Xalapa desconocida
José Valencia Sánchez
En las afueras del Palacio Legislativo está una exposición de Héctor Montes de Oca, con hermosas imágenes de Xalapa y otras poblaciones veracruzanas, dignas de tarjetas postales.
Si estas fotos circularan por internet y distintos medios por el mundo, podríamos atraer a miles de turistas.
Quienes aquí vivimos no apreciamos en toda su magnificencia las bellezas naturales y artificiales que poseemos. ¡Lástima!
Contamos con verdaderas maravillas para captar divisas, generar empleos y reactivar la economía regional.
Si los alcaldes de Naolinco, Xico, Teocelo, Coatepec, Perote, Emiliano Zapata, Jalcomulco, Xalapa –por citar sólo a algunos de los municipios fotografiados— y de los alrededores, se organizaran y promovieran sus atractivos turísticos en el resto de México y en el extranjero, esta región despertaría el interés de potenciales visitantes.
Si los ayuntamientos convocaran a agencias turísticas y demás prestadores de servicios, como hoteleros, restauranteros, taxistas y empresarios en general para elaborar un plan integral de turismo, seguramente habría entusiasta respuesta.
Hace 20 años coincidí en Francia con una pareja de españoles jubilados, navegando sobre el río Sena. Uno de ellos me preguntó con cierto sigilo: ¿es verdad que en México hay indios que matan con flechas? No sabía yo si indignarme o reír.
En un restaurante, en París, entablé conversación con un mesero. Cuando preguntó mi origen, le respondí muy orgulloso: ¡de México! Se quedó perplejo, como si le hubiese mencionado un planeta de remota o ignota galaxia. El pobre hombre no tenía ni idea de dónde quedaba mi país.
Por fin, me encontré con otros españoles a los que convidé unas copas de vino, quienes dijeron que conocían México y habían visto películas de Cantinflas. Me emocioné.
En infinidad de países poco o nada saben de México, pese a que nos sentimos el ombligo del mundo.
De Xalapa nunca habían oído o leído nada, por lo menos la mayoría de los extranjeros con los que conversé. Si no nos conocen, si ignoran que existimos y qué ofrecemos, jamás nos visitarán, con excepción de unos cuantos despistados o invitados por xalapeños.
¿Qué demonios hacen nuestros funcionarios de turismo? ¿En qué gastan el presupuesto?