El estratega sabe que, con voluntad, puede
superarse cualquier diferencia.
Imposible no abordar el histórico acuerdo del que fue testigo el mundo y, de manera particular, los pueblos de Latinoamérica sobre la reanudación de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba tras 53 años de serias diferencias motivadas por la Guerra Fría, que aislaron prácticamente a la hermana República de Cuba de todo trato financiero, político y comercial con la economía más grande del planeta. Tras escuchar los mensajes tanto del presidente Obama como de Raúl Castro, encuentro en ellos coincidencias fundamentales sobre la necesidad de mirar hacia adelante en beneficio del pueblo cubano. Mención especial merece, sin duda, la intervención del Papa Francisco, primer latinoamericano en encabezar la Iglesia Católica, como facilitador de la concordia y la paz; así como de las autoridades del gobierno canadiense para que los acuerdos del más alto nivel dieran por resultado una nueva relación entre ambos países fundada en el respeto y la tolerancia pero, sobre todo, el bienestar social. Acuerdo que representa la posibilidad de reunir a las familias cubanas separadas por el mar a través de la tecnología, la comunicación y el libre tránsito, en el marco de una política exterior que tiende a la apertura de fronteras, el acuerdo comercial, la solidaridad y la hermandad entre pueblos.
Anuncio de enorme importancia que deberá traer, en el mediano y largo plazo, buenos resultados para hacer realidad la aspiración de Bolívar, Hidalgo y Martí de luchar por una América unida y justa para todos; una América que, a pesar de las diferencias ideológicas, pueda sumar y multiplicar para que las condiciones de vida de sus pueblos sean mejores. Tendencia que, al menos en Europa, se vio cristalizada en un territorio y una moneda común, que facilita el intercambio comercial y cohesiona a las sociedades que la integran, en un solo propósito: alcanzar la prosperidad. En ocasión de este capítulo histórico evoco las palabras de Jrushchov, en su misiva a Kennedy de 1962, tras poner fin a la crisis de los misiles en Cuba: “...(Que) nuestros países puedan desarrollarse y ocupar un lugar digno entre todos los pueblos del mundo en la competencia económica, en el progreso de la cultura y las artes, y en el incremento del bienestar de la humanidad; este es el campo más noble y necesario para la competencia, y tanto vencedores como vencidos, sólo ganancias pueden obtener de ella, puesto que en él va implícita la paz y el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre”.
El acercamiento entre Cuba y Estados Unidos demuestra que las crisis se superan con voluntad y con diálogo, que es la herramienta fundamental para alcanzar acuerdos. Si bien, aspectos como la democracia y los derechos humanos siguen pendientes en la agenda bilateral, este es el principio de un acuerdo superior para lograr un mejor entendimiento entre dichos países con la mirada puesta en el futuro. Hoy más que nunca adquieren vigencia las sabias palabras del presidente Juárez de que entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
Los pueblos latinoamericanos compartimos un territorio común y una patria grande que es la América continental. Una vez esquivado el escollo que significaba el silencio y el embargo comercial, el deseo es que siga ahora un nuevo comienzo para todos; más aún porque México comparte idioma, pasado y presente con Cuba; somos el tercer socio comercial de la isla y solo en el año 2013 nuestro comercio bilateral fue de 386 millones de dólares, en tanto que al día de hoy las inversiones mexicanas en aquel país superan los 730 millones de dólares.
Enhorabuena por este paso decisivo que impactará positivamente la relación de todo el Caribe con América del Norte. Así será.
*Secretario de Gobierno.
*Secretario de Gobierno.