Ciudad de México.- En los últimos tres años el nombre de Iván López Reynoso se ha publicado en una cantidad de programas sinfónicos y operísticos poco usuales en el mundo de la música en México, aunque su debut como director concertador en Las bodas de Fígaro en Monterrey, cuando tenía 19 años, pasó casi pasó desapercibido.
Sin embargo tras ese debut en 2010, el concertador de 23 años ha ganado presencia en distintos teatros, entre ellos el Palacio de Bellas Artes, en donde debutó en 2012, al frente de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y los solistas Javier Camarena, Rebeca Olvera, Mónica Chávez, David Lomelí y Carlos Almaguer, algunos de las cantantes mexicanos con mayor presencia internacional.
Paralelamente a este crecimiento fue nombrado becario en dirección de orquesta de la Dirección General de Música de la UNAM en 2012; y desde hace unos días ocupa el título de director asistente de la Filarmónica de la UNAM. Así, entre 2010 y 2013, la lista de funciones, orquestas y solistas que ha dirigido es amplia para un joven de su edad.
Maestros como José Areán, Carlos Miguel Prieto y Rodrigo Macías también tuvieron durante su juventud un momento de efervescencia, ahora es Iván López, nacido en Guanajuato en 1990, el director de moda, el nuevo niño de oro de la dirección orquestal.
Sus referencias son tan buenas que Ramón Vargas, director artístico de la Ópera de Bellas Artes, sin haberlo escuchado nunca en vivo, lo invitó a dirigir la temporada de La flauta mágica en Bellas Artes, que inicia el próximo 11 de febrero. Estar en el podio del recinto cultural más importante del país, a su edad, es una conquista que sólo había logrado Eduardo Mata, uno de los más importantes concertadores mexicanos.
Sobre esta referencia López Reynoso reflexiona en entrevista con EL UNIVERSAL. “Es una gran responsabilidad, pero es un peso que están cargando los directores mexicanos, porque siempre viene a la memoria el gran Eduardo Mata, un hombre que revolucionó la pedagogía musical y el acercamiento a la música, un fenómeno aislado que rara vez se da; pero uno debe lograr ser autónomo e independiente. Un director mexicano siempre es comparado con él, por eso un día quiero lograr ser sólo yo”.
Una carrera burbujeante como la de este joven egresado del Centro Cultural Ollin Yoliztli bajo la guía del maestro Gonzalo Romeu, se logra, coinciden especialistas, con talento, con necedad y con la inteligencia para construir un mapa de relaciones públicas.
En la revista Pro Ópera se publicó en enero de 2013 una fotografía de López Reynoso subido en un podio, vestido de frac y con una batuta, cuando tenía 5 años de edad. El crítico de música Lázaro Azar lo recuerda sentado en el Teatro Juárez escuchando con atención a Paul Badura-Skoda y después tratando de ingresar a camerinos para saludarlo. “Era un niñito bien portado e intercedí para que lo dejaran pasar. Olvidé esa anécdota y hace poco supe que ese pequeño es hoy Iván López, el director”, recuerda.
López Reynoso es, además, cantante, con estudios de violín, piano y dirección coral. Ha dirigido a la Filarmónica de Jalisco, Coro y Orquesta del Teatro de Bellas Artes, Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, Orquesta de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Sinfónica Juvenil Carlos Chávez, Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, Orquesta Stravaganza y Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México, entre otras.
También ha dirigido Il Maestro di Capella de Cimarosa, La Serva Padrona de Pergolesi, L’elisir d’amore de Donizetti, Bastien und Bastienne de Mozart, La Bohème de Puccini, Amahl and the night visitors de Menotti y el estreno en México de Le Comte Ory de Rossini.
En Bellas Artes también estuvo al frente de la gala “¡Viva Verdi!”. Asimismo, ha sido director asistente en las óperas Madama Butterfly de Puccini, Pagliacci de Leoncavallo, La Traviata y Nabucco de Verdi e Il Barbiere di Siviglia de Rossini en producciones de la Ópera de Bellas Artes, dirigidas por Ivan Anguélov, Niksa Bareza y Guido Maria Guida, entre otros.
En total, ha hecho alrededor de 10 títulos operísticos con 40 funciones. “Un logro personal, más que profesional, porque estoy en esta carrera porque yo lo decidí. Nunca me voy a permitir subir a un escenario sin amar lo que estoy haciendo”, dice.
Una prometedora batuta
Cuando Riccardo Muti recibió un reconocimiento como director del año, recordó unas palabras de Vittorio Gui, quien le dijo que era lamentable que a sus 90 años, tan cerca de la muerte, apenas estuviera aprendiendo lo que era dirigir una orquesta. El concertador italiano agregó a la disertación de su maestro, que eso significaba tener las almas de los músicos porque cualquiera pueda dirigir pero no cualquiera puede hacer música.
Una reflexión de un hombre que tenía toda una vida en el podio. ¿Qué es la dirección para un joven que apenas ha subido? “Es una pasión de muchos años, de mucha preparación y de mucho amor. Hay que entregarse totalmente. Ser un director trasciende muchas cosas porque te pone en contacto con algo que existe, que está en el universo, pero que debes adueñarte de ella para poder hacerla. Por eso, para mí, es un gran compromiso y una gran responsabilidad. Soy muy afortunado por estar por cumplir cinco años como director de orquesta”, dice en entrevista.
Y agrega: “Como dice el maestro Muti, más allá de la edad, está el compromiso, pero con los años se aprenden muchas cosas. El ser humano está en constante aprendizaje y los músicos somos seres que queremos sentir”.
Mozart fue el compositor con el que debutó, ahora es el músico que lo lleva a dirigir por primera vez una ópera en Bellas Artes. “Se ha convertido en mi padrino, soy muy afortunado”, dice.
Sobre la lectura que hace de La flauta mágica que tendrá en los roles principales a Lourdes Ambriz, Ernesto Ramírez, Maribel Salazar y Diego Silva y se presentará los días 11, 13, 16 y 18 de febrero, refirió que se trata de una obra llena de simbolismos. “Es una partitura llena de simbolismos y de información espiritual, es enormemente expresiva. Tiene un gran racismo en contra de la mujer, es misógina, pero obedece al público al que estaba dirigida cuando fue compuesta. Sin embargo, encima de esta trama enredosa, Mozart escribe una de las partituras operísticas más hermosas de la historia y nos damos cuenta del nivel de espiritualidad que tenía en los últimos años de su vida. Con dos acordes de la orquesta crea la noche, un logro más allá de lo musical”, cuenta.
Iván López aún con sus logros es, por ahora, una promesa. Un director que, de acuerdo con críticos, deberá madurar y conseguir una personalidad propia. Hay talento, coinciden, también cuenta con un gran apoyo institucional que, quizá, permanecerá sólo si continúa ascendiendo. Por ahora, dice José Noé Mercado, viene a refrescar la escena, aunque, agrega Lázaro Azar hay momentos en el que se le percibe “verde”. Al final, en el podio o el foso, sólo está él.