28 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

A más calor, más riesgo de enfermedades

 

 

 

 

 

 

 

EL UNIVERSAL
CIUDAD DE MÉXICO

Durante el verano, las altas temperaturas ponen en jaque a la población al grado de causar estragos en la salud. Existen diferentes enfermedades que empeoran con el aumento de calor, así como otras que se relacionan directamente con la exposición a un clima intenso.
Algunos padecimientos pueden aparecer o desarrollarse rápidamente (como los problemas gastrointestinales o el conocido golpe de calor). Por ello, hay que estar atentos a cualquier síntoma fuera de lo común y acudir al médico ante las primeras señales de alerta.
Si bien la recomendación general es evitar la exposición directa a los rayos solares, no estar al aire libre durante las horas de mayor intensidad solar y mantenerse hidratados a lo largo del día, estas enfermedades pueden ser detonadas por una combinación con otros agentes como la contaminación, los alimentos o una higiene inadecuada.
Estómagos en peligro
Durante la temporada de calor se incrementan los padecimientos gastrointestinales a causa del aumento de temperatura. Estas enfermedades son causadas sobre todo por bacterias, virus o parásitos (como la salmonella o las amibas), mismos que entran al organismo por medio de alimentos o agua en mal estado.
Las principales causas de contaminación de éstos se relacionan con hábitos de higiene inadecuados en su manejo, tales como falta de lavado de manos, exposición a mucho calor o una refrigeración incorrecta. "Las temperaturas elevadas generan riesgos en cuanto a la conservación de los alimentos, los cuales deben seguir la cadena de frío para mantenerse en óptimas condiciones.
"El problema durante la época de verano es que los alimentos pueden estar expuestos a temperaturas ambiente, lo cual genera la proliferación bacteriana y que se echen a perder con facilidad", menciona Carlos Elizondo Ochoa, subespecialista en gastroenterología de Doctors Hospital Auna.
Por ello, es importante revisar bien la comida para asegurarnos de que no huela mal o que no haya cambiado de color. Algunos alimentos perecederos, como la carne, el pollo y el pescado no deben estar más de dos horas fuera del frío pues suelen descomponerse rápidamente. De igual manera, los comestibles en envases deben descartarse si el empaque está inflado o se dejó abierto.
En cuanto al agua, se recomienda mantenerla en recipientes limpios dentro del refrigerador. Hay que evitar, asimismo, consumir hielo en barra ya que, por lo general, suelen arrastrarlo por el piso y manipularlo con las manos, lo que provoca que se contamine y que se generen infecciones.
"Cuando nosotros consumimos alimentos con una gran cantidad de bacterias, el cuerpo emplea mecanismos de defensa como el vómito o la diarrea para tratar de desalojarlos. En consecuencia, se pierde una gran cantidad de líquido y sales, sobre todo potasio. Y, cuando bajan los niveles de este mineral, empieza a haber calambres o debilidad", señala el especialista. Fiebre y dolor estomacal pueden ser otros síntomas de alerta.
Alergias en aumento
Con el calor suele presentarse un aumento de las enfermedades alérgicas, sobre todo en lugares muy urbanizados. Entre las más comunes durante la época de verano se encuentran la rinitis alérgica, la conjuntivitis, la dermatitis atópica, así como el asma, mismas que se disparan al entrar en contacto con agentes externos como el polen, la humedad, el sol, el polvo, algunos alimentos y medicamentos, entre otros.
"El cambio de temporadas y el incremento de calor propician una mayor floración. De ahí que la polinización de los árboles se alargue de dos o tres meses a seis. Por consecuencia, hay una mayor concentración de polen, el cual suele transportarse por varios kilómetros.
"Cuando éste llega a las mucosas respiratorias y de los ojos detona la presencia de rinitis, asma y conjuntivitis alérgica", indica Sara Elva Espinosa Padilla, alergóloga pediatra y de adultos en el Hospital MAC Periférico Sur. Ella subraya que estas respuestas del organismo se producen por una combinación de factores ambientales y genéticos. La rinitis alérgica causa inflamación de la mucosa nasal y, de acuerdo con especialistas del Centro Médico ABC, se considera un factor de riesgo importante para el asma. Esta alteración puede desencadenar otras enfermedades como sinusitis, otitis, conjuntivitis, infecciones respiratorias de las vías aéreas superiores y trastornos del sueño.
Existen distintas señales que alertan de la presencia de una alergia: picazón en ojos y nariz, rinorrea (goteo nasal), enrojecimiento de ojos, estornudos frecuentes, tos de diferente intensidad (hasta llegar a silbidos por el grado de obstrucción en la vía aérea), lesiones en la piel, entre otros.
"Hay un tratamiento de desensibilización llamado inmunoterapia, el cual está dirigido a lo que el paciente es alérgico para que su sistema inmunológico deje de responder de manera exagerada (a nivel de ojos, piel o vías respiratorias) ante los factores externos. La buena salud en general ayuda a mantener mejores condiciones de este sistema y, por ende, puede disminuir los síntomas de alergia", indica la especialista.
Enemigo a la vista
La conjuntivitis es la inflamación de la membrana entre el párpado y el globo ocular. Dado que puede presentarse a causa de los cambios de temperatura y de la intensidad de la luz solar, su incidencia aumenta durante la temporada de calor y de lluvias. Agentes como el polvo, los gérmenes y la contaminación incrementan el riesgo de padecerla.
Según expertos de Mayo Clinic, cuando los pequeños vasos sanguíneos de la conjuntiva se hinchan e irritan, se vuelven más visibles, lo que provoca que la parte blanca del ojo (esclerótica) se torne rojiza o de color rosa. Si bien puede producirse por una infección viral, también puede tener un origen bacteriano o deberse a una reacción alérgica.
Entre los síntomas que suelen presentarse, en uno o ambos ojos, están enrojecimiento, pizacón, sensación arenosa, secreción, lagrimeo o sensibilidad a la luz. Esta alteración rara vez afecta la visión, pero resulta muy molesta para quien la padece, además de que puede ser contagiosa.
"Los rayos solares juegan un papel importante por la sequedad que provocan en nuestros ojos. Al haber una mayor irritación ocular, la lágrima no cumple la función debida de hidratar ni de lubricar los ojos. De ahí que éstos puedan sentirse pesados, por lo que se recurre al uso de gotas humectantes para sentirlos más descansados.
"Esta enfermedad es común en los niños debido a que no tienen los mismos hábitos de higiene que los adultos. Quienes trabajan mucho tiempo en el exterior, por ejemplo, en el campo, se enfrentan a una contaminación constante. Dicho factor, sumado al sol y a un tema de higiene, suelen agravar esta condición", dice Nayeli Cerón Moreno, gerente de capacitación del fabricante de lentes oftálmicas EssilorLuxottica.
Se recomienda acudir con el doctor especialista ante cualquier molestia en los ojos, así como realizarse un examen de la vista para corroborar que las estructuras oculares se encuentran en buen estado. Asimismo, hay que evitar aplicar cualquier tipo de gota oftálmica sin supervisión médica, ya que éstas se utilizan para tratar problemas muy específicos.
Riesgos a flor de piel
La piel también resiente los efectos negativos del sol, desde tornarse deshidratada hasta presentar quemaduras por una exposición prolongada a los rayos ultravioleta. Durante la época de verano suelen agravarse, de igual manera, alteraciones más serias como la dermatitis atópica.
El síntoma principal de esta enfermedad de la piel es el sarpullido, el cual aparece generalmente en los brazos y detrás de las rodillas, aunque también, puede manifestarse en cualquier parte del cuerpo, como el rostro o el pecho. Este se caracteriza por áreas de la piel inflamadas o irritadas, las cuales producen comezón.
Aunque la mayoría de los sarpullidos no son graves, a veces pueden ser indicio de un problema más difícil. Además de enrojecimiento y picazón, se debe poner atención especial cuando haya presencia de dolor intenso, piel agrietada, ampollas o líquido de color amarillo.
Diversos factores pueden empeorar los síntomas de la dermatitis atópica, entre ellos se encuentran las alergias al polvo, al polen o los animales; aires acondicionados, resfriados, cambios súbitos de temperatura, perfumes, así como el roce con materiales irritantes.
"En pacientes con este problema, se deben cuidar mucho los elementos que tienen contacto con la piel; por ejemplo, usar ropa de algodón o lavarla con productos que no contengan químicos agresivos en su fórmula", recomienda la alergóloga Sara Elva Espinosa Padilla.
Las quemaduras solares, por otro lado, son una reacción inflamatoria a la radiación ultravioleta. El peligro de éstas va más allá de un dolor, enrojecimiento o incomodidad pasajeros, ya que su daño es acumulativo y permanecerá a largo plazo. Además de acelerar el envejecimiento de la piel, son una de las principales causas de diferentes tipos de cáncer, como el melanoma.
Para tratar esta problemática, especialistas de la Fundación de Cáncer de Piel de Estados Unidos aconsejan enfriar la zona dañada lo más rápido posible, ya sea con agua, hielo o compresas frías.
También sugieren hidratar la piel de manera constante, reponer los líquidos perdidos por el cuerpo y, en caso de ser necesario, tomar medicamentos antiinflamatorios.

