Ciudad de México.
- La polémica remodelación de la sala principal del Palacio de Bellas Artes, concluida en 2011, continúa generando gastos para el erario.
El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ha pagado desde 2011 a la fecha dos millones 180 mil pesos por mantener almacenado en una bodega, del Estado de México, los motores hidráulicos de la maquinaria teatral, la tramoya aérea y mecanismos contrapesados, así como las escaleras y toda la estructura antigua que formó parte del recinto desde 1934.
De acuerdo con información obtenida por Excélsior a través del IFAI, la dependencia paga cada mes 60 mil 583 pesos, de los cuales 45 mil 503 pesos corresponden a la renta de la bodega y 15 mil 80 pesos al mantenimiento de los materiales
El servicio es pagado por la Gerencia del Palacio de Bellas Artes al arrendatario José Lati Mercado, mientras que la empresa Industria Pegaso S. A. de C. V. se encarga del mantenimiento del inmueble.
A tres años de que los materiales fueron sacados del escenario, la dependencia aún no ha decidido su futuro: “Respecto al estado que guarda el material, así como el futuro que tendrá el mismo; le indico que el total de piezas inventariadas, obran debidamente almacenadas y resguardadas en el inmueble de referencia y se encuentran en ese mismo estado de conservación, sin que a la fecha se haya dispuesto otra situación a las mismas”, respondió Verónica Rebollo García, titular de la Unidad de Enlace de Transparencia y Acceso a la Información Pública del INBA.
El 18 de enero de 2011, Excélsior informó que el material está almacenado en una bodega localizada rumbo a Toluca, en el Parque Industrial La Bomba, del municipio de Lerma. El almacén de dos mil metros cuadrados conserva los miles de fragmentos de lo que fue el antiguo escenario del Palacio de Bellas Artes.
Hierros de diferentes dimensiones, poleas, los tanques de agua que hicieron funcionar el sistema hidráulico y otros elementos de madera, se conservan apilados y catalogados de acuerdo a la función que tuvieron en el foro.
Para la presidenta del Consejo Internacional de Monumentos Sección México (ICOMOS, por sus siglas en inglés) Olga Orive, quien calificó en su momento la remodelación de Bellas Ares como un atentado al patrimonio de la ciudad, considera “inaudito” que el INBA continúe gastando 60 mil pesos al mes por resguardar los materiales antiguos del teatro, que en algún momento serían utilizados para equipar un nuevo teatro de ensayos.
“El continuar gastando 60 mil pesos mensuales en una bodega me parece inaudito, se tendría que pensar en que hubiera la posibilidad de la construcción de este foro en el que se pudiera utilizar esta mecánica teatral. Debe ser urgente, porque esto es como seguir tirando dinero a la basura manteniendo esta bodega”, señaló.
Una vez concluida la remodelación de Bellas Artes, ICO MOS manifestó que las obras a las que fue sometido el teatro dañó los elementos originales concebidos por Federico Mariscal en 1931. Orive dijo que la maquinaria teatral y tramoyas originales fueron sustraídas, lo que constituía “destrucción del patrimonio industrial histórico de México”. La polémica incluyó la presentación del caso en la propia UNESCO, donde no prosperó.
Pero tampoco avanzó la propuesta que las autoridades del INBA, entonces encabezada por Teresa Vicencio, propusieron para darle un uso a los materiales sustraídos a partir de un proyecto diseñado por Phillipe Amand. “Una de las propuestas –recordó Orive– que no se llevaron a cabo era que la maquinaria teatral se instalara en un teatro nuevo que se iba a construir cerca de Bellas Artes, iba ser un teatro más pequeño e iba utilizar esta mecánica teatral”.
El arquitecto Víctor Jiménez, quien también se opuso a la remodelación, recordó que el edificio sería construido en el predio que el INBA conserva atrás del Palacio de Bellas Artes, sobre el Eje Central. “Echaron un poco la basura abajo de la alfombra rentando una bodega en el Estado de México y no sabemos en qué forma están catalogadas, supuestamente fueron guardadas para volverlas a montar en el terreno del Hidalgo y Eje Central, donde iban a hacer un teatro de ensayo en el que se iba poner la maquinaria funcionando, pero si funcionaba para qué la quitaron”, dice.
Otra de las opciones que llegaron a manejarse fue exhibir una parte de los elementos antiguos del Palacio para dar cuenta de su historia. Otros elementos de madera y tela, como la dueña y los telones fueron utilizados por estudiantes de diseño del INBA para crear artículos diversos que se vendieron en la tienda de Bellas Artes como recuerdo de lo que fue el escenario.
Jiménez insiste que nunca debió sustituirse la maquinaria teatral de Bellas Artes y que la maniobra de remodelar el espacio sólo obedeció a intereses económicos que beneficiaron a unos cuantos. En las obras que según cifras oficiales fueron superiores a los 600 millones de pesos, dice, “hubo una colección de personajes, estas personas decidieron hacer un montón de cosas exclusivamente para gastar dinero”.
De acuerdo con versiones periodísticas, dice, “el Instituto de Ingeniería de la UNAM dictaminó que la maquinaria estaba en buen estado, necesitaba mantenimiento, pero funcionaba perfecto, sin embargo, mintieron los del INBA”. La preocupación ahora, agrega, es que con el motivo de que almacenar los viejos elementos de Bellas Artes representa un gasto al erario, las autoridades decidan tirarlos.
“La maquinaria teatral era en sí misma parte de una obra de arte, no sé dónde sería mejor tenerla que le cueste menos al gobierno y tenerla en buen estado, lo que hay que cuidar es que bajo ese argumento no se vaya a tirar a la basura, se tiene que restaurar la maquinaria original y ponerla en el lugar que tuvo, hay que preservarla hasta que llegue un gobierno sensible para entender qué eso es lo correcto”, estima.