25 de Noviembre de 2024
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Los Políticos María, la hija de PCH y Sonia

Salvador Muñoz

Estaba molesta con su padre. Quería trabajar en Veracruz, pero él se negó rotundamente a conseguírselo bajo una advertencia: “Yo nunca te voy a recomendar… si quieres un trabajo, tienes que ganártelo”. La interrogante era enorme a sus 19 años: “¿Por qué?” ¿por qué a sus amigos, sus padres sí les conseguían un puesto y a ella no? La molestia característica contra la autoridad paterna a esa edad, estaba en su apogeo y dejó de hablarle. Su madre entonces intervino: “No te enojes con tu papá”, le dijo y empezó a explicarle los motivos de su decisión, aunque también, tuvo otra advertencia: “Si un día llegas a tener una posición, un puesto público, ten en cuenta que voy a ser la primera en estar en la Plaza Lerdo para decirte: ¡María, no estás cumpliendo a tu pueblo!”

II

¿Por qué escribir de María, hija de Patricio Chirinos Calero y Sonia Sánchez Torres? ¿qué tiene en especial esa joven de 26 años, egresada de la Anáhuac, de vestir casual como cualquier muchacha de su edad, pero no como cualquier hija de político? Quizás es la sencillez y la claridad de ideas sobre lo que es el servicio público, pero sobre todo, por esa forma de dirigirse a sus padres, con agradecimiento total, muy raro en estos días. No deja escapar la oportunidad de platicar de ellos, a quien admira mucho, pero al referirse a Patricio Chirinos, dice que “es un hombre de mucho trabajo, que le gusta estudiar mucho, y por su dislexia, tenía que trabajar mucho”.

Recuerda una frase que el ex gobernador le reiteraba mucho: “Inteligencia y talento no sirven si no se trabaja”.

En la casa, cuenta María, cada objeto, cada cosa, todo, tiene una historia, y es por eso que Patricio Chirinos puso mucho énfasis para María en dos temas: Lectura y cultura, que pareciera que chocan con sus estudios en Administración Pública y Gobierno. Pero la idea es sensibilizar… ¡y lo logró!

III

De entre las enormes bolsas de su chamarra tipo militar, saca un fruto. En uno de los tantos viajes que realiza al lado de su madre –creo que fue por Chicontepec, no recuerdo eso– un señor le dijo que era un buen remedio para los males intestinales… y ahí la trae, por cualquier emergencia.

Pero, ¿por qué acompañar a su madre en tanto recorrido? De cierto modo, María cumple un sueño y constata ahora en su juventud, lo que cuando niña le platicaba Sonia Sánchez… cada vez que su mamá le contaba de sus viajes por Veracruz, ella se la imaginaba como a una Indiana Jones y quería estar igual que doña Sonia, cerca de la gente.

La comunicación es tan intensa entre ellas, que una ocasión, cuando María cayó en cama con tremenda calentura, su madre no quería despegarse de ella, y fue entonces que su hija la cuestionó: “¿Por qué no te has ido, mamá?”

–Porque estás enferma y quiero que te recuperes…

–Pero, mamá… me has contado que hay gente que viaja hasta ocho horas para verte… deja que me atienda el doctor y ve tú a ver a esas personas.

Doña Sonia recibió una lección y se fue a atender a esas personas.

IV

María no puede evitar agradecer a sus padres el legado que le confieren: la dignidad de poder regresar a Veracruz sin tener que bajar la cabeza y el gran valor que tiene el servicio público. Recuerda de sus padres el gran significado que tenían algunos detalles que hoy, a muchos –viejos, jóvenes y niños– parece no importarles: Patria y tener Palabra.

Mientras se platica con su madre, María lleva al encuentro sus palmas y empieza a friccionarlas unos cuantos segundos. La misma acción la repite una, otra y otra más… empiezo a contarlas. Ya a la doceava vez, no me aguanto las ganas y le pregunto por qué ese movimiento, si tenía frío, y es que estaba el aire acondicionado funcionando… pero no. La respuesta es más simple: ¡tiene un tic nervioso! y friccionando las palmas de sus manos, del mismo modo que uno lo hace para generar calor, ella lo hace para liberar energía.

Es más, en corto, me confiesa que antes lo que hacía era agitar las manos, pero tuvo que cambiarlo porque era más llamativo el movimiento que la hacía parecer un pajarito.

 

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