A tres días de que una surada azotara al estado, las familias afectadas de este municipio siguen sin recibir apoyo sustancial por parte de la Secretaría de Protección Civil en el estado.
Aquí, más de 700 familias vieron cómo sus hogares se quedaron sin techo, pues los vientos arrancaron de tajo láminas de asbesto que cubrían las viviendas; los árboles fueron arrancados por yerba, y hasta ahora no ha habido respuesta.
A pesar de que los daños afectaron al 70 por ciento de las 33 comunidades con que cuenta el municipio, la ayuda cae a cuentagotas, pues este viernes la Secretaría de Protección Civil apenas mandó 500 láminas para este municipio.
Los pobladores no pueden esperar la ayuda y se ve a lo largo de todo el municipio a los habitantes trepados en lo que queda de su techo, rescatando láminas; enderezándolas y sobreponiendo una sobre otra como medida paliativa ante la contingencia.
Ya no hay personas en los albergues, pues ante el temor del saqueo de viviendas abandonadas por los amantes de lo ajeno, los damnificados han optado por regresar a sus hogares y comenzar a "recomponer" sus vidas.
Una de estas familias es la de la señora Carmen Espinoza, habitante de la comunidad de Melchor Ocampo, que perdió las 60 láminas del techo de su casa y no tiene manera de recomponerla. Su esposo, un hombre dedicado a la agricultura, ha pedido la ayuda de sus vecinos para lograr salvar algunas láminas, pero no alcanzarán para cubrir todo el techo.
"Hace poco habíamos cambiado las láminas; vivíamos en nuestra casa cuatro personas, mi esposo, yo y mis dos hijos. Todo pasó en el día, nosotros no estábamos y cuando llegamos ya estaba volteado. El municipio dice que nos van a apoyar pero quién sabe hasta cuándo".
Nunca antes en este municipio se había registrado un fenómeno tan fuerte y que dejara tantos daños. No pasan tres casas consecutivas sin que alguna tenga daños por las rachas de viento provocadas por la surada.
Los habitantes se quejan por el retraso en el apoyo; se quejan de que el levantamiento de los daños sea tan tardado y la entrega de recursos dependa de autoridades que no saben lo que es vivir "al día" y medio dormir con parientes o vecinos para cuidar sus pertenencias, que han quedado a la intemperie.
Algunas de sus pertenencias, las de madera, ya comenzaron a pudrirse por la lluvia que se ha dejado sentir en estos días y el intenso calor que a ratos se deja sentir en este municipio.
En otro punto, don Artemio Simón García, también perdió su hogar; el viento se llevó el techo de su vivienda y ahora vive en la casa de sus hijas, en donde 12 personas --entre adultos y menores-- comparten habitación.
Su familia decidió no irse a un albergue por temor a que sus pertenencias fueran robadas; ahora ha comenzado a levantar las láminas que apenas hace un año había puesto, y ponerlas en su lugar para evitar que la construcción tenga más daños
"Nos dijeron que luego nos iban a ayudar, pero yo creo que va a tardar más de un mes. Ahorita vamos a levantar la lámina para protegernos tantito porque tenemos muy apiladas las cosas en la casa de mis hijas".
La preocupación de los pobladores afectados es que si hay días que no tienen ni para comer, tampoco tengan para arreglar sus viviendas, ya que aunque la autoridad se ha comorometido a ayudarlalos, no ha dicho cuándo.
La suerte le sonrió a otros, como a la señora Artemia Molina, cuya casa se salvó de milagro, pues alrededor de ésta cayeros al menos 6 árboles de 10 metros cada uno. Ella adentro, temió perder la vida, pero no solo su intengridas física sino su vivienda se salvaron.
Una casa cercana, ubicada en la misma zona boscosa, no corrió con la misma suerte y terminó destrozada por la caída estrepitosa de los gigantes; en ésta, no sólo el techo colapso, sino incluso los muros, aunque no hubo pérdidas humanas que lamentar.
Este municipio sufrió los efectos de la surada que aún durante este viernes se dejan sentir en la región, que está en espera de que lleguen los recursos.
El presidente municipal, Roberto Perdomo Chino, ha señalado que los daños a viviendas podrían llegar a las mil, pues aún se hacen los censos en las zonas más alejadas, y los cultivos también fueron dañados.