24 de Noviembre de 2024
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Acertijos: El inmortal Charlot

 

Gilberto Haaz Diez/

 

 

*Dos personajes: Camelot.

 

 

De Charles Chaplin se cuentan muchas historias. Una de ellas es que al ir caminando un día por un pueblo pequeño vio un anuncio donde se buscaba un doble de Charles Chaplin. Fue, se cambió con su atuendo original, llegó al concurso y ganó… el segundo lugar. Para que se vea que no todo sale cuándo se quiere. Utilizaba frases que se volvieron célebres. Una de ellas lo retrata: “al final de cuentas, todo es un chiste”.

Actor británico, afamado, Charles Chaplin (1889-1997) vivió tórrido romance con bellas mujeres de la meca del cine. Cansado de ellas, un día se le apareció Oona O’Neil, hija del gran dramaturgo, Eugene O’Neil, y fue el amor y su compañera de buena parte de su vida. Admiraba a Cantinflas y cuando podía le elogiaba. Fue el gran mimo del cine mudo, el genial Charlot. Aquél de El vagabundo y Tiempos modernos y El chico y El gran dictador, entre muchas que realizó. El bombín y el bastón admiraron a una generación que un día lo vio partir, exiliado y asustado por la persecución del macarthismo, cuando los Estados Unidos luchaban contra su sombra en busca de fantasmas comunistas hasta debajo de las alfombras. Tiempo después, en los últimos años de vida, Hollywood lo recordó y se le entregó un Oscar, que Charlot recibió emocionado y ovacionado de pie por los grandes del acetato. Entre Candilejas se fue. Entre Candilejas vivió su grandeza. Se le recuerda como un inmortal, como aquel Charlot que caminaba bamboleándose rítmicamente.

 

ALBERT EINSTEIN.

 

Fue el inventor de la Teoría de la Relatividad. Algo que solo él conoce y entiende. Porque aunque muchos hablen de ella, nadie puede presumir de captarla en su esencia. Fue un poco como Groucho Marx, que mucho tenía de genio y de buen sentido del humor. Se le atribuyen algunas anécdotas.

Doy cuenta de unas.

Un periodista le preguntó a Einstein: “¿Me puede usted explicar la Ley de la Relatividad?”, y Einstein contestó: “¿Me puede usted explicar cómo se fríe un huevo?”.

El periodista: “Pues sí, sí que puedo”, a lo cual Einstein replicó: “Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego”.

En una conferencia que Einstein dio en el Colegio de Francia, el escritor francés Paul Valery le preguntó: “Profesor Einstein, cuando tiene una idea original, ¿qué hace? ¿La anota en un cuaderno o en una hoja suelta?”. Einstein: “Cuando tengo una idea original no se me olvida”.

 

Einstein tuvo tres nacionalidades: alemana, suiza y estadounidense. Al final de su vida, un periodista le preguntó qué posibles repercusiones habían tenido sobre su fama estos cambios.

Einstein: “Si mis teorías hubieran resultado falsas, los estadounidenses dirían que yo era un físico suizo; los suizos, que era un científico alemán; y los alemanes que era un astrónomo judío”.

Se cuenta que en una reunión social, Einstein coincidió con el actor Charles Chaplin. En el transcurso de la conversación, Einstein dijo a Chaplin: “Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira”. A lo que Chaplin respondió: “Lo suyo es mucho más digno de respeto: todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo comprende”.

En 1919, Einstein fue invitado por el inglés lord Haldane a compartir una velada con diferentes personalidades. Entre éstas había un aristócrata muy interesado en los trabajos del físico. Tras una larga conversación, el inglés explicó a Einstein que había perdido recientemente a su mayordomo y que aún no había encontrado un sustituto. “La raya del pantalón la he tenido que hacer yo mismo, y el planchado me ha costado casi dos horas”. A lo que Einstein comentó: “Me lo va a decir a mí. ¿Ve usted estas arrugas de mi pantalón? Pues he tardado casi cinco años en conseguirlas”.

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