Y bueno, escribí un poco antes que la responsabilidad de Charleston Hernández es “manejar” el presupuesto, pero en honor de la verdad debería haber puesto que lo que le ha tocado es “administrar la indigencia”, “controlar la penuria”, “sobrevivir la carencia”, “navegar la estrechez” o alguna figura literaria parecida, porque alcanzó esa alta investidura como un funcionario kótex (llegó al mejor lugar, pero en el peor momento; el símil no es exacto, pero da bien la idea).
En verdad que son formidables los retos que ha debido enfrentar este joven funcionario veracruzano, ante estrecheces financieras que no sólo obstaculizan la buena marcha de la administración sino que han creado un ambiente hostil en el que numerosos acreedores exigen, con sus válidas razones, pagos en una cantidad que el Gobierno de plano no posee.
Pero es notable que la situación no le quita el sueño al actual titular de la Sefiplan, que sucedió en el puesto a un verdadero tigre de las finanzas nacionales y ha podido ir cumpliendo con las difíciles expectativas de su encargo, pues ha logrado avances en el resbaladizo terreno de los muy escasos dineros públicos. Es importante para ese buen camino que, no obstante su juventud, al Secretario no se le ve abrumado, ni amargado, ni temeroso. Ha seguido siendo el mismo de siempre, y eso abona a la confianza pública, lo que es oro molido para las vicisitudes de la economía.
Buena elección hizo el gobernador Javier Duarte de Ochoa cuando se decidió por una persona de su más cercana confianza para dilucidar el que ha sido uno de los más cargantes problemas de su administración. Ante el conflicto económico, ante la falta de liquidez para cubrir los compromisos, dicen los especialistas que lo primero es enfrentar a los acreedores, negociar plazos y condiciones, proponer soluciones viables. Y junto a ello imponer las condiciones de austeridad y control para poder cumplir.
Y en eso no desmaya Fernando…
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