Eran sábados y domingos en donde se aplicaba el estate quieto en Cuentolandia a los hijos menores, mientras los papás o los hermanos mayores iban a misa, a tomar una soda en algunas de las refresquerías del parque o simplemente estar en la búsqueda del ligue que se había quedado pendiente el fin de semana anterior.
La demanda de Cuentolandia era tan grande que hubieron momentos en que te tuviste que chutar algún cuento que ya habías leído las semanas anteriores, ante la escasez de lecturas nuevas debido a la enorme demanda. Y lo volvías a leer con mucho gusto e interés.
Esa sensación placentera que de niño tuve y conmigo un titipuchal de jóvenes lectores, de repetir cuentos ya consultados, no la tengo ahora que se trata de volver a ver en repetición desagradable, en la prensa nacional, que los maestros de Oaxaca amenazan y lo hacen con tomas de carreteras que impiden el paso al estado de Veracruz, lo que quiere decir que la comunicación hacia la columna vertebral del estado que es la carretera principal misma, está paralizada y, con ello, la inmovilización de uno de los estados de la república más numerosos y comunicados que existen.
Y sigo viendo la prensa nacional, y ahora es Chiapas en donde se ve el Congreso del estado todo graffiteado por los artistas del escándalo y el desmadre que prefirieron dejar de dar clases a miles de niños chiapanecos de todas las edades y de todas las regiones, e ir hasta la sede de una de los Poderes del estado, que la vida democrática nacional ha consolidado en la búsqueda de construir una república en la que puedan vivir dignamente nuestros herederos, para joder la vida de los ciudadanos que queremos vivir en paz.
Otra vez, como disco rayado o periódico del que no queremos ver informaciones desagradables, tendremos que decir los que nos dedicamos a esto de comunicar con quienes nos quieren y nos hacen el favor de leer, que eso que hacen los maestros tomando edificios públicos y carreteras es faltar a las buenas costumbres de la convivencia pacífica y al reglamento de enseñar a leer, escribir y pensar a los niños y jóvenes mexicanos para que lleguen bien preparados al relevo generacional necesario en la conducción nacional hacia mejores derroteros.
Hasta ahora, el mejor antídoto en contra de esas aberraciones que cometen los que en sus manos tienen el futuro nacional al encomendársele la educación de todos los niños mexicanos y que en lugar de ello, de cumplir con la grande y noble tarea de conducir al futuro del país por los mejores senderos del desarrollo salen a protestar, por qué no los corren de su trabajo a pesar de que hacen esfuerzos sobrenaturales para que así sea, el mejor antídoto digo, es el que les aplicaron en Chiapas cientos de jóvenes artistas a los “maestros” que por más de 90 días tomaron las calles de la capital, Tuxtla Gutiérrez, ensuciando y llenando de fluidos súper desagradables al primer cuadro de la ciudad, impidiendo el libre tránsito de los peatones y transporte urbano. En respuesta, los jóvenes artistas tomaron durante dos horas los viernes de diciembre, las cien esquinas, las mismas que los que deberían estar enseñando las hicieron suyas durante casi 100 días.
Cientos de bailarines, músicos, mimos, actores, cantantes, declamadores y titiriteros actuaron en las esquinas ante el asombro y la satisfacción de la ciudadanía que se volcó de alegría a verlos y a aplaudirles fuertemente la osadía de hacer diametralmente lo mismo que antes hicieron quienes deberían estar enseñando las letras a los futuros mexicanos.
Tuxtla, ciudad abierta se llamó la operación y aún resuena fuertemente en el imaginario colectivo chiapaneco.
¿Será necesario hacer esto en los lugares del país en donde sucedan manifestaciones absurdas que trastocan la vida cotidiana de México? En la capital de Chiapas funcionó.