La mujer en distintas sociedades y épocas, como se dijo, en periodos muy prolongados sufrió el yugo a que la sometía un estado de cosas muy enraizado colocándola, sin exageración, como una cosa y no como una persona.
Las mujeres, tan capaces intelectualmente como los hombres, no tardaron en darse cuenta de que eran exactamente iguales en talento que sus contrapartes masculinos; sí demoraron en tomar el único camino que las llevaría a la redención de su género: prepararse en los ámbitos del saber, del conocer, de acumular elementos que las fueran conduciendo, por méritos propios, ganados en la igualdad de oportunidades, a los lugares tan anhelados de equidad, que solo podrían ser conquistados no como favores graciosos, sino como premio lógico del esfuerzo productor de los resultados buscados.
De este modo encontraron y siguieron el único camino que realmente había que seguir. Sin abandonar sus tareas impuestas por la costumbre y por su condición biológica maternal, se dirigieron a los centros de conocimiento y aprendizaje al igual que sus compañeros hombres y al hacerlo fueron acreditando su capacidad intelectual, su voluntad y su fortaleza física para acometer cualquier actividad, antes solamente reservada al género masculino.
Fue el despertar de las conciencias, tanto de mujeres, que confirmaron su poder de hacer y pensar, como de los hombres que, ante la evidencia e ímpetu de las féminas, admitieron de buen grado la razón plasmada con hechos acreditados por las damas.
Actualmente la presencia femenina en el acontecer socio-político y en todos los campos del quehacer humano es innegable. Muestra de que el desarrollo de la sociedad mexicana evoluciona y se adapta a las nuevas circunstancias ganadas por el esfuerzo de la mujer. Nuevas figuras jurídicas, a través de la ley, dignifican la naturaleza femenina y le conceden lo justo: igualdad y equidad de oportunidades frente al reto común para todo ciudadano, de ser par ante la ley, sin discriminación por razón de género.
Es cierto, biológicamente el hombre y la mujer siempre serán diferentes. El punto es la igualdad o la paridad en todos los demás ordenes de la vida humana, los mismos derechos y las mismas oportunidades, los mismos emolumentos a trabajos iguales y las mismas consideraciones en la elección de quien aspira a obtener un propósito sin ser relegada por ser mujer o percibir menos por causas semejantes.
En México los avances femeninos son innegables. Según ellas aún falta mucho por lograr; no obstante han adelantado muchísimo gracias a su tesón, trabajo objetivado y creciente animo por prepararse y luchar. No ha sido ni gratis ni fácil. En general los hombres lo han entendido, salvo algunos segmentos estratificados en épocas anteriores, sobre todo en aéreas poco culturizadas, donde todavía priva el llamado “machismo”, tan dañino y temido por las mujeres.
En lo político es innegable el adelanto que ha tenido la mujer en la mayor parte del planeta, con excepción de algunas sociedades en cuyos países todavía se practica la segregación, discriminación y sanciones infames contra las integrantes de esos pueblos. Sin embargo, en general la tendencia es hacia la liberación y emancipación del género femenino, que se advierte va teniendo éxito.
En este renglón, el logro de las mujeres está más que acreditado. Más ahora que en los partidos políticos y en las disposiciones correspondientes se materializa en 50% y el 50% para cargos de elección popular. Ya resulta desgastada la figura relativa a que hace 60 años se concedió el voto a la mujer. Hoy la lucha de ellas es por alcanzar otro tipo de metas.
Diputadas actuales, otras senadoras, alcaldesas, dirigentes de partidos, funcionarias de primer nivel y fundamentalmente mujeres con otra mentalidad han experimentado que las oportunidades ahí están y que es la lucha, sustentada en hechos y eficiencia probada, lo que en estos tiempos las mueve.
Vienen los procesos previos a la renovación de los diputados federales. Dentro de un año habrá campañas electorales y por supuesto candidatos en pos de llegar a las curules. Cuantas féminas están ya trabajando desde ahora para lograr las nominaciones. No es posible quedarse con la idea castradora de que aún no son los tiempos. Todos son tiempos y solo cambia el matiz. Quien no trabaje políticamente para formar y acrecer su imagen, está eliminado desde ahora. Los tiempos cambiaron no es momento de trabajo electoral pero si de trabajo conducente a obtener el propósito.
En Veracruz dentro de la pléyade de distinguidas damas que buscan un lugar en el universo político hay muchas reconocidas por su talento, trabajo y ánimo enfocado hacia la política y el servicio público. De entre todas ellas, sobresale en forma singular una: Karime Macías Tubilla, mujer ejemplar quien, sin dejar su alta responsabilidad de madre de familia, labora cotidianamente en tareas públicas junto a su esposo, el gobernador de Veracruz, labrando con su esfuerzo personal, un sitio consolidado por los buenos resultados en el servicio público y en la actividad política. Además, es reconocida escritora y dueña de altos timbres académicos.
Vienen más pronto de lo que se piensa, procesos electorales federales. Ella puede ser un magnifico prospecto de legisladora. Después, quien sabe. Ya hay mujeres dirigentes partidistas, funcionarias de gobierno, la UV por primera vez en su historia tiene una Rectora.
Veracruz madura hacia un Poder Ejecutivo personificado por una mujer. El tiempo dirá.