Gilberto Haaz Diez.-
*De Séneca y mío: El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo. Camelot
Llega Diciembre. Se va el año (ay, yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas). Amanece en la zona de las altas montañas a 8°C. En la sierra estuvo a -2°C. Un frío cala, son los Frentes Fríos que alegran los corazones de los chiquillos, cuando el góber Duarte, con el poder de su firma y su mando, les da días de asueto para que se cuiden y tapen y no se resfríen. Mi nieta Maraya siempre grita: ¡Viva Javier! Es su fan escolar. Según me dice un campesino que vive en La Perla, que también es pueblo, aquel frío calaba y mataba, tuvo que acurrucarse con su esposa y dos hijos en cama, de tanto frío, con todo y que tienen suficientes zarapes. Le mata el frío pues aun su choza tiene techo de lámina. Les llegó apenas la Chayo Robles y su Sedesol y les van a dotar de apoyo. En mi todoterreno enfilé hacia Xalapa, a la visita de las siete casas, aunque solo pude ir a dos, el gobernador Duarte estaba convocado por el presidente Peña, en lo que fue su lanzamiento desde Los Pinos de una proclama como la de la Independencia, sin ser un Cura Hidalgo ni gritos de por medio. Solo un copetón del Edomex. No convenció a muchos, pero eso es para otra historia.
En el camino tomé llamada del Magistrado Presidente, Alberto Sosa Hernández, agradecía los conceptos vertidos en columna del día y, me aseguraba que gracias a mí y a la Wikipedia, supo muy bien lo de llamar Cura a los curas, según el Papa Francesco. El Papa es un tipo simpático, inteligente, de mano dura contra los cochinos pederastas de la iglesia, y razona muy bien. Tiene un defecto, dicen sus paisanos argentinos, le va al San Lorenzo de Almagro en vez de irle a Boca o a River, los de la perrada. Cuando tomó posesión, a ese hombre que vino del fin del mundo, le preguntaron qué haría, dijo que lo primero era tomar un consejo que su padre le daba. Decía el Papá: “Cuando llegues arriba saluda a todos, porque cuando estés bajando serán los mismos con los que te vas a encontrar”. Eso hacía Su Santidad. Y todos se asombraban de su modestia. Saludaba más que Pepe Yunes en campaña.
FRÍOS EDIFICIOS
Los viejos edificios de Xalapa son fríos. Nada como el calor de los porteños. Quiso el destino que allí se ubicaran como sede los poderes todos, los del gobierno y los diputados y los judiciales, pues hay que darse su vuelta de vez en vez, cuando se quiera sentir calor de la política. Iba por tres razones, la primera es que me atiende el dentista Javier Francisco Zamudio, que cobra como si estuviera en Beverly Hills y atendiera a la Angelina y a Brad Pitt. Pero c’est la vie, diría un francés. Luego, me encaminé a ver al Muñeco Silva (Alberto Silva Ramos), coordinador de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz, que había perdido dolorosamente a su señora madre, doña Elvira, y que en la ciudad de México tuvo su velorio y despedida. Como buen hijo, Silva tuiteó recuerdo de su madre. Llegué y le di un abrazo, solo quienes hemos perdido a nuestra madre sabemos de esos dolores. Silva atiende la oficina entre sus tristezas, calaba el frío. 9°C nos cobijaban. Va irse pronto y otro huésped llegará a cubrir esa cancha, donde el huamachito florece y a veces los fantasmas miran a trasluz. Se mencionan a dos personajes. Enrique Ampudia Mello, famoso por sus investigaciones, uno suele decirle ‘El Ampudia que todos llevamos dentro’, cuando se le quiere hacer a la Sherlock Holmes; el otro es el Jefe Nemi (Juan Antonio Nemi Dib), que ya estuvo en esa oficina en tiempos del cuatrienio del gobernador Dante Delgado Rannauro, y sabe lo de lidiar con reporteros, editores, vagos y lo que aparezca. Claro, en su tiempo no existían las páginas de Internet, que han florecido como cuando florecen nuestros manzanos, por una eternidad, cantaría Johnny Laboriel.
Encontré picudos en las afueras, uno de ellos el periodista Casanova (Rodolfo), de apellido conquistador y de los pocos amigos personales de David López Gutiérrez, el de Medios de Peña Nieto, un peloncito que se le ve siempre a su lado. Le dije qué demonios hacia allí, cuando David lo quiere fraternalmente, ayuda al coordinador Silva, me dijo.
EN EL SEGUNDO PISO
Me despedí y trepé un piso, no estaba el gobernador Duarte para saludarle, entré a la oficina de Juan Manuel del Castillo, por donde entra la perrada, los mortales, algunas veces lo hago por el elevador trasero, el de la cochera, me gusta porque platico un poco con el elevadorista, que ha visto pasar tantos gobernadores como estrellas tiene la noche. Un día la pregunté que quién era el más chingón de todos. No se comprometió, me dijo que el de turno. El siempre eficiente y leal secretario del gobernador, de los pocos amigos de la infancia, de los que sí jugaban a las canicas y a los charpes, andaba jiribilloso. Platicamos un rato, suena Juan Manuel para ir a Sedesol, ahora que habrá vacantes, sillas vacías pues muchos de ellos se van de gira por las diputaciones federales. Ahí la haría bien, es una gente que desde esa oficina ha ayudado a los que menos tienen, les tiende la mano aún con los recursos escasos y limitados. Me quedé corto, la otra visita era a la eficiente Betty del Toro, la secretaria privada de Javier, quien ha estado a su lado un buen tiempo y conoce todos los vericuetos de la política. No hubo tiempo, lo dejé para la próxima semana, visitarle. Tentado estuve a driblar como Messi y ver a Erick Lagos Hernández, el secretario de Gobierno, que también se va en busca de la diputación, y que en Orizaba desenredó un nudo muy atorado, una disputa entre el Tecnológico de Zongolica, sede el Cinema Orizaba, y el alcalde Diez Francos, que cada día embellece la ciudad y que no dispara ni las boleadas, porque pavimenta la calle donde vivo y ya me eché dos pares de zapatos, entre el lodo y las maquinas. Erick ha sido una revelación. Cuando llegó lo vieron como un ente lleno de perversidad, pero ha sorprendido a muchos, dicen que anda tranquilo, con los pies firmes en la tierra y que ha madurado. Qué bueno.
EL LIBRO DE HOLLYWOOD
En ese inter, como un día después era mi cumple, fui a Sanborn’s por un libro que había prometido a la amiga periodista, Susy Pauler Avellá, Los cerezos negros de Ernestina Sodi, hermana de Thalia, mujer que sufrió un secuestro que impactó al país. Es sobre la trata de blancas en Japón, y dice Susy que está muy interesante. Coincidió porque esa noche la periodista Denise Merker habló sobre eso, pero en México, donde a veces se divierten jugando a los volados, con la vida y la muerte. Recibí el mío de cumple. Gilberto Castro Márquez me regaló uno de Hollywood, el cine y su vida. Lo leeré. Y se agradece.
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