Gilberto Haaz Diez
*Patrick Modiano gana el Nobel de Literatura. Francés. Camelot.
Amanece sin lluvia. Voy a la Cuenca, que tiene varios pueblos, como Macondo, a Tierra Blanca a una opípara comida, diría un clásico, donde cocina Tomás Ramón, que del agua llegó y al agua quiere retornar, un buen exfuncionario público del pueblo, comandante en jefe del sistema de aguas. El camino luce de peligro, pero el asfalto es mucho mejor que la porquería que tiene Capufe. Es increíble que los caminos estatales estén mejor que los federales, donde nos cobran como ricos para darnos servicio de pobres. En el Partenón de mi hermano Enrique, con mi sobrino Javier, en la calle Constitución era la cita. La última vez que por allí anduvimos fue cuando comimos con Toño Tarek Abdalá, que candidato priista a diputado federal será y diputado querrá ser, por el Distrito de Cosamaloapan. Llego y me tomo un café frente al parque, un Italian Coffe, un parque feo, sin chiste, sin gracia, no me gusta hablar mal de mi pueblo, pero entre todos estos alcaldes, panistas y priistas, lo tienen como el rey Tojo: Tojodido. Pavimento deteriorado, los servicios municipales con carencias. Lo han gobernado dos panistas, consecutivos, y el último priista resultó toda una fichita, un tal Venao. Encontré a Kamalucas, el filósofo de mi pueblo, cruzamos unas palabras y partí a la reserva de los tamales de elote, los de carne y los llamados bollitos. Frente a la radio XEJF, frente al hotel Niña Bonita del Pelón Huerta, que del Barcelona se fue al Real Madrid. Desertó de sus antiguas amistades, pero la vida es así, la amistad, lo dijo Woody Allen, es como la mayonesa: cuesta un huevo y hay que tratar de que no se corte. Para no hacerla muy cansada, el caldo de camarones estaba listo y la barbacoa de primera. Los contertulios éramos pocos, pero tragoncitos. Beto Ávila, excompañero del fútbol, joyero y relojero, éramos impasables en la defensa del equipo y logramos ser nominados a la selección de la Cuenca. Beto trajo varias fotos, en una de ellas, donde estamos 15 amigos, ocho de ellos ya han fallecido, y tenemos a Isidro García Amador (Chilo) luchando en Puebla por su vida. Comensales: los Pavón: Fernando, Andor y su hijo; el cocinero Tomás Ramón, mejor que Ferrán Adrià, el del Bulli; el médico de cuerpo y almas, Alfonso Arcos, tormento de las italianas y ucranianas. Tiene un portal en su Facebook donde se ha hecho amigo de puras bellezas, que le envidiaría el mismo Hugh Hefner, dueño de Playboy. Al preguntarle por su hermano, Dobo (Dobo le decían porque de chiquito no podía pronunciar Lobo, y decía Dobo), dijo que era como la iglesia de Capulines: sin cura; por las mañanas no trabaja y en la tarde, descansa. Antonio Churro Mora, que dos veces ha sido tesorero municipal y como el ave, cruzó ese pantano sin enlodarse (eso dice). Faltó Rico, el amigo que no es rico, tenía trabajo. Y los ausentes para siempre, extrañé a Marco Antonio Verde, el hijo de don Segundo, y a Felipe Terrones, con ellos solía tomar el café frente a ese parque caluroso. Ya descansan en paz. Entre anécdotas y buena comida y uno que otro tequila, se nos fue la tarde. Noé captaba las fotos. Luego, partí de regreso a la calle Agrarista, por los quesos de don Neto, y mis tamales de elote, que son una delicia. Caía la tarde y presagiaba lluvia. Al voltear por el camino a ver el pueblo sobre el hombro, me acordé del dialogo de Comala, del Pedro Paramo de Juan Rulfo:
—¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
—Comala, señor.
—¿Está seguro de que ya es Comala?
—Seguro, señor.
—¿Y por qué se ve esto tan triste?
—Son los tiempos, señor.
CON LOS NIÑOS DE LA CASA HOGAR
Más tarde, en Orizaba hice un alto en el camino, un tentempié en el restaurante bar de Guillermo Calderón, hijo de Bush, un buen amigo al que no veo hace tiempo. Su lugar se llama La Mina. Tiene una vista que ni Central Park la tiene —guardando sus proporciones, no seamos malinchistas—, al bello parque de La Concordia. Al caminar con un amigo, Marco Córdova Bejar, le pedí me acompañara a la Casa Hogar, que queda a unos pasos, traigo pendiente un albañil que les tapará unas goteras. No encontré a Jesús, quien los cuida con su esposa, pero les vi cenando a algunos de ellos, unos diez niños. Me asomé, la cena era modesta: un plato de arroz con frijoles y una rebanada de jamón y un pan de concha, pero los niños se van a la cama con el estómago lleno. Platiqué unos minutos con ellos: acababan de ir al cine dominical y dos de ellos, Ismael es uno, podan el pasto y lo dejan como de campo de golf. Se fueron a ver Drácula, me decía un chiquito, gordito y vacilador, y dijo que no se atemorizó. Pondero mucho su vida, exhibo lo que se les ayuda para que la gente tome conciencia que allí están, a unos pasos. El teléfono de la Casa Hogar es 72 43085. Lo que puedan aportar, apórtenlo. No lleven dinero, ni ropa, lleven alimentos y lo que se pueda de comida. Son niños mal llamados Desamparados. No están desamparados, Ana Elena Cubillas y la gente del Patronato que los cuida, hacen lo imposible porque no les falte nada, tienen techo, comida y estudio, y algo de cariño. Es cierto que les falta el amor de la madre y del padre y alguien me dijo que tienen rota el alma. No lo creo, luchan por vivir y bien, por eso cuando se les ve conviven todos como hermanos. Los padres van y los dejan porque, muchas veces, no tienen como alimentarlos, algunos porque se van a trabajar a Estados Unidos, en busca del Sueño Americano, otros porque no cuentan con recursos suficientes. Los domingos es común ver a algunos padres que los visitan. Si pueden, ayuden.
EL MÉXICO BÁRBARO
Uno tiembla solo de saber que la delincuencia organizada ha penetrado en tantas policías corruptas, que da miedo tener miedo, solo de saber la verdad. El caso de Guerrero, que nos ha puesto en el panorama mundial como lo que somos, unos bárbaros criminales, está en las primeras planas. Ayer el diario El País, con dos sendos reportajes, titulaba: “Todos bajo sospecha en Iguala”. Otro: “Una mafia local depredadora”. Dejan muy mal parado al PRD, partido de tribus, ahora de criminales. Hay un rechazo total a ese partido, y a su gobernador, Ángel Aguirre, que de vergüenza debería haber renunciado al otro día, pero con una cachaza de cínico se mantiene en el poder. Se sintió el rechazo cuando Cuauhtémoc Cárdenas fue abucheado, bañado y golpeada su gente, en el mismo Zócalo. No quieren nada con la izquierda, la misma izquierda del PRD que mandó asesinar normalistas, vía el alcalde y su esposa, la Lady Iguala, como la llamó Carlos Loret de Mola. Pobre país.
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