CIUDAD DE MÉXICO, 1 de diciembre.- Mientras Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, Remedios Varo y Leonora Carrington consiguieron récords de venta en la subasta de Sotheby’s la semana pasada, los contemporáneos Gabriel Orozco, Francis Alÿs y Pedro Reyes se quedaron sin comprador. Para Axel Stein, jefe del Departamento de Arte de América Latina de la casa rematadora, esto proyecta un mercado que aún reposa en los maestros del siglo XX.
“Los clásicos mexicanos están en su apogeo. La lectura que hago de los resultados es que para futuras ocasiones debemos afinar las estrategias y escoger obras que sean más atractivas y bien justipreciadas”, respondió en entrevista Stein, quien consideró que en esta ocasión los compradores estuvieron ausentes.
Para el historiador de arte Francisco Reyes Palma, la sobria venta de los contemporáneos responde, en cierta medida, a intereses de mercado: “No creo que esa diferencia signifique algo porque a la vuelta de la esquina se invierten los precios, y lo que hoy se vendió muy bien ya no se vende. Son procesos que tienen mucho de irracionalidad del mercado, y estamos en un terreno absolutamente metafísico, donde además existen otros mercados”.
En el marco del 35 aniversario del departamento de Arte Latinoamericano de Sotheby’s, se realizaron tres sesiones de subasta que inició con la colección de Lorenzo H. Zambrano integrada por 40 piezas, y un lote de arte mexicano contemporáneo con artistas de la escena artística contemporánea.
“Nos pareció que dedicarle una venta especial al arte contemporáneo mexicano era no sólo una necesidad, sino que nos interesaba establecer un mercado secundario exclusivo para las obras de estos conocidos y otros menos conocidos por el público mundial. Latinoamérica tiene mucho que aportar al discurso universal y su voz aún no se escucha con la debida fuerza”, detalló Stein.
Pero la distancia en los resultados de venta entre artistas modernos y contemporáneos fue evidente, reconoció el especialista. “En este momento nuestra “cuota de mercado” en el mercado del arte Latinoamericano duplica el de nuestro más cercano competidor. En el mercado del arte mexicano, la distancia que nos separa es significativamente mayor”.
A Reyes Palma poco preocupan estos resultados en el sentido de que el mercado del arte responde a oscilaciones más subjetivas que en términos reales de un costo, y estas obras no vendidas encuentran compradores en ferias internacionales.
“Especular sobre estos giros repentinos es hablar sobre imponderables, son parte de la estructura del mercado mayor, que es la subasta, porque además existen muchos mercados y habría que hacer esas diferencias; dentro del gran mercado del arte existen cuestiones irracionales”, comentó a quien le preocupa más la disgregación de la colección Zambrano, y el nulo interés del Estado por conservar las obras.
De Terrazas a Tamayo
Del lote de arte contemporáneo se ofertaron 30 obras: Desde Moris, Dr. Lakra, Pedro Reyes, Jorge Méndez Blake, Gabriel de la Mora, Eduardo Terrazas hasta Gabriel Orozco, Francis Alÿs y Carlos Amorales. Los precios de salida oscilaron entre cinco mil –el más bajo– y 400 mil dólares.
Se vendieron 18 obras que sumaron 479 mil 375 dólares: “Los compradores, en su mayoría, fueron clientes que conocían a los artistas por haberlos visto previamente en sus estudios de México, en Zona Maco, en otras ferias de arte internacionales y en galerías de Europa y Estados Unidos”, precisó Stein.
La obra que alcanzó el mayor precio fue 1.1.136. De la serie posibilidades de la estructura, subserie Cosmos y 1.1.136B. De la serie posibilidades de la estructura, subserie Cosmos, de Eduardo Terrazas, vendida en 56 mil 250 dólares. Su precio estimado era entre 40 mil y 50 mil dólares.
Con el mismo precio se remató la pintura Sin título, de Bosco Sodi, estimada entre 40 mil y 60 mil dólares. En costo, le siguió el cuadro 25.798 de Gabriel de la Mora con un precio de 40 mil 625 dólares, y Sin título de José Dávila en 37 mil 500.
La sorpresa, reconoció el especialista, fue que las obras de Gabriel Orozco y Francis Alÿs, de mayor expectativa, no se vendieran. “Las obras fueron a subasta con alta confianza pero en esta ocasión los compradores estuvieron ausentes”.
Detalló que Gabriel Orozco ha vendido diez obras en el mercado secundario por más de 300 mil dólares, y con este antecedente Sotheby´s ofrecióAtomists, evasive action, una edición de tres ejemplares con una imagen de una acción de cricket, con el mismo precio, sin conseguir su venta.
En el caso de Alÿs, Sotheby´s tiene el récord de venta de la pieza El soplón en 632 mil dólares, y por eso decidieron ofrecer The thief, de la colección de Adam Sender, en 200 mil, sin conseguir comprador. “Nos encantaban estas dos obras, por lo que estamos un tanto decepcionados, pero supongo que son gajes del oficio”.
Mientras que en la subasta de Arte Latinoamericano con un lote de 178 piezas, el óleo Ofrenda de frutas, de Rufino Tamayo, alcanzó cuatro millones 197 mil dólares, y Hacia la torre, de Remedios Varo, se vendió en cuatro millones 309 mil dólares, ésta última pertenecía a la colección de Zambrano que reunió en total 17 millones 632 mil dólares.
“Entre lunes y miércoles vendimos 40 millones de dólares en obras de arte de América Latina entre los cuales se destacaron los mexicanos Tamayo, Remedios Varo, con un precio récord para su obra, Leonora Carrington, con un resultado de casi tres millones y José Clemente Orozco, cuyoAutorretrato del 1938 alcanzó el tercer precio para el artista en 820 mil”.
Más allá de los precios récord, Reyes Palma insistió en que la subasta de la Colección Zambrano refleja el desinterés del Estado por conservar el patrimonio artístico, y la carencia de una política de adquisición por parte de los museos mexicanos que pudieron complementar sus discursos con algunas de las obras vendidas.
“No existen las condiciones como para plantearse el que se disgregue de esa manera una colección tan importante, no sé si hubo compras por parte del Estado porque no se puede tener información respecto a quién fue el comprador, eso no se hace público, pero en términos generales resulta terrible haber disgregado la colección de “Tamayos” que se supondría deben ir al MAM o al (Museo) Tamayo”.
El historiador lamentó la venta de los autorretratos al considerar que formaban un núcleo “completo” de un género de la pintura: “El tercio de la colección eran autorretratos porque era una colección muy depurada, pensada, entonces no importa si se vendió el Orozco más caro o no, sino que éste era un autorretrato importante en términos de la historia del arte y ya no lo tendremos en el país”.