- Creador de una investigación que permitió estudiar las partículas subatómicas relacionadas con la luz sin destruirlas, Haroche considera que aún falta mucho por entender sobre la luz
Agencias
México
Aunque no se puede tocar, se puede percibir. Y en su viaje de millones de años y distancias siderales, la luz siempre tiene algo qué contarnos sobre nosotros mismos y sobre el universo que habitamos.
Eso es lo que piensa Serge Haroche, quien obtuvo el Premio Nobel de Física en 2012 gracias a su investigación sobre los fotones, partículas subatómicas responsables de lo que conocemos como luz.
“No se puede tocar, pero se puede ver, la luz interactúa con la materia y es con esa interacción con lo que se puede medir”, afirmó el científico francés, nacido en la ciudad marroquí de Casablanca, en entrevista exclusiva.
La aplicación de los conocimientos sobre la naturaleza de la luz es muy amplia. Desde la computación cuántica hasta el descubrimiento de nuevas formas de vida en los confines del universo, la luz nos guía por la sabiduría. Y eso es solo el principio.
La luz: ese elemento incomprendido
La historia de la luz corre de forma paralela a la de la investigación científica. Desde hace siglos, el hombre se ha preguntado sobre su naturaleza, puesto que está siempre presente pero, a pesar de notar sus efectos, no es tangible.
“Nos tardamos mucho en entender que la luz era una onda. Primero se pensó que se propagaba en un medio especial llamado éter, y la investigación en el siglo 19 intentó entender qué era esto del éter.
“Einstein demostró que el éter no existía, que la luz no se propaga en el vacío, sino en la materia, todo esto llevó a la teoría de la relatividad: el tiempo pasa diferente según el observador y si se mueve o no, no avanza de la misma manera”, detalla Haroche.
Las investigaciones posteriores, basadas en las teorías de físicos como Erwin Schrödinger, permitieron comprender la naturaleza dual de la luz, demostrando que, al mismo tiempo, es una partícula y una onda.
“Esa dualidad es la base de la física cuántica y toda esta comprensión del mundo microscópico permitió el desarrollo de las aplicaciones que tenemos hoy, tales como el GPS o la computación cuántica. Todo eso viene de la comprensión de la luz gracias a los estudios de hace siglos y todavía nos queda mucho por comprender”, sentencia el científico.
Más allá del universo
Para Haroche, las aplicaciones de la luz no solo son tecnológicas, sino incluso filosóficas, al poner al hombre en un contexto diferente. Si en un principio se consideraba centro del universo y de lo que hay en él, ahora sabemos que solo somos una especie entre millones.
“La luz que viene del universo nos da información sobre los mundos distantes y cada vez el lugar del ser humano es más relativo. Ahora sabemos que hay centenares de millones de galaxias, centenares de millones de estrellas, con planetas que giran alrededor de ellas y se piensa que un número importante de ellos son habitables.
?“Se pueden dar otras formas de vida y de inteligencia, lo que hace el lugar del hombre aún más relativo, porque está en ese conjunto de posibles otras vidas: toda esa información viene de la luz, no solo de la luz visible, sino de luces invisibles como las microondas o las radiofrecuencias, por eso es importante entenderla”, concluye Haroche.
Información tomada de El Heraldo de México.