Agencias. Ciudad de México. En el marco de la Olimpiada Cultural, más de un centenar de “caritas sonrientes” se exhiben desde hoy y por primera vez en el Museo Histórico Nacional, de Río de Janeiro, Brasil, en la exposición “Magia de la sonrisa en el Golfo de México”.
Los visitantes cariocas y de otros países podrán admirar en esta muestra esas figuras antropomorfas del centro de Veracruz, elaboradas en arcilla por un pueblo de carácter multicultural, con influencia mixe, zoque y nahua, entre otras, que los especialistas denominan Culturas de la Costa del Golfo, las cuales habitaron esta región desde el periodo Preclásico Terminal hasta el Epiclásico (100 a.C.- 900 d.C.).
Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH y curador de la exposición, dijo que la Olimpiada Cultural —que se efectúa de forma paralela a la justa deportiva— es una oportunidad para apreciar casi mil años de tradición cultural del Golfo a través de esta colección de figurillas prehispánicas que tienen una expresión de bienvenida.
“La exposición muestra otra faceta de la riqueza cultural del México antiguo y va muy acorde con la fiesta de los Juegos Olímpicos, porque las figurillas son representaciones de hombres y mujeres en una actitud festiva y alegre, con expresiones sonrientes, característica que ha llamado la atención de los investigadores desde hace una centuria”, agregó Sánchez.
Las esculturas van del pequeño formato a medio metro de altura y tienen un sentido simbólico asociados a rituales propiciatorios de buenas cosechas, inicio y fin de ciclos calendáricos, por lo que muchas de ellas son instrumentos musicales como silbatos y flautas.
Las figurillas, algunas de cuerpo entero y otras sólo la cabeza, se encontraron en espacios funerarios, aunque también se hallaron en contextos domésticos, en campos agrícolas, cuerpos de agua y vertederos, (depósitos con cabecitas). Las piezas proceden de sitios arqueológicos como El Zapotal, La Higuera, Isla de Sacrificios, Patarata, La Campana y Remojadas, entre otros, en Veracruz.
Colette Almanza, también curadora de la exposición, indicó que la muestra se divide en cuatro temas. El primero, titulado “La costa del Golfo de México y antecedentes escultóricos”, ubica al visitante en esta región cultural y ambientalmente heterogénea, que se extiende a lo largo de 800 kilómetros, desde el sur de Tamaulipas hasta los pantanos del oeste de Tabasco, en la frontera con las Tierras Bajas Mayas del Sur.
En este espacio se aborda la importancia de los grandes monolitos conocidos como Cabezas Colosales, cuyos rasgos risueños no son una constante, sino una excepción.
El siguiente núcleo temático, “La risa, reflejo de emociones”, retoma la clasificación del psicólogo norteamericano Paul Ekman, cuya investigación establece que los seres humanos aprendemos los gestos y las expresiones a través del contacto social, y éstos varían en función de la cultura y el grupo poblacional.
Además, clasifica 18 tipos diferentes de sonrisas: falsa, amortiguada, sincera, burlona, desdeñosa, temerosa, triste, entre otras. En este apartado se reconoce que las expresiones faciales de las figurillas, en su mayoría, muestran una sonrisa sincera y en ningún caso se ha identificado una triste.
En “Ofrendas, rituales y sus significados”, se muestran los elementos iconográficos representados en los tocados de las figurillas sonrientes del periodo Clásico en la Costa del Golfo (200-900 d.C.), entre los que está Mictlantecuhtli, el señor de la muerte; Macuilxóchitl; Quetzalcóatl, en su advocación a Ehécatl, y Tlahuizcalpantecutli y su asociación con Venus.
Finalmente, el cuarto núcleo “Caritas sonrientes: temática general y contextos arqueológicos”, resalta los entornos en los que fueron encontradas las figurillas sonrientes por parte de acuciosos arqueólogos mexicanos a lo largo de muchas décadas.
La exposición “Magia de la sonrisa en el Golfo de México “se exhibirá en el Museo Histórico Nacional, en Río de Janeiro, Brasil, durante tres meses, informa en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Fuente: El Universal