Llevaban carga viva y carga muerta; cerdos, pequeños becerros, café en sacos, cerveza, telas, ropa confeccionada, herramientas, seres humanos, hombres y mujeres, niños y niñas que habitaban las regiones más apartadas del estado, integradas en rancherías, pueblos y ciudades; o en fincas y haciendas desarrolladas en la selva y en las altiplanicies del centro.
Hasta los rincones más increíbles llegaba el avión tripulado por un capitán piloto aviador, que poco a poco se iba convirtiendo en leyenda viva por sus grandes habilidades de comunicación y en referente de hombre deseado por las muchachas de las regiones chiapanecas.
Cómo no iba a ser así, de repente, el capitán convertido en ese momento en príncipe azul llegaba a un pueblo incomunicado cargando el perfume de moda en París para la mujer más guapa del lugar.
También, eran legendarios porque su existencia en activo, al igual que los futbolistas o los bailarines, era de vida corta. Pero a diferencia de los deportistas y artistas aquí mencionados, los pilotos aviadores eran realmente de vida corta: se mataban.
Las condiciones de todo tipo para volar en la primera mitad del siglo pasado eran de alto riesgo. La luz del sol era un real impedimento para hacerlo, después de su puesta en el horizonte, las condiciones no existían. Además, las lluvias y los vientos son, hasta la fecha actual, impredecibles. Pero sobre todo, los aparatos modernos para volar con instrumentos no existían. Todo el plan de vuelo había que hacerlo con la presencia siempre de dos ojos abiertos y atentos a cualquier eventualidad que pudiera presentarse.
En Chiapas volaron pilotos aviadores con más de 20 mil horas, hechas todas con aviones de hélice. Eso significa el haber realizado cualquier cantidad enorme de vuelos en el territorio chiapaneco y en todas sus latitudes, a cualquier hora y en todas las condiciones que pudieran existir. Esos requisitos no respetaban las miles de horas consumidas con sus correspondientes minutos y segundos. Al final de cuentas, habría de aparecer una contingencia imposible de resolver con el correspondiente desenlace que conducía a la muerte. La respuesta de las familias que componían la comunidad aérea chiapaneca no se hacía esperar. La respuesta a una baja lamentable en la familia de pilotos aviadores, era la incorporación de uno nuevo a esa dinastía con niveles de leyenda que fue y ha sido la aviación chiapaneca.
La tradición trascendió las fronteras del estado. Hoy, las líneas aéreas de México y algunas del extranjero cuentan entre sus filas de pilotos aviadores, con comandantes chiapanecos, hombres y mujeres que han acumulado experiencias y nombre precisamente porque sus ancestros volaron sobre el espacio aéreo de la tierra. Esa gran experiencia transmitida de padres a hijos, ha convertido a Chiapas en leyenda aérea y en semillero inmejorable de la aviación nacional.
La construcción y puesta en marcha del Aeropuerto Internacional de Palenque remueve ese sentimiento de gran identificación de los chiapanecos con la aviación. Palenque, al igual que cientos de comunidades que pueblan la tierra de Manuel Velasco, también fue tierra de esa aviación aquí levemente descrita que permitió el desarrollo de Palenque quien, durante muchos años, recibiera los instrumentos necesarios para la vida y sacara de sus territorio los productos que hacían posible ese intercambio de bienes en el comercio necesario que promueve el desarrollo de los pueblos.
Al Aeropuerto Internacional de Palenque habrán de llegar los viajeros de México y el mundo que quieran conocer el pasado histórico de la cultura maya, muy bien representados por el propio Palenque junto a Toniná, Yaxchilán y Bonampak, junto a la oportunidad histórica de conocer la reserva de la biósfera que significa la selva Lacandona en la zona de Marqués de Comillas. Podrán observar el desarrollo hotelero de los lacandones que se han convertido en empresarios del turismo al lado de jóvenes empresarios chiapanecos que saben que el turismo de naturaleza y aventura es una actividad de vanguardia hoy en el mundo y que puede ser fuerte coadyuvante en la consolidación económica de Chiapas. Pero del aeropuerto palencano también saldrán los chiapanecos, campechanos y tabasqueños que quedaron insertos en la zona de influencia del aeropuerto para viajar a México y al mundo, a resolver sus negocios profesionales que no son pocos y no menos productivos.
El Aeropuerto Internacional de Palenque se vuelve hoy pieza fundamental para la economía chiapaneca. También se vuelve homenaje eterno a la aviación chiapaneca, bastión del desarrollo del estado en la primera parte del siglo pasado.
La aviación será aliada eterna de Chiapas.