Calor amenazante
En época de calor se presentan enfermedades particulares causadas por la exposición a temperaturas extremas durante largos periodos. Entre éstas se encuentran el famoso golpe de calor, además de agotamiento y calambres relacionados con la elevación del termómetro.
Hacer ejercicio, trabajar al aire libre o caminar bajo los intensos rayos solares pueden detonar la aparición de alguno de estos problemas. Los adultos mayores, los pequeños, así como personas con alguna enfermedad, son más susceptibles de presentar alguno de estos cuadros.
Si bien se habla mucho sobre el golpe de calor, pocos saben que puede poner en peligro la vida. Aparece cuando la temperatura del cuerpo se eleva, en cuestión de minutos, a más de 40 grados. Entre sus síntomas están mareos, náuseas, confusión, dolor de cabeza, pulso acelerado, y piel enrojecida y caliente.
"Los afectados, inclusive, podrían tener comportamientos raros como quererse quitar la ropa o llegar a perder la conciencia. Se encuentran en mayor riesgo los menores de cuatro años, mayores de 60, embarazadas o en lactancia, y personas con enfermedades crónicas, como diabetes o padecimientos del corazón", apunta Carlos Elizondo Ochoa, especialista en medicina interna del Doctors Hospital Auna.
El agotamiento por calor produce, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), por sus siglas en inglés), sudor abundante, piel pálida, pulso rápido, náuseas, calambres musculares, debilidad, dolor de cabeza, entre otros. Para disminuir sus síntomas, se recomienda refugiarse en un sitio fresco, aflojarse la ropa, aplicarse paños húmedos en el cuerpo, bañarse con agua fría y tomar agua a sorbos.
Los calambres a causa de temperaturas extremas se caracterizan por espasmos musculares con dolor. Se presentan cuando las personas sudan mucho y el organismo pierde tanto sales como minerales necesarios para su funcionamiento normal. Pueden afectar piernas, brazos, estómago y otras partes del cuerpo.