Hoy comenzaron los funerales de los solados, víctimas del atentado de ayer con coche bomba en Ankara, la capital de Turquía.
La explosión se registró cerca del Ministerio de Defensa y el Parlamento turco que dejó como saldo 28 muertos.
En tanto los líderes de Turquía culparon el jueves a enemigos importantes, incluidos grupos milicianos kurdos en Turquía y en Siria, así como al gobierno sirio, de los ataques suicidas con bomba en Ankara y juraron una fuerte represalia contra los agresores, lo que amenaza con complicar aún más las cosas en el conflicto sirio.
El ataque sucedió justo cuando Turquía presionaba a Estados Unidos de retirar su apoyo a los milicianos curdos sirios, que Turquía considera terroristas por su afiliación con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán o PKK. Estados Unidos ya reconoce al PKK como un grupo terrorista, pero Washington depende del Partido de la Unión Democrática de Siria o PYD, y su ala militar, las Unidades de Protección Popular o YPG, en la lucha contra el grupo Estado Islámico y ha puesto resistencia a la presión turca.