25 de Noviembre de 2024
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Los efectos del escándalo en las democracias

José Carreño Carlón

Columnista invitado

 

Un contraste notable entre una democracia arraigada y una incipiente puede establecerse a partir de una rápida comparación entre la forma en que se presentan los escándalos mediáticos y los diferentes efectos que producen en una y otra.

De allí la pertinencia de la siguiente comparación entre el tratamiento que le dieron, en general, los medios estadounidenses —y el que aplicaron algunos espacios de los medios mexicanos— al reporte del secretario de la Función Pública de la semana pasada.

Ante una resolución oficial que determinó la ausencia de conflicto de intereses en las muy publicitadas operaciones inmobiliarias que involucraron a la casa presidencial y a un miembro del gabinete en México, conforme a sus cánones, los medios de Estados Unidos pasaron de su despliegue de fuertes cuestionamientos y reiterados interrogantes desencadenados desde los primeros manejos informativos del tema, a informar pormenorizadamente de la respuesta final de la autoridad.

En los términos de la cultura cívica y democrática arraigada en aquel país, en ningún momento se llamaron a burla o engaño, como lo hicieron los espacios mediáticos mexicanos más involucrados políticamente. A lo que más llegó el NY Times fue a cotejar el fallo oficial con la incredulidad de algunos medios, bajo el supuesto de que éstos representan el sentir de la opinión pública mexicana.

El comportamiento de los medios del otro lado de la frontera es consistente con las actitudes de la sociedad estadounidense incluso ante decisiones tan polémicas como la emitida por la Corte a favor del triunfo de George W. Bush sobre Al Gore, en las elecciones presidenciales de 2000, tras la cual el candidato demócrata se fue a su casa y los medios, en su mayoría, cambiaron de tema. Igual ocurrió ante la absolución de O. J. Simpson tras la célebre huida automovilística que estelarizó frente a millones de televidentes, cuando finalmente el órgano judicial estableció la duda razonable que puso en libertad al futbolista sobre las pruebas que lo daban por el homicida de su esposa Nicole Brown y de su amigo, Ronald Goldman.

Viejas y nuevas democracias. La aceptación de las reglas y de las determinaciones finales de la autoridad está arraigada lo mismo en la cultura mediática que en la esfera privada y la pública de la población, incluyendo las reacciones en las canchas deportivas. Tras la decisión de los ampáyers en el béisbol el juego continúa.

Y es que en el caso de las democracias establecidas los medios suelen asumir sus limitaciones. Como lo revela un estudio del académico británico Kenneth Newton, en aquellas sociedades los efectos mediáticos suelen ser más débiles porque pueden ser bloqueados, diluidos e incluso difuminados por fuerzas más poderosas, cimentadas en valores sociales que tienden a crear desconfianza en los medios. Mientras que en las nuevas democracias los efectos de los medios suelen ser más poderosos porque aquellas fortalezas sociales no han alcanzado a madurar ni a consolidarse.

Politización del escándalo. En otro estudio, sobre los efectos de los medios en las nuevas democracias de Europa Central y del Este, el académico polaco Hubert Tworzecki no tiene empacho en admitir que los escándalos políticos alentados por los medios suelen traer efectos de malestar que, más que fomentar el compromiso cívico, han tenido impactos que han deteriorado la confianza pública en las instituciones y en la democracia misma.

 

Y en cuanto a las nuevas democracias latinoamericanas, el profesor argentino Silvio Waisbord, de la Universidad George Washington, alerta sobre la deformante politización de los medios tras los regímenes dictatoriales y autoritarios. Así, mientras los medios de izquierda escandalizan con la corrupción de las administraciones de derecha, los de derecha se reducen a exponer las inmoralidades de los gobiernos populistas. Quizás está llegando la hora de no subestimar las fortalezas de nuestras sociedades a la hora de procesar los mensajes del escándalo.