CIUDAD DE MÉXICO, 15 de diciembre.- Si bien las condiciones personales de Frida Kahlo permearon sus pinturas de manera determinante, hay también un pensamiento filosófico, una revisión histórica y una reflexión de su entorno habitual contenidos en sus autorretratos al óleo que lo mismo pueden referir a la mitología prehispánica que a su gusto por los animales y las plantas.
Es el caso de Autorretrato con collar de espinas y colibrí (1940) cuya primera lectura remite al estrés de la pintora durante ese año al terminar su relación con Nikolas Muray, su amante, y divorciarse de Diego Rivera, con quien se vuelve a casar más tarde. Pero más allá, la pintura refleja el entorno natural y la cultura nativa de Kahlo, quien carga de simbolismo al mono, el gato negro y el colibrí que lleva en sus hombros.
“Frida Kahlo se representa como mártir, pero el colibrí también tiene un simbolismo importante en la cultura azteca, y las plantas detrás de ella como un escenario son las que tenía en el jardín de la Casa Azul”, señala Adriana Zavala, investigadora de arte en la Universidad Tufts de Medford, Massachusetts, quien toma como eje la relación de la artista con la naturaleza para la exposición Frida Kahlo: arte, jardín, la vida.
Se trata de una curaduría, que se presentará en el Jardín Botánico de Nueva York, donde quedan de lado el fetichismo de los conflictos emocionales y físicos de la pintora para dar cuenta de sus intereses botánicos reflejados en las obras. Con 14 óleos, dibujos y algunas plantas, la muestra evocará el jardín de la Casa Azul, motivo de inspiración en varias piezas.
A partir de núcleos temáticos, en la primera sección de la muestra se llevará al espectador por algunas de las obras emblemáticas de Kahlo como el óleoNaturaleza muerta o la litografía El aborto, para llegar a la segunda parte en el jardín del recinto donde se replicará la vegetación de la casa de la artista, principalmente con plantas regionales como el cactus.
“Es una oportunidad de presentar a Frida Kahlo como artista mexicana que demuestra al público que su obra es mucho más que una referencia autobiográfica; Frida tenía una formación en su educación desde el positivismo de la era porfiriana hasta el nacionalismo de la posrevolución, y todo eso lo toma en sus obras ya sea como una celebración de plantas mexicanas o un uso de las plantas y frutas en términos simbólicos”, añade en entrevista de la exposición abierta a partir de marzo de 2015.
Simbolismo en las naturalezas
El recorrido abre con Autorretrato con collar de espinas y colibrí, proveniente de la colección Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas, no sólo por ser el cuadro más cotizado de la artista, sino porque proyecta la fusión de elementos naturales y animales para hablar tanto de la vida de la Kahlo como de simbolismos.
“Con este cuadro Kahlo quiere que el espectador la vea inmersa literalmente dentro de su entorno y cultura nativa. En esta pintura se rodea de plantas autóctonas y animales (mascotas), que también se pueden ver como un símbolo de las personas importantes en su vida.
“A algunos les gusta especular que el mono en el hombro de Kahlo era su marido, Diego Rivera, mientras que el gato negro en el otro hombro es su amante, Nickolas Muray. El collar de espinas y colibrí muerto referencia a las dualidades del cristiano (occidental) y Pagan (indígena)”, explica Peter Mears, curador del Centro Harry Ransom.
Kahlo hizo el retrato en 1940 cuando viajó a San Francisco y Nueva York, mientras sus obras se exhibían en tres grandes exposiciones: en la Ciudad de México, San Francisco y Nueva York; al mismo tiempo pintó siete nuevas obras, añade el curador.
Una segunda obra clave en la exposición es la litografía Frida y el aborto(1932) en la que hay diferentes plantas como símbolo de creación, de la fertilidad de la humanidad; esta pieza refiere a los significados de cada objeto en una pintura que en muchas ocasiones se plantean desde un enfoque filosófico, y no sólo ilustrativo de su vida como también sucede enNaturalezas muertas.
Aún cuando no existe un registro de las plantas en el jardín de la Casa Azul cuando ahí vivían Diego y Frida, la investigadora detalla que el espacio adquirió un sentido mexicanista. Mientras fue el hogar de los padres de Kahlo, el hoy museo estaba adornado con plantas europeas como las rosas, pero a partir de la década de los 40 hubo cactus, naranjos, limas y lilis plantados por la pareja de pintores.
“Las plantas de ahora son distintas en cierto sentido, los árboles han crecido mucho, es decir el jardín que existe ahora es más tropical y en los 40, a través de las fotos, podemos ver que había más cactus, órganos que estaban plantados en las rocas volcánicas que aún permanecen, piedras que tienen mucha mitología azteca.
“Una pregunta difícil de responder es que como parte de la cultura mexicana, casera, Frida probablemente sabía cuáles plantas tenían usos medicinales y cuáles no, porque es parte de la herencia mexicana; no hemos encontrado evidencia certera de esto pero es casi seguro”, comenta Zavala de la exposición, la primera individual en Nueva York de Kahlo desde hace 25 años.
El recorrido confirma a Kahlo como un icono del arte mexicano, que a decir del curador Mears responde a su condición de “héroe para miles de mujeres y mujeres artistas”.