Millón y medio de turistas confluyen anualmente en el castillo de Windsor, ubicado apenas a 25 minutos en tren desde Londres, pero ninguno encuentra acomodo en el recinto para rematar la visita con el placer de un buen café o un té. A no ser que acuda a un precario chiringuito y se lo tome de pie.
Este inconveniente va a cambiar gracias a la decisión de Isabel II de remodelar la que ha sido residencia de los reyes ingleses durante un milenio, en lo que sus asesores califican de “regalo a la nación” por parte de la soberana con ocasión de su inminente 90 cumpleaños.
La inversión asciende a unos 40 millones de euros, afecta también al palacio de Holyrood, sede oficial de la monarca cuando se instala en Escocia, pero el grueso del presupuesto se destinará a crear una imagen más acogedora y accesible a las instalaciones de Windsor.
El proyecto implica la primicia de la instalación de una cafetería y restaurante en una de las alas que data del siglo XIV, además de la apertura de nuevos espacios y accesos para el público, que también incluirán un centro educativo en el corazón de la fortaleza. Los trabajos comenzarán en ambos sitios en 2017 y deben estar finalizados finales de 2018, el dinero lo aportará la Royal Collection Trust.