Marco González
Lo he dicho en otras ocasiones y muchas veces, Andrés Manuel López Obrador es el más importante líder de masas de este país de los últimos 20 años. Nadie como él, un auténtico dirigente popular que mueve a sectores importantes de la sociedad que creen y ven en él a un líder natural, a alguien que reivindica las causas sociales populares en este país.
Desgraciadamente para él, con el arrastre y con las simpatías que genera en esas capas sociales a quienes él denomina el ‘pueblo’ (“… el pueblo no es tonto, el pueblo no se deja engañar por la mafia del poder”, dice él), haciendo cuentas, echando números, no le alcanza para ganar una elección presidencial por más que los estudios de opinión actuales con miras al 2018 lo pongan en una situación de competencia con respecto a sus contendientes del PRI (Osorio Chong) y del PAN (Margarita Zavala), siempre como que le va a faltar “un tantito” para asegurarse el triunfo, así le pasó en las dos anteriores, en especial en la que Calderón resultó ganador.
A mí me parece sin embargo que las cosas podrían inclinarse a su favor si se decidiera por cambiar apenas un poco su discurso, a aquellas cosas con las que está casado –él los llama principios– y que están bien, hablan de él como un hombre coherente pero que, a estas alturas del siglo XXI, como que chocan con las ideas y la forma de ver el mundo de los millennials, que es el segmento poblacional que va a decidir la elección del 2018. Bastaría con que Andrés Manuel dejara atrás esa visión un tanto arcaica de que todo en el tiempo pasado fue mejor para México.
Entrevista tras entrevista (de radio principalmente), Andrés Manuel insiste en traer al presente viejas tesis del pasado. Lo acabo de escuchar hablar de la Constitución de 1857 diciendo que ese ordenamiento ya hablaba de la instrumentación de un –por así decirlo– sistema anticorrupción mucho más avanzado que el actual impulsado por el gobierno federal, y lo mismo noto en él el afán de revivir políticas del pasado como la lucha por el campo que encarnó Emiliano Zapata en 1911 a través del Plan de Ayala para restituir tierras a los campesinos.
En mi opinión, porque además es un tema que conozco muy bien, la contrareforma agraria que impulsó Salinas de Gortari en la segunda mitad de su gobierno para dar fin a la forma de propiedad social de la tierra no fue lo mejor para este país. La Procuraduría Agraria y la instancia que se crearon para organizar y regularizar todo lo concerniente a las nuevas formas de propiedad de las tierras en posesión de los núcleos ejidales fue un verdadero fracaso, por no llamarles un fraude, pero de eso a revivir el reparto agrario como que no.
Y noto a Andrés Manuel desorientado o mal informado porque en otra entrevista radiofónica que escuché en W radio, insistió en comprar y situar inclusive por encima de Podemos en España a Morena, y es que con todo respeto para Andrés, esa nueva agrupación política española no es algo a lo que debería aspirar su partido y si yo fuera él, tampoco permitiría que se les comparase con ese partido que encabezan Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que son una mescolanza informe de ideologías en donde todo puede caber en cuanto a extremos, desde la revolución bolivariana de Chávez en Venezuela, el socialismo de Lenin, hasta el neo imperialismo de Putin. Ni lo mande Dios que aquí tuviéramos en México una reedición de Podemos –¿de dónde habrá sacado mi amigo el inteligente Lalo de la Torre bautizar con ese nombre a su asociación política?– en Morena.
Finalmente, a mí me parece que por encima de las formas panfletarias que distinguen a algunos destacados morenistas, incluido Andrés, lo que debería prevalecer en sus liderazgos son las ideas y las propuestas y no la descalificación, la sorna y la burla inclusive. Ante el amago del diputado Francisco Garrido de volar del AVE a Morena, creo que salieron sobrando toda la serie de epítetos y descalificaciones de Manuel Guevara Huerta sobre el diputado Garrido. Hay que elevar el debate, Manuel, ningún trabajo les –te– cuesta ser serios. Está bien que es difícil meter las manos al fuego por el diputado en mención, pero no hagas de la política politiquería, mi estimado Manuel, nada más falta que algún día salgas a dar una conferencia de prensa ataviado como antaño lo hacía el performativo Marco Rascón.
Ya dejen aquello de que “no somos iguales”, “no nos comparen, “nosotros tenemos principios”. Hay que pasar del panfleto a la construcción de ideas y de propuestas serias, sólo así van a abarcar otro tipo de electorado fiel a Andrés Manuel. ¡Hay que dejar de morderse solos, señores!
Por otra parte.- La diputada panista Ana Cristina Ledezma la otra vez habló de la deuda y de la cuenta pública 2015, y me parece que se enredó en cuentas y conceptos, pero lo que más me llamó la atención es el monto que maneja que supuestamente tiene el gobierno del estado con Finamed. Habla Ana Cristina de un pasivo por cinco mil 549 millones de pesos y una fuente consultada de primer nivel me dijo que a esa empresa, de acuerdo con el resolutivo de la justicia federal, ¡no se le debe nada!, así de sencillo.
@marcogonzalezga