27 de Noviembre de 2024
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Polisemia/ Niñas, no madres

 

Cecilia Muñoz 

 

Niñas, no madres

 

Cuando niña, ¿qué soñabas ser? Esta es la pregunta que miles de usuarias de redes sociales han respondido a través del hashtag #NiñasNoMadres, lanzado por la campaña del mismo nombre que evidencia el alarmante incremento de niñas menores de 15 años que se vuelven madres en América Latina y el Caribe. 

Profesora, reportera, bailarina... Las opciones son varias. Pero aunque la maternidad se encontrara en nuestros juegos, ésta parecía un proyecto lejano, para cuando alcanzáramos altura e independencia. Cuando no imaginábamos lo que era la violencia sexual y, por supuesto, tampoco podíamos saber que ésta podía ser sistemática hasta el punto en que con incluso un solo dígito en la edad, resultara en embarazo. 

La página web niñasnomadres.org recoge los testimonios de niñas de América Latina que tras haber sufrido abusos, se vieron nuevamente violentadas al no poder recurrir a un aborto legal que las salvara de la estigmatización de una maternidad forzada y temprana, de abandonar la escuela, de verse obligadas a emplease en trabajos mal remunerados, de la violencia obstétrica, de los propios riesgos de un embarazo potenciados por la incapacidad de sus cuerpos aún no desarrollados para afrontarlo... 

De acuerdo con la página web de Niñas No Madres, en México cuatro de cada diez víctimas mujeres de violencia sexual son menores de 15 años y aunque cada día se realizan más de mil 640 denuncias por delitos de abuso sexual, se calcula que éstos son menos del 10% de los que en realidad suceden. 

Recientemente nos enteramos que Veracruz es el primer lugar en el país en embarazos adolescentes. Pero de estas madres, poco sabemos más allá de su edad. Tan solo en 2015, 487 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz, pero las estadísticas no señalan cuántas de éstas fueron víctimas de violencia sexual, a pesar de que un embarazo en una menor de 14 años obliga a que las autoridades inicien una investigación para indagar las circunstancias en las que ocurrió. Esto, por supuesto, no se aplica. 

La situación tampoco pinta bien para las y los adolescentes que inician su vida sexual, pues es sabido que en el servicio público de salud, personal de enfermería a menudo se niega a atender o a proporcionar métodos anticonceptivos a menores de edad, a causa de sus creencias morales o religiosas... 

¿Esta es la sociedad que queremos construir? ¿Una que se ocupe más de los principios individuales que del bienestar de los más vulnerables? ¿Una que ignore la salud física y mental de sus niñas y que abone al truncamiento de vidas? Quizás cada uno sea incapaz de frenar la ola de violencia sexual e institucional que afecta a miles de niñas en América Latina, pero aún podemos hacer pequeños esfuerzos: proporcionar a los menores a nuestro alrededor información y confianza para prevenir o detener este tipo de abusos, por ejemplo. 

Cuando niña, ¿qué soñabas ser? Las profesiones y ocupaciones se me olvidan, pues en el fondo, todas soñábamos lo mismo: libres y respetadas. 

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