Asegura el sheriff del condado de Maricopa, Arizona, que se reunirá con el presidente para presentarle propuestas
Entre éstas destaca enviar a la Patrulla Fronteriza o el Ejército al otro lado de la frontera, para trabajar juntos
MARICOPA, Arizona, (El Universal)
“¿Cómo no vieron lo qué sucedía en Centroamérica y previeron que podría haber un gran flujo de migrantes hacia Estados Unidos?”, dice Joe Arpaio, el “sheriff más duro de América”, al que algunos mexicanos le llaman El Diablo, al entrar a su oficina, donde este reportero le espera para una entrevista.
Quien durante los últimos años ha sido considerado el jefe policiaco más racista, advierte que ante el descontrol de la denominada “crisis humanitaria” se reunirá con el presidente Enrique Peña Nieto —con su propio dinero— y le enseñará cómo solucionar el problema de migración.
Entre las propuestas que Arpaio entregará a Peña Nieto se encuentra enviar a la Patrulla Fronteriza o el Ejército al otro lado de la frontera, con el permiso del Gobierno mexicano, para trabajar juntos.
Presume que durante cuatro años fue director de la DEA en México (1970-1973) y le compartirá su experiencia de cómo se trabajaba antes con el Gobierno del expresidente Luis Echeverría.
—El presidente Barack Obama declaró que hay una crisis humanitaria, miles de niños desean reencontrarse con sus padres en Estados Unidos, ¿qué opina? —se le pregunta.
—Ocupan a la Patrulla Fronteriza para encargarse de los niños, cuando deberían estar atrapando traficantes de droga y migrantes ilegales. Lo que sí es un problema es la reincidencia delictiva y no deportación de “criminales” por parte de ICE —Policía de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Tenemos la cuarta cárcel más grande del país y hace siete meses realizaron un censo: 3 mil internos que fueron encarcelados están aquí ilegalmente. Cuando los liberamos los turnamos a la ICE, entonces nos preguntamos “¿por qué continúan regresando?”, o los deportan y siguen regresando (al país) o salen por la puerta trasera de vuelta a las calles. Si no pueden seguirle el rastro a esos criminales ¿cómo van a mantener el control de los 50 u 80 mil niños, muchos de 16 o 17, no todos son bebés en pañales.
—Usted ha denunciado públicamente que son el presidente Barack Obama y el Gobierno federal los culpables de esta crisis.
—¿Ves esa placa a un lado de la televisión? Me la dio la PGR cuando fui funcionario diplomático en México, así que yo sé cómo deben funcionar los servicios de inteligencia en otros países. Mi pregunta es: ¿Por qué no sabían que esto iba a suceder desde hace mucho tiempo? ¿Cómo no vieron lo que sucedía en Centroamérica y previeron que podría haber un gran flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos? Debieron de saber eso por motivos de seguridad nacional. Debieron de saber que había traficantes de personas y traficantes de drogas. Nadie quiere responder y yo soy el único haciendo esa pregunta.
Arpaio se regocija recordando que antes tenía autoridad para actuar como agente de Migración: “Hacíamos respetar las leyes migratorias”. Dice que tuvo 25 por ciento de todas las detenciones hechas en el país de migrantes.
Se enorgullece de contar que siguen entrando a las empresas en búsqueda de portadores de identificaciones falsas, “no porque estén aquí ilegalmente, aunque sucede, están aquí ilegalmente también”. El delito por el que detiene a los mexicanos es que usan identificaciones falsas, “es muy serio y lo hacen para obtener trabajos”.
—Algunos defensores de los derechos humanos y algunos miembros de la comunidad migrante consideran estas políticas de operación como racistas.
—Ninguna de nuestras políticas son racistas. Cuando estos activistas hablan no pueden desacreditarme de otra manera, así que siempre me lanzan el tema del racismo. ¿Quieren considerarme racista? Está bien, yo sé lo que soy. No voy a hablar de mi familia, pero vienen de razas distintas, pero ¿por qué tengo que defenderme de ese tipo de acusaciones injustificadas?
—Dice que quiere reunirse con el presidente de México, ¿cuál sería el motivo?
—Yo iré a la Ciudad de México para reunirme con él para discutir temas de migración y tráfico de drogas, como solíamos hacerlo con el presidente Echeverría, cuando trabajábamos con el Ejército en las calles. Yo trabajé con el Ejército y federales, así debemos hacerlo ahora. Deberíamos enviar a la Patrulla Fronteriza o el Ejército al otro lado de la frontera con el permiso del Gobierno mexicano y trabajar juntos operacionalmente, no cargando maletines. Yo lo hice y limpiaremos el desorden. Así que yo quiero ir a hablar con el presidente, aportar mi experiencia de 35 años de trabajo en la frontera.
—¿Qué otros puntos importantes, sugerencias o ideas le llevaría al presidente de México?
—Le compartiría mi opinión. Estoy seguro que me conoce y le compartiría mi experiencia del pasado sobre cómo trabajábamos en México. Hablaría sobre Centroamérica y Sudamérica, donde solía trabajar. También sobre mi experiencia de 22 años como sheriff de Arizona, que está en la frontera, y los problemas que hay. Los problemas de Estados Unidos y los problemas de México.
Bajo el mando del expresidente Richard Nixon, en 1969, hicieron revisiones por dos semanas a lo largo de la frontera en un plan llamado intercepción, uno de los primeros grandes operativos para vigilar el cruce fronterizo y hacer revisiones a los vehículos que ingresaran a Estados Unidos.
“Nos odiaban en México. Yo recibí al procurador de la República en ese entonces. Comimos pay de zarzamora, bebimos un poco de whisky y logramos mucho más que con el gran palo americano (política respaldada por un despliegue de fuerza)”.
Asegura: “¡No estoy diciendo locuras, estoy hablando de mi experiencia!”, agrega Arpaio, quien confía en que Peña Nieto lo reciba en su oficina.
Para finalizar, dijo: “Quiero ir a ver al presidente de México, ¡pon eso en tu periódico!, porque el cónsul mexicano de aquí nunca me ha visitado. Yo volaré hasta allá con mi propio dinero. No será el primer presidente con el que me reúna; me he reunido un par de veces con Fox. ¿Por qué no querría hablar?”