La presidenta brasileña Dilma Rousseff acusó hoy a su vicepresidente, Michel Temer, quien asumiría si ella es depuesta por juicio político, de querer gobernar sin el aval de las urnas para aplicar recortes sociales impopulares.
“No tienen votos para hacer que la población brasileña engulla las políticas que ellos quieren. Por eso están haciendo una elección indirecta en la que el pueblo no participa. Están haciendo una elección indirecta travestida de impeachment (juicio político)”, dijo la mandataria, en un discurso en el estado de Pará (norte) con motivo de la inauguración de la presa hidroeléctrica de Belo Monte.
Temer, acusado de “conspirador” por Rousseff, asumiría el cargo de presidente de Brasil hasta 2018, si Rousseff es depuesta por un juicio político cuya apertura podría votar el plenario del Senado la próxima semana.
“Es el voto de la gente en la urna lo que hace que quien se siente en mi silla tenga que rendir cuentas a la gente”, aseveró Rousseff, quien pidió que Brasil “no dé un paso atrás cuando se trata de democracia”.
Rousseff subrayó que Temer –que ya evocó la posibilidad de realizar recortes sociales para contener el gasto público- reducirá los programas de ayudas a los más pobres, como el Bolsa Familia, una retribución mensual para combatir el hambre que reciben en torno a 47 millones de personas en Brasil, según la presidenta.
La mandataria reiteró una vez más que el “impeachment” es un “golpe”, porque no cometió crimen alguno para ser apartada del cargo por el Legislativo.
“No tengo cuentas en el exterior, nunca usé dinero público para mi fortuna. Nunca fui acusada de desvío de dinero público. La democracia es el lado correcto de la historia. No habrá perdón para los golpistas”, dijo.
También se refirió a la decisión del Tribunal Supremo de suspender el mandato del diputado Eduardo Cunha – acérrimo enemigo político de Rousseff e instigador del juicio contra ella - de la presidencia de la Cámara Baja, al entender que usó su cargo para impedir investigaciones contra él.
“El inicio del impeachment fue un chantaje del señor Eduardo Cunha, quien pidió al gobierno votos para impedir su propio juicio. No dimos los votos y entró con el pedido de impeachment. Ese impeachment es un claro desvío de poder, porque usa su cargo para vengarse de nosotros porque no nos sometimos a su chantaje”, aseguró.
Cunha boicoteó desde que asumió en febrero de 2015 la aprobación de medidas enviadas por Rousseff al Legislativo y, tras declarar el año pasado que haría oposición frontal al Ejecutivo, aceptó a trámite el pedido de juicio político contra la mandataria, lo que desencadenó el actual proceso que puede acabar con el mandato de la presidenta.
Miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) con una dilatada experiencia en el Legislativo, el nombre de Cunha lleva meses siendo evocado como uno de los políticos de mayor escalafón que se habría beneficiado de la trama de corrupción montada alrededor de Petrobras y de las empresas constructoras de suministro.
Está siendo investigado en el Supremo por recibir millonarias propinas de empresas a cambio de facilitar negocios de ésta con Petrobras, y es sospechoso de mantener cuentas ilícitas en Suiza y Panamá, algo que él mismo niega.
“La única cosa que lamento es que él presidió el lamentable proceso de la Cámara”, dijo hoy Rousseff, en referencia a la votación en el plenario de la Cámara Baja el pasado 17 de abril, cuando el proceso contra ella recibió el aval de más de dos tercios de los 513 diputados.
Fuentes del gobierno y del Partido de los Trabajadores (PT) indicaron que podrían utilizar la decisión del Supremo este jueves sobre Cunha para tratar de invalidar el conjunto del proceso de “impeachment”.