25 de Noviembre de 2024
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Los Políticos: Duarte y García: Hasta no ver sangre

Salvador Muñoz

 

En lo particular, las medidas adoptadas por la Contraloría para con los funcionarios de Gobierno del Estado, no dejan de tener un mero efecto mediático. A lo mejor, mi percepción sea porque como ciudadano, uno lo que espera es un Coliseo Romano más que un anuncio donde anuncian “terribles sanciones” a quienes de una u otra forma no cumplieron con su deber como servidores públicos.

Si bien es respetable el grito de “¡Pepe el Toro es inocente!” de este lunes por parte del gobernador, Javier Duarte de Ochoa, en defensa de algunos de sus excolaboradores, yo creo que no convence a muchos.

Y sí, puede decir el gobernador que era tiempo electoral, veda, para salir a dar la cara por los suyos y que por ello esperó más de dos meses para por fin, aclararlo… pero también se puede llegar a pensar que ese lapso fue el suficiente para solventar, arreglar, componer o resarcir el daño y entonces, buscar “sardinas expiatorias” para liberar a los peces gordos… a los tiburones.

Se habla de Mauricio Audirac Murillo y su deficiente papel como contralor. Igual se cita al hoy subsecretario de Egresos de Sefiplan, Carlos Aguirre Morales.

Ambos, imbuidos en el teje y maneje de las finanzas de Veracruz.

Quizás más tiempo de manera indirecta el excontralor y lo más preocupante, de manera directa y por largo lapso, Aguirre Morales.

Baste recordar que Carlos Aguirre Morales viene trabajando en Sefiplan desde el alemanismo, pasando por el fidelismo y casi concluyendo en el duartismo… ¿será que apenas cayó en la tentación o en cuál sexenio empezó a tergiversar su camino?

Recuerdo que no hace mucho le sacaron una nota al subsecretario de que en una fiesta de su hija contrató los servicios de la cantante Belinda además de obsequiarle a la cumpleañera una camioneta Land Robar.

Es curioso, pero bastaría checar la evolución del patrimonio, no sólo de Carlos Aguirre Morales, sino de todos nuestros funcionarios y muchos hoy exfuncionarios que actualmente son diputados federales electos (y a uno ya hasta lo enlistan como candidato a gobernador), y bien podría caber la sospecha de que la Contraloría General del Estado hace su trabajo a medias porque tal parece que quien llega a la titularidad de una secretaría de despacho, subsecretaría o hasta dirección en este y el pasado gobierno, está predestinado a enriquecerse antes que caer en la cárcel.

Por eso, yo prefiero mi Circo Romano a una sanción administrativa que conlleva a un terrible, espantoso, ofensivo apercibimiento (que en vulgar castilla sería algo así como un regaño de Papá Gobierno) o una inhabilitación hasta por diez años que para las “sardinas expiatorias” de seguro sí podría significar un duro golpe, pero para los tiburones, con la serie de negocios y “ahorros” adquiridos a lo largo de esta administración y la pasada, les alcance para sobrevivir no sólo lo que les queda de vida, sino ya tengan asegurado hasta el futuro de sus hijos.