La flota ballenera japonesa regresó el jueves de la Antártida con una cacería de 333 ballenas, de las cuales al menos 200 estaban embarazadas, según la organización Greenpeace.
Esta es la primera cacería desde que una corte internacional detuvo la cacería hace dos años.
La Agencia Pesquera dijo que los cuatro balleneros mataron a 333 ballenas de minke, la cuota permitida, durante una expedición de cuatro meses en el Mar Antártico.
La Corte Internacional de Justicia sentenció en 2014 que el programa ballenero japonés en la Antártida no era científico como sostenía Tokio y que debía cesar.
El año pasado, Japón realizó investigaciones no letales, pero dice que es necesario matar ballenas para obtener datos sobre su edad de maduración.
Un tratado internacional de 1986 prohíbe la caza de ballenas con fines comerciales, pero no afecta la investigación científica. Los opositores a la cacería japonesa dicen que esa práctica encubre los fines comerciales, ya que se venden los sobrantes.
La cuota del nuevo programa de investigaciones es un tercio de lo que Japón solía matar.
La cacería ha disminuido en los últimos años en parte debido a la menor demanda de carne de ballena. El gobierno ha gastado grandes cantidades de dinero de los contribuyentes para mantener las operaciones balleneras.