¿Esta cifra es mayor o menor a la de los años anteriores? Es difícil saberlo porque es la primera vez que el Inegi difunde datos sobre este tema, a pesar de que ha realizado encuestas similares desde 2009. La cifra correspondiente a los más de 105 mil secuestros durante 2012, se obtuvo a partir de una nueva metodología basada en preguntar a los encuestados cuántos secuestros ocurrieron en total en su hogar durante el periodo de estudio. Sin embargo, la Encuesta Nacional sobre Inseguridad (ENSI) 2009, 2010 y las Envipe 2011, 2012 y 2013 permiten estimar el número de secuestros con la metodología anterior, que consiste en preguntar directamente al encuestado si él/ella fue víctima de dicho delito.
La serie histórica refleja un aumento en los plagios entre 2008 y 2010, cuando el número de secuestros pasó de poco más de 51 mil a casi 115 mil. Luego se registró una ligera caída en 2011, casi 99 mil, que continuó en 2012 con 89 mil. Sin embargo, es difícil afirmar que el secuestro disminuyó en los últimos años debido a que estas encuestas capturan un número muy reducido de casos de secuestro. Por ejemplo, la Envipe 2013 contiene más de 83 mil entrevistas, pero tan sólo 197 encuestados reportaron que ocurrió algún plagio en su hogar durante 2012 (considerando los casos donde se presentó más de un secuestro por hogar, existen 239 casos en dicha encuesta). De éstos, sólo 80 entrevistados afirmaron que ellos mismos fueron la víctima de algún secuestro.
Como consecuencia, tenemos poca certeza sobre la tendencia que ha seguido el plagio en los últimos años. Por ejemplo, los intervalos de confianza de las estimaciones indican que en 2011 pudieron ocurrir entre 63.6 mil y 134 mil secuestros, mientras que en 2012 pudieron registrarse entre 58 mil y 120 mil. Los intervalos son lo suficientemente amplios como para no poder descartar que el número de secuestros haya crecido, o que haya disminuido, o que incluso haya permanecido constante entre 2008 y 2012.
No obstante, incluso los puntos más bajos de dichos rangos sugieren que entre 2010 y 2012 se registraron al menos 60 mil secuestros cada año. Como lo han hecho notar algunos expertos, este dato, que sería el más conservador, es muy superior a las estimaciones más radicales de algunos especialistas y organizaciones de la sociedad civil. ¿Cómo se puede explicar esta divergencia?
Una explicación que se ha ofrecido es que la Envipe (2013) preguntó al entrevistado si algún integrante del hogar “sufrió un secuestro o secuestro exprés para exigirle dinero o bienes”. Así pues, el razonamiento es que la cifra de plagios de la Envipe es alta porque incluye la modalidad de secuestro exprés. Al respecto, vale la pena hacer dos precisiones. Primero, que cuando se preguntó a los encuestados si ellos mismos fueron víctimas de este delito, el fraseo de la pregunta en las Envipe 2011, 2012 y 2013 hizo referencia únicamente a la palabra “secuestro”, sin hacer alusión al secuestro exprés. Aun así, el número de secuestros se estimó en más de 90 mil. En segundo lugar, entre los individuos que reportaron que ellos mismos fueron víctimas de algún delito de esta naturaleza, alrededor de 50 por ciento fue retenido menos de 24 horas por sus captores, y sólo cerca del 30 por ciento lo obligaron a “retirar dinero de un cajero, entregar joyas, celular u otras cosas”, características que son comunes en los secuestros exprés. Es decir, el secuestro exprés sólo constituye una fracción de los secuestros contabilizados por la Envipe.
Así pues, los datos de la encuesta sugieren que el número de secuestros ocurridos en México sólo durante 2013 podría ser superior a los 39 mil secuestros perpetrados por la guerrilla en Colombia entre 1970 y 2010. Existe, sin embargo, otra posibilidad. En todas las encuestas es normal que algunos encuestados respondan erróneamente ciertas preguntas del cuestionario. Normalmente, estos errores no afectan la calidad de las estimaciones pues se cancelan entre sí. Pero en el caso de fenómenos denominados “eventos raros”, como el secuestro, que afecta a menos de 0.1 por ciento de la población, incluso pequeños errores por parte de los encuestados pueden traducirse en sobreestimaciones de gran magnitud. Por ejemplo, hace algunos años, algunas encuestas en Estados Unidos indicaban que el uso de armas de fuego para autodefensa ascendía a 2.5 millones de eventos anuales; sin embargo, se estima que esa cifra es 10 veces mayor a la real.