Yhadira Paredes. Xalapa, Ver.- La sociedad en general ha tendido a desensibilizarse y hasta ser indiferente a los hechos de violencia en la entidad veracruzana como los homicidios y las desapariciones, esto como parte de una defensa mental, consideró la especialista, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría, Deni del Carmen Álvarez Icaza González.
En entrevista previo a su participación en las IV Jornadas de Salud Mental que se llevaron a cabo en la capital del estado, señaló que luego de que a partir del 2014 repuntó el número de homicidios en el país y por ende en el Estado, sobre todo en los municipios de Veracruz y los fronterizos con Tamaulipas y algunas regiones del sur, inicio este proceso de defensa social.
Veracruz se ha convertido, dijo, en un caso que interesante porque su principal indicador es el homicidio, además de que las desapariciones de personas no pueden registrarse debidamente para saber qué tan grave es la situación porque muchos de los casos no son reportados.
“Conflictos atípicos como los que se viven en México se traducen en incremento de salud mental, no solo por la exposición directa de las víctimas, sino también en los familiares que tienen pérdidas, problemas económicos o la comunidad en general que sufre un estado de pérdida de integración”.
Sostuvo que los crímenes que se cometen en la Entidad no dejan de ser constantes, al grado de que suelen verse como comunes entre los habitantes o simplemente se evita conocer o escuchar sobre este tipo de acontecimientos por salud mental.
La especialista detalló que en esta crisis de violencia colectiva en Veracruz, sobre todo en materia de desaparición de personas que dejan a los familiares de las víctimas con serias consecuencias.
“De hecho es uno de los temas donde se tienen muy pocos datos, pero se sabe que los familiares tienen duelos prolongados, complicados, no resueltos, hay una deterioro en la situación económica de las familias, cambio de roles, lo que lleva a cambios en la atención de los niños”.
Álvarez Icaza González indicó que además se presentan trastornos de ansiedad, depresión, y además de estamos todos en un proceso de desensibilización ante eventos que se han registrado sin respuesta social proporcional.
“Una respuesta social frecuente es la desensibilización ante la violencia y una distancia ante el fenómeno, como un mecanismo de preservación y sobrevivir al ambiente, además de una necesidad mental de no verlo, un proceso de negación”, finalizó.