Jerusalén es una ciudad con más de dos mil años de historia, un reflejo de siglos de civilización y lugar sagrado para tres de las grandes religiones del mundo. Sin embargo, esta urbe milenaria conserva espacios cuyos enigmas no han sido develados. Con esta premisa Viviana Tagar realizó una serie fotográfica que la muestra desde un nuevo punto de vista en el que confluyen la historia, el futuro y la esperanza.
Jerusalem-Arte y Misterio se exhibe en el Instituto Cultural México-Israel y está integrada por 32 imágenes que dan una visión renovada de los lugares más emblemáticos y revelan un sitio en donde cohabitan diversas formas de vida y pensamiento, más allá de los conflictos políticos.
“Quise captar cosas diferentes a las que siempre se toman porque es una ciudad importante con una historia de miles de años, ahí tuvieron su génesis todas las religiones mayores —excepto el budismo e hinduismo—. Por eso quise traer una vista muy propia en la que están los lugares que he ido descubriendo, rincones, situaciones y sobre todo el testimonio de que ahí viven juntos judíos, cristianos y musulmanes”, expresa la fotógrafa en entrevista para este medio.
Blanco, azul, verde y tonos ocres destacan en las imágenes, las cuales son capaces de traspasar el discurso tradicional que se da de esa metrópoli en el que la violencia es protagonista. “A pesar de los conflictos y los problemas que hay ahí, es posible convivir. Mi deseo es mostrar la pluralidad que existe y la esperanza de un futuro en el que haya paz”, comenta.
Los dos años que duró el trabajo para integrar Jerusalem Remix, el libro de fotografías del que se extrajeron las imágenes para la muestra, también fue una época de inmersión espiritual para Tagar.
“Fue un proceso largo, en el cual quise conformar un retrato del alma de la ciudad de Jerusalén, porque cuando transitas por ella, te emocionas. Yo sabía que este trabajo iba a ser algo espiritual, pero no imaginé hasta qué grado iba a llegar a involucrarme con mis sentimientos”, señala.
El Muro de los Lamentos, el Santo Sepulcro, la Torre de David, rincones, jardines, un puente del arquitecto español Santiago Calatrava fueron tomados con una gran emoción por parte de la artista.
“Esto me transformó, hubo momentos en los que me olvidaba del cansancio, el tiempo, la hora, estaba como en un trance que todavía no puedo describir. Fue un acto de creación y de conexión con la posibilidad de ver y captar la realidad”, agrega la también escultora.
En esta búsqueda la fotógrafa encontró un sinfín de cosas que desconocía de la ciudad que ha visitado en varias ocasiones, “pero no fue sólo eso, sino que descubrí que Jerusalén tiene niveles: cada vez vas penetrando en una capa diferente: vivirla es como la arqueología, conforme vas cavando y encuentras elementos de épocas diversas”, indica.
Uno de los momentos más emocionantes para la creadora fue la toma que hizo del Santo Sepulcro.
“Esa toma está hecha desde la cúpula de la iglesia del Santo Sepulcro. La llave de las ventanas de esa bóveda las tiene el patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Griega, tuve que pedir autorización para subir a la cúpula por fuera, por los techos de las casas para que ellos me abrieran y poder hacer la foto. Cuando eso se abrió y miré para abajo no pude creer lo que veía, fue una emoción muy fuerte, miré a la gente que visitaba el sitio y ella también estaba excitada, porque en ese lugar sientes algo que te traspasa y te envuelve de manera mística”, detalla.
Finalmente, reitera que la motivación principal de estas obras es trasmitir “la esperanza que supera a las situaciones difíciles; trato de mostrar las posibilidades de la convivencia, el entendimiento y de un futuro mejor para Israel”.