual. Se confirma lo frágil que en materia económica y financiera se encuentra la entidad.

Se traga pero no se digiere el hecho de que una enfermedad no grave motive la separación del responsable de un área tan sensible y estratégica como es el manejo de los dineros públicos. Se advierte como algo más apremiante que una indisposición menor  de salud de un funcionario: lo que realmente preocupa es la verdadera enfermedad de las finanzas del estado.

 

 

 La mayor duda es que no se vislumbra para cuándo el problema será superado. Ante lo delicado del momento algo debe hacerse imperativamente, para salir de esta perversa situación que parece no tener remedio y amenaza con extenderse, afectando severamente la salud pública de los veracruzanos.