Gustavo Ávila Maldonado
En los últimos días se ha desatado toda una polémica alrededor de una casa que supuestamente es del presidente Enrique Peña Nieto o de su guapa esposa, Angélica. En realidad esa casa, tengo entendido, no es de ninguno de los dos, pues pertenece a la familia Hinojosa, un poderoso constructor que efectivamente logró multimillonarios contratos en el gobierno del Estado de México, sobre todo en el periodo del ahora presidente, y lo que parece ser, él la construyo al gusto del gobernante en agradecimiento, y se la prestó para que la habitara, con promesa de venta.
Todo el problema que de ahí se derivó fue lo que motivó que el presidente para evitar suspicacias y malos entendidos, pidiera que se licitará nuevamente el proyecto del tren rápido a Querétaro, que había sido ganado por una empresa china asociada con empresarios mexicanos, entre los que estaba el señor Hinojosa, con la instrucción de que se lleve a cabo la licitación con mayor transparencia, aún así se desató la tormenta.
Para acabar con toda esta polémica, el martes pasado la señora Angélica Rivera, por instrucciones de su esposo, subió un mensaje a los medios en donde aclara este asunto y anuncia que para evitar más problemas a su familia pondrá en venta los derechos que tenía sobre los terrenos.
Las casas que han habitado los presidentes siempre llaman la atención. Don Venustiano Carranza vivió los últimos seis meses en una casa elegante como correspondía a un gobernante, ubicada en la calle Lerma, número 35, en la Colonia Cuauhtémoc, a los seis meses de haberla adquirido tuvo que salir huyendo a su encuentro con la muerte, el cuerpo de don Venustiano lo trajeron para que fuera velado en la que había sido su última morada. La casa fue vendida pero su hija la recuperó, y posteriormente el presidente Manuel Ávila Camacho la adquirió y la convirtió en Museo.
Francisco I. Madero adquirió una casa en la calle Berlín de la Colonia Roma, que era la más elegante en aquella época, pero no tuvo oportunidad de disfrutarla, pues Victoriano Huerta lo mandó matar. La casa fue saqueada e incendiada, y su viuda Sarita Pérez se fue una temporada a vivir a Cuba y luego a los Estados Unidos. En 1921 Sarita regresó y vivió en una casa en la calle Zacatecas en la misma Colonia Roma.
El general Álvaro Obregón tuvo una casona elegante en la calle Jalisco 185, también en la Roma.
Plutarco Elías Calles que había enviudado, después de la presidencia se fue a vivir a su finca en Cuernavaca con su segunda esposa, Leonor Llorente, una jovencita guapa, originaria de Yucatán, que murió muy pronto a causa de un tumor cerebral.
La casa de Emilio Portes Gil era estilo art decó y también estaba en la Roma. Pascual Ortiz Rubio cuando renunció a la presidencia se fue a vivir con su esposa, Josefina Ortiz, a una casa llena de árboles frutales en Tizapan. A la muerte de don Pascual la compra Maximino Ávila Camacho. El Congreso nombra presidente interino a Abelardo L. Rodríguez, que tuvo que dejar su mansión en Ensenada para venirse a la capital.
El general Lázaro Cárdenas antes de radicar en Los Pinos (él fue el primero que vivió ahí) vivió con doña Amalia en una casa que tenía el general en la colonia Guadalupe Inn, y después de la presidencia se fue a su residencia en las Lomas de Chapultepec. Esa casa me tocó conocerla a invitación de doña Amalia, pero esa es otra historia.
Por falta de espacio quedan pendientes otras casas, incluso la que le regalaron a don Adolfo Ruiz Cortines después de la presidencia, pues cuando deja la presidencia, por su honestidad no tenía casa propia en donde vivir.