Por: Edgar Hernández.-
Limadas las asperezas y conciliados los berrinches, el enfermo que matamos hoy goza de cabal salud.
Fernando Charleston Hernández, el exsecretario de Finanzas, hoy diputado federal revive y tras su furtivo regreso al Congreso de la Unión en donde le guardaron la curul, tras una epilepsia a su paso por la Secretaría de Finanzas en donde le temblaba todo, hasta la mano para firmar.
Pero hoy ha sido colocado en las listas de relevos del gabinete.
En breve, irán por una diputación federal Jorge Carvallo, Erick Lagos, Alberto Silva, Noemí Guzmán, Tarek Abdala y presuntamente Adolfo Mota, y ya están listos los nuevos, bueno los casi nuevos.
En lugar de los idos de diciembre se barajan un sinfín de nombres en deslizamientos muy a modo para crear ruidos mediáticos que dejen el campo a Javier Duarte para que opere ajustes de última hora.
Uno de ellos es Fernando Charleston, quien ha recibido invitación directa para integrarse al gabinete como Secretario de Desarrollo Social en sustitución de Jorge Carvallo, a quien se le ubica en un distrito electoral alejado de su papá que al parecer no lo quiere mucho.
Charleston, oriundo de Coatepec con 38 años de edad, de nuevo solicitará licenciado a la diputación federal para entrarle a un tema que conoce, el desarrollo social de la cual fue presidente de esa comisión en la Cámara de Diputados, responsabilidad que hoy encabeza el también diputado federal, Alejandro Montano Guzmán.
Charleston tiene una maestría en Políticas Públicas por la Universidad Iberoamericana, previa Licenciatura en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y del 2010 al 2012 se desempeñó como Subsecretario de planeación en la Secretaría de Finanzas.
Casado con dos hijos inició su carrera profesional en 1998 como subjefe de finanzas en el Issste y después laboró en la Secretaría del Trabajo. Posteriormente se desempeñó –de 2003 a 2006– en Banobras y –de 2006 a 2010– en la Condusef.
El punto es que ya aliviado prepara maletas para formar parte del equipo del cierre sexenal de Javier Duarte.
Atrás y tan solo para el anecdotario secreto queda ese jueves 3 de julio pasado cuando de manera sorpresiva se dio cuenta de su renuncia a Finanzas ya que “padece una enfermedad que, aunque no es grave, implica su tratamiento en la ciudad de México”.
El tratamiento seguramente resultó muy eficaz ya que estuvo listo y con nuevos bríos desde que piso el DF.
En su momento en los corrillos políticos se censuró su ausencia de solidaridad con la crisis heredada de la Fidelidad, pero como en política nada es para siempre, pues ahí está el hombre, de regreso.
Tiempo a tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo