*Había confesado la muerte de su madre y hermana
*Ahora denuncia tortura y abuso de agentes del MP
El Universal
Tijuana, BC
Durante la audiencia en el Juzgado Quinto de lo Penal, con sede en esta ciudad, Anastasia Lechtchenko Masney, joven de origen ruso que presuntamente asesinó y descuartizó a su madre y a su hermana, se declaró inocente y aseguró que fue torturada y abusada sexualmente por los agentes del Ministerio Público.
Gabriel González Celestino, su abogado de oficio, aseguró que con base en el Protocolo de Estambul, a Anastasia le fueron practicados exámenes físicos y la joven presenta golpes y evidencias de que fue abusada sexualmente.
Además –dijo– se le practicó un examen psicológico que arrojó que se encuentra en excelentes condiciones de sus facultades mentales.
Por lo anterior, González Celestino pidió su liberación a más tardar para el próximo jueves, cuando se vence el plazo constitucional para dictar auto de formal prisión o la liberación del detenido.
RECUADRO
"Mi mamá sabía que la iba a matar"
Cuando Anastasia terminó de desmembrar los cuerpos de su madre y su hermana se dio cuenta de que las paredes y los muebles estaban salpicados por una fina capa color púrpura. Aunque lo había hecho con precaución, era imposible que no quedara en el piso un charco de sangre. En el fregadero de la cocina estaban las cabezas que había degollado siete horas antes.
Había que esconder los cuerpos de Yuliya, su madre, y Valeria, la hermana pequeña con discapacidad múltiple. Ese domingo 7 de junio a las 23:00 horas salió tranquila a comprar bolsas para basura.
Caminó media cuadra a la farmacia más cercana, donde antes había comprado dulces y una que otra pintura, pero ahora buscaba entre los pasillos bolsas dónde meter los cuerpos. Eligió una pequeña caja con 10 bolsas negras de 70 por 90 centímetros.
“Traía pura cacharpa (monedas); las bolsas costaban 24.90 pero la muchachita no completaba, así que se fue corriendo”, recuerda la empleada de mostrador que le cobró aquella noche a la adolescente. Regresó rápido. Las líneas de expresión de su rostro estaban descompuestas; le punzaba el ojo izquierdo.
Anastasia es una joven de 19 años, pero que aparenta más edad, de curvas pronunciadas, cabello rubio y ojos que lleva delineados de color negro intenso. Esconde un tatuaje en forma de corazón detrás de la oreja.
En tres bolsas negras metió los cuerpos desmembrados y después se fumó un cigarro.
Tres días después del asesinato, Anastasia fue detenida. No titubeó en responder cuando los agentes investigadores preguntaban si sabía por qué estaba ahí: “Porque maté a mi madre y a mi hermana”, contestó sin irritarse.
Los 55 kilos de su cuerpo fueron suficientes para asesinar a su madre. En el interrogatorio dijo que la abordó cuando estaba sentada en el sillón destartalado de su casa. Llegó por atrás y con una soga la mató.
“Creo que mi mamá ya sabía que la iba a matar y no opuso resistencia”. Después, sigue en su narración, caminó sin cautela hasta el cuarto de su hermana Valeria, de 12 años. Con la niña no tuvo mayor problema: se paró al borde de la cama y levantó su pequeño cuerpo para ahorcarla con la misma soga que a su madre.
En su confesión, explica que el asesinato fue en defensa propia: desde hace días sentía piquetes en la espalda y pulsaciones en el cuerpo que no la dejaban dormir. “Tenía tiempo que mi mamá se dedicaba a la brujería y mi hermana era una muñeca, su aliada, títere. Y para que no continúen esos trabajos también hay que matarla. Para matar a una bruja, a ese espíritu maligno, hay que cortarle partes inferiores” y se aseguró de que su hermana también muriera, para terminar con ese encanto negativo.
La joven rusa, absorta, narró que tuvo que cortarle las extremidades “para que ya no viajaran los espíritus. Y a la títere, la muñeca, había que sacarle los ojos”.
“Un hombre me decía que acabara con ellas”, concluyó.