22 de Noviembre de 2024
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Oymyakon, la ciudad más gélida del mundo

CIUDAD DE MÉXICO, 26 de diciembre.- Vivir al extremo no necesariamente implica realizar actividades que desafían la velocidad o la  gravedad, sino también soportar las inclemencia del tiempo, tal como lo hacen los habitantes de Oymyakon, ubicada cerca de la república de Saja, en el este de Siberia, en Rusia.

Este poblado es considerado el lugar habitado más frío en el mundo, tanto así que los dos mil 300 residentes han tenido que adaptarse a un invierno que dura nueve meses y a una temperatura que oscila entre menos 50 y 60 grados centígrados, aunque el termómetro ha llegado a marcar hasta menos 67.7, tal como ocurrió en febrero de 1933.

Otro estilo de vida

Consumir productos frescos resulta impensable en esta parte del mundo, ya que no logran conservarse, de forma que la dieta de los habitantes está basada en carne de res, caballo, reno, conejo y pescados, los cuales se congelan 20 segundos después de haber sido sacados del agua.

Dejar los automóviles estacionados en la calle también es inconcebible; estos deben resguardarse en cocheras con calefacción, pues de otra manera no habrá cómo hacer que arranquen hasta la primavera, o bien estar en funcionamiento en todo momento y apagarse hasta llegar a un garaje igual, ya que de lo contrario la gasolina se solidifica. 

Los inodoros se encuentran por lo general afuera de las viviendas, ya que las tuberías pueden reventarse con el agua helada; sin embargo, los recubrimientos de madera en las casas les permiten tener algunas comodidades de la vida moderna.

Pese a que los habitantes se dedicaban a principios del siglo pasado a criar renos  y a que la ciudad era abundante a metales preciosos como la plata, el oro y el platino, actualmente la comunidad se sostiene gracias al turismo, caza, pesca y ganadería; sin embargo, estas últimas actividades tienen sus complicaciones.

En el caso de la pesca es necesario cavar un pozo hasta encontrar el gua del río, mientras que los ganaderos tienen que resguardar a los animales del frío en establos de madera, recubiertos con láminas, forraje e incluso calefacción para que no mueran. La ordeña se hace por lo general de junio a octubre, mientras que el resto del año las ubres tienen que ser cubiertas con fundas de cuero, de forma que en esos meses la leche se congela. 

Incluso hay cosas que no se pueden usar, como anteojos o lentes de sol, ya que éstos se pegan en la cara; la tinta de los bolígrafos también se congela, los celulares no funcionan como deberían y las baterías se descargan; además, los habitantes dependen en gran medida de una planta de calefacción que está en el pueblo para poder entrar en calor con algo más que sólo vod-ka, bebida a la que son asiduos.

En el pueblo sólo hay una tienda y una escuela, que suspende las clases siempre y cuando las temperaturas sean inferiores a 52 grados.

Pese a las condiciones en las que vive, la comunidad Oymyakon —cuyo estilo de vida  fue capturado recientemente por el fotógrafo Amos Chapple— ha logrado adaptarse, pero no todos son aptos. Así que la próxima vez que se queje del frío, piénselo dos veces antes de hacerlo.