Menores centroamericanos son utilizados por las maras y otros grupos criminales para convencer a niños de ponerse en manos de los coyotes, con la promesa de que los reunirán con sus padres en Estados Unidos
TEGUCIGALPA, Honduras, julio 25, (EL UNIVERSAL)
“Maras”, “coyotes”, “polleros”, “mojados”… a la variedad de términos que predominan en la jerga migratoria ilegal de Centroamérica a América del Norte ahora se une el de “coyotico” o “coyotillo”, que identifica a menores centroamericanos de edad que reclutan a niñas, niños y adolescentes de Honduras, Guatemala y El Salvador para entregarlos a las organizaciones criminales mexicanas que controlan el tráfico terrestre de seres humanos desde el sur de México al suroeste de Estados Unidos.
Las maras 18 y Salvatrucha que operan en Guatemala, El Salvador y Honduras se encargan de surtir de migrantes ilegales a las redes mexicanas de contrabando de personas, que son una alianza del crimen organizado integrada por coyotes o polleros y por mareros mexicanos y centroamericanos, en alianza con organizaciones del narcotráfico, como Los Zetas, una de las mafias más peligrosas de México.
En este escenario, el personaje del coyotico o coyotillo es una pieza crucial, porque se inserta con facilidad entre los menores que son potenciales migrantes “no acompañados” y que en este año, con intensidad desde mayo anterior, han migrado en masa desde Centroamérica y provocado una crisis en la frontera suroeste de Estados.
“Se me hace un nudo de la garganta cuando pienso en los coyoticos. Todo esto es un negocio que da más ganancia que las drogas”, dijo sor Valdete Wileman, una brasileña que es la directora ejecutiva del Centro de Atención al Migrante Retornado de Honduras, una organización no estatal de Tegucigalpa que se dedica a recibir a miles de hondureños deportados de Estados Unidos.
Durante una entrevista con EL UNIVERSAL, la monja relató que los coyoticos son “niños que están junto con los grandes coyotes y son los que convencen a los niños chiquitos” para que emigren